Prólogo

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—¿Qué es este lugar? —se preguntó a sí misma una niña de bellos cabellos azabache y orbes esmeraldas claros que miraban sorprendidos el panorama—. Jamás he visto un lugar tan bello como este.

Frente a ella se encontraba un bello campo florar cuyas flores estaban teñidas por todos los colores y tonalidades existentes, parecía como si hubiera un arcoíris ilustrado en el suelo, el aire olía dulce, los pájaros cantaban armoniosamente y el viento mecía suavemente las plantas.

Libre de miedos la pequeña comenzó a correr entre aquel mar de bellos y cautivadores colores, en la distancia pudo visualizar un pequeño lago ubicado bajo un gigante árbol frutal que brindaba una agradable sombra. Al encontrarse más cerca pudo ver una silueta, con cada paso aquella silueta iba adquiriendo forma cada vez más clara hasta adoptar la de un majestuoso caballo plateado con un par de imponentes alas.

—//Que bello// —pensó la pequeña mientras observaba como la criatura bebía agua hasta que pareció notarla elevando su mirada—. Ho... hola —lo saludo nerviosa.

La criatura frente a ella la miró fijamente antes de aproximarse poco a poco caminando por sobre el agua hasta quedar frente a ella, confusa la pequeña se exaltó un poco cuando la criatura rozo su cabeza contra sus manos sintiendo un bonito calor.

—¿Qui... quieres que te acaricie? —preguntó mientras con sus manos temblorosas lo acariciaba—. Eres cálido —comentó sin detenerse.

El lugar que hasta hacía unos instantes se encontraba sumido en la tranquilidad repentinamente comenzó a temblar, la niña asustada observó como todo el lugar se marchitaba y se secaba velozmente, al girarse hacia la criatura esta estaba siendo asfixiada por unas raíces cubiertas de espinas que habían emergido de la tierra.

Al ver como sufría la pequeña aun asustada comenzó a luchar por liberarlo sin importarle si se hacía daño, sin embargo, no importaba cuantas ramas quitara otras nuevas tomaban su lugar apretándose más—. ¡DÉJENLO! —al momento en que grito un brillo la rodeó haciendo que las ramas se marchitaran y pararan de salir, cuando aquel resplandor se desvaneció la pequeña, cayo inconsciente sobre el suelo árido.

El caballo se aproximó a la pequeña y rozó su cabeza con la suya—. Gracias por salvarme —agradeció, al hacer brillar un cristal situado en su frente el lugar volvió a ser bello y lleno de vida—. Espero volver a verte.

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Hasta aquí llega el cap, espero les haya gustado

Y pues aquí vengo con una nueva historia llena de magia y romance con su dosis de acción

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Nos escribimos y nos leemos en el próximo capítulo.

¡SAYONARA!

¡SAYONARA!

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