Me despierto a mitad de la noche enredada en las sábanas y sudada. El cabello se me pega a la frente y respiro aceleradamente. Soy incapaz de conciliar el sueño.
La escena del cuarto de baño se repite una y otra y otra vez en mi cabeza, rebobinándose hasta hacerme perder la cordura.
Me deshago de las sábanas y bajo las escaleras por un vaso con agua.
Camino por la oscuridad palpando las paredes para orientarme y buscar el interruptor de la luz pero este no se enciende y vuelvo a entrar en pánico. Otra vez estoy temblando y la imagen del muchacho de ojos negros asalta mi mente. Consigo prender la luz y me apresuro a tomar agua. Desconozco el motivo pero tengo esta inconfundible sensación de que alguien me está observando y taladrando los ojos en mi nuca. Pero no me doy la vuelta si no que corro escaleras arriba y me encierro en mi habitación. Luego de un rato, caigo en los brazos de Morfeo.
Me despierto por unos golpes en la puerta. Ya es de día y los rayos de sol entran a raudales por mi ventana a pesar del frío de Junio.
Toc.
Toc.
Toc.
Bajo rápidamente las escaleras y abro la puerta. Mi boca se abre y soy incapaz de moverme. Me aferro al picaporte y estoy a punto de cerrar la puerta cuando pone un pie entre ella y la pared, impidiéndome cualquier intento de escape. Una sonrisa oscura se extiende en su rostro, marcando dos hoyuelos en sus mejillas.
-Te dije que te encontraría –dice con vos grave.
Me muerdo fuertemente el interior de la mejilla y cierro la mano en un puño, intentando respirar a pesar del pánico que siento dentro mío. Intento empujar la puerta para cerrarla, pero es en vano, su fuerza y su pié me lo impiden.
Abro la boca intentando hablar tranquilamente.
-¿Qué ...-Mi voz en apenas un susurro. Me aclaro la garganta y levanto la cabeza con la esperanza de parecer intimidante. -¿Qué haces tú aquí?
-Pasaba por aquí y decidí venir –dice tranquilamente, no sin dejar de sonreír.
-¿Cómo es que sabes donde vivo?
-Tenías una placa en tu delantal que decía tu nombre, no es muy difícil preguntar por aquí. Es una ciudad pequeña.
Hice memoria. Era cierto que ese día yo llevaba mi delantal de maestra en el cual, en efecto, había una placa con mi nombre.
Sus ojos me suplicaban que le crea, que todo iba a ir bien. Su belleza me mareaba, sus cabellos estaban más negros que de costumbre debido a que se encontraban mojados, de seguro de una anterior ducha. Su remera azul marino marcaba los definidos músculos que tenía y me vi embelesada ante tanta hermosura.
Sacudí la cabeza intentando eliminar esos pensamientos. No podía bajar la guardia como tampoco podía confiar en él. No lo conocía y tampoco quería hacerlo. Aunque esto último no era del todo cierto. Desea descubrir que escondía detrás de esos ojos y qué secretos guardaba.
Su cuerpo emanaba una extraña electricidad y superioridad. Era el tipo de hombre que todos se apartan para dejarle el camino libre. Esos que sólo te intimidan con una mirada y provocan suspiros de todas las mujeres alrededor. Todo en él gritaba confianza ,superioridad, inteligencia, oscuridad y secretos.
-¿Quieres ir desayunar? Puedo esperar a que te cambies –dijo echándole una mirada a mis pantalones cortos negros y mi remera gris que usaba para dormir. Ahí estaba otra vez su sonrisa, borrando cualquier pensamiento coherente de mi cabeza.
-Claro- dije mientras una parte de mi gritaba que no lo haga, que era peligroso.
-Espérame aquí afuera por favor –le pedí. Una cosa era ir a tomar un café y otra muy distinta era invitarlo a pasar sin saber quién era.
-No hay problema.
Subí rápidamente las escaleras y me cambié mi pijama por unos pantalones negros y una campera marrón.
Dudé ante la puerta del año. Necesitaba ir pero la imagen del agua rebalsando de la bañera volvió a mi mente. Abrí la puerta de todos modos. Nada pasaría, ya tenía veintiséis años y era una mujer madura e independiente que no le temía a su propio hogar. Sonreí al entrar, todo estaba normal.
¿Lo ves?-me dije a mi misma. Todo lo sucedido ayer no eran más que tonterías, seguramente la canilla estaba rota y en efecto, la puerta se había cerrado con el viento ,por lo que había entrado en pánico sin pensar claramente.
Me miré al espejo y una chica delgada, pálida , de ojos verdes exageradamente grandes y cabello negro me devolvió la mirada. Era hermosa pero ojos no tenían ningún brillo y me pregunté si era feliz.
-Ya estoy lista –dije abriendo la puerta. Ahí estaba él como siempre, sonriéndome y provocando que mis piernas tiemblen.
Cerré la puerta y caminamos en silencio hasta el Café Mitre, donde nos sentamos en una mesa alejada y esperamos a que llegue la camarera.
-Así que sabes mi nombre –digo después de un rato.
-Beatrice Grant –dice mirándome a los ojos.
-Y ¿tú eres?
- Ahian Wood
-Un nombre extraño para un hombre extraño. –susurro
-¿Y eso? –preguntó apoyando los codos en la mesa y acercándose a mí. Su cercanía me intimidaba pero mantuve mis ojos fijos en los suyos. No quería que pensara que era una cobarde o que su intensidad me abrumaba, lo cual era cierto.
-¿Por qué me buscaste? –pregunté evadiendo su pregunta
-Persigo lo que interesa-dijo muy confiado de si mismo
-¿Y yo te intereso?
- Ayer te vi, vi tu belleza pero cualquiera podría haberlo hecho. Yo te observé, observé lo abrumada que estabas, tan sumida en tus pensamientos que de seguro eran lúgubres. Luego tu expresión abatida me lo confirmó. Vi el terror desdibujarse en tu rostro. Creo que el destino se encargó de encontrar me una persona justo igual a mí. Tú piensas que tengo secretos ¿Cierto? No sabes cuan acertada estas. Mis pensamientos rara vez son alegres. La luz del sol jamás penetra en la oscuridad de mi mente. Y ayer, por primera vez en mi vida me pude ver reflejado en alguien más. –dijo
Jamás me había sentido tan desnuda estando tan tapada. La gente que conoces pocas veces te entiende, solo creen que lo hacen pero están equivocados. ¿Cómo es que él,con solo una mirada pudo descifrarme? Me sentí llena, como si hubiese encontrado una parte de mi que no sabía que estaba perdida.
Iba a responderle pero en ese momento llegó la camarera y me miró preguntándome:-¿Qué desea tomar,señorita?
-¿Qué desea tomar,señorita? –Me pregunto una chica de ojos saltones y marrones,con un delantal blanco y camisa negra.
-Un café solo, por favor.
Esperé a que la camarera le preguntara a Ahian que quería tomar pero no lo hizo. Lo miré a los ojos tras lo cual el me dijo:
-Lo mismo que tú.
Miré a la chica que aún estaba observándome con sus ojos saltones y lapicera en mano. ¿Es que estaba sorda?
-Que sean dos –le pedí viendo que ella no le hacía el menor caso a Ahian.
Ella entrecerró los ojos y me miró de hito en hito pero luego se dio la vuelta y entró a la cocina.
-¿Qué ha sido eso? –le pregunté riendo a Ahian
-No lo sé, ha perdido por completo la cabeza.-dijo él también riendo y puedo jurar que su risa me hizo encender hasta el último de mis miembros y temblar las rodillas.
T䒨
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Beatris
Mistero / ThrillerMe despierto en medio de la oscuridad. Estoy en el bosque bajo el cielo nocturno en una noche de Julio. Los árboles han perdido sus hojas por el frío invierno y juegan a crear extrañas figuras en la oscuridad. El suelo está cubierto de un impoluto b...