Capitulo 11

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Capitulo 11

-Voy a poner el invasor anal en tu trasero ahora, __________[tn] -me advirtió mientras retiraba sus dedos de mi cuerpo.

-Entonces te penetrare, nena. Te penetrare tan profundamente y tan fuerte que nunca me volverás a dejar otra vez.

Mi cabeza se enterró en la almohada mientras su mano se separaba mis nalgas, me estremeció cuando sentí el lubricante frío, luego grité otra vez mientras su dedo se hundía totalmente en el apretado agujero de mi feminidad.

Punzante, enviando una llamarada de calor por los músculos que me hacían corcovear y empujar.

-Ah, __________[tn], tu culo es tan apretado -. Él retorció su dedo dentro de mi, extendiendo la lubricación, estirando los músculos mientras yo gimoteaba de angustia. -No quiere estirarse, _______[TN] . Un agujero virgen tan bonito.

Con todo lo que la llenaba su dedo, ¿cómo podría tomar yo aún más? Me apreté contra él con miedo, luego gimió mientras el ardiente dolor hacía que mi feminidad latiera más caliente.

Yo era depravada. Debería estar aterrorizada, luchándo contra él, en cambio mis quejidos suplicaban por más.

Michael repitió la lubricación varias veces mientras yo luchaba por respirar más allá del placer y el dolor, estaba lista para gritar, para pedir más.

Quería susurrar las palabras prohibidas. Mordí mi labio, jadeé, grité mientras su dedo finalmente se retiraba.

-__________[tn] , quiero que inspires profundamente -finalmente me instruyó él, acalorado. -Relájate cuando el invasor empiece a entrar, eso aliviará el dolor si es que es demasiado para tí al principio.

-Me estás torturando -grité, resistiéndome a mis ataduras. No quería esto ahora. Estaba demasiado asustada. La oscura lujuria que me recorría era demasiado intensa, demasiado espantosa. -Detente, Michael. ¡Déjame ir!

-Está bien, ___________[tn] -. Su mano acarició mi trasero y entonces sus dedos apretaron, separándome de nuevo. -Está bien, nena. Es normal asustarse. Sólo relájate.

-Michael -. no supe si mi grito fué de protesta o de necesidad cuando sentí la aguda cabeza del grueso invasor acomodarse contra mi diminuto agujero.

-Va a doler, __________[tn] -. Su voz era oscura, excitada. -Vas a gritar para mí, y lo vas a amar. Sé que lo harás, nena.

-Oh Dios -. Sacudí mi cabeza sobre la almohada, pero no pude evitar permitir que mi cuerpo se relajara ligeramente.

Sentí el dispositivo comenzar a penetrarme el apretado agujero. Al principio, la sensación de perforación fué suave, pero a medida que la longitud y el grosor aumentaban, un persistente y creciente fuego comenzó a dispararse a traves de mi cuerpo.

Me tensó, pero Michael no se retiró, yo grite cuando se puso más caliente, y luego comencé a suplicar mientras el dolor florecía en mi trasero. Pero no pedía que él se detuviera.

-Duele -grité. -Oh Dios, Michael. Michael por favor...

Michael no se detuvo, en cambio, los dedos de su otra mano se dirigieron hacia mi palpitante feminidad. Allí, acariciaron y mimaron mi clítoris hasta que comencé a bombear, empujando contra su mano, gritando mientras el movimiento empujaba el invasor más profundamente dentro de mi trasero.

Yo pude sentir estirarse mis músculos, protestando, pero eventualmente cediendo paso al grueso intruso que lo invadía, me resistí contra mis cuerdas, retrocediendo, retorciéndome bajo el latigazo de ardiente dolor y de placer igualmente ardiente.

- ¡Maldito seas! -. mi voz era ronca, enfurecida por el creciente caleidoscopio de sensaciones que se precipitaban por mi cuerpo.

El ardiente calor de la invasión, el lento y persistente aumento del dolor, la agonía de placer resultante abrumaba tanto mis sentidos que me sentí aturdida por ello, inundada por una realidad misteriosamente sensual donde no existía nada excepto la invasión lenta, persistente de mi trasero, y las suaves caricias, demasiado ligeras a mi clítoris palpitante.

Largos minutos más tarde tiré severamente mientras el último centímetro del aparato atravesaba el apretado anillo anal, dejando dieciocho centímetros de un grueso y duro consolador alojado dentro de mi.

Me retorcí , luchando por acostumbrarme a la sensación. Michael escogió ese momento para hacer aterrizar pesadamente su mano sobre mi trasero otra vez, yo grité, apretándo mis músculos alrededor del invasor, infligiendome una desastrosa forma de éxtasis.

-Ahora, _________[tn] -gruñó Michael. -Ahora, me toca comer esa bonita feminidad.

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