Capítulo 3

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*NOTA*  Apariencia aproximada de Rokurota en la galería

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—Déjame ver si entendí —pidió Kaire cerrando sus ojos y analizando lo que acababa de contarle Rokurota—. Al haberme prestado un poco de tu poder tuviste que hacer que nuestras estrellas del destino se conectaran temporalmente, pero ahora no puedes romper ese enlace.

—Si —afirmo Rokurota.

—Y esa estrella del destino es quien guía nuestras vidas, pero ahora la tuya y la mía navegan en lo desconocido y lo incierto, ¿Voy bien?

—Si —volvió a afirmar.

—Sin embargo, es la primera vez que pasa un caso donde no se puede romper un lazo temporal y que además las estrellas del anfitrión se alteren.

—Así es.

Kaire siguió analizando las cosas un poco hasta que finalmente—. ¡SIGO SIN ENTENDER LA MITAD DE LAS COSAS QUE ME ACABAS DE EXPLICARME! —exclamó sujetando su cabeza y moviéndola en todas direcciones totalmente confundida.

Rokurota ante la conmoción de Kaire simplemente se limitó a esperar que se calmara para poder hablar—. Sé que es algo confuso y complicado, ni siquiera yo lo entiendo del todo, pero según viejos mitos de Gedonelune aquellas almas que se complementan si se llegan a unir crearan un vínculo que nadie podrá romper.

—Sigo sin comprender mucho —dijo Kaire más tranquila.

Tras haber dormido lo suficiente y con ayuda de un extraño poder que desconocía, Rokurota había podido recuperar el 80% de su fuerza física, estando ambos sobre la cama Rokurota cerro sus ojos y un cristal situado en su frente comenzó a brillar haciendo aparecer un pergamino.

—¿Qué es esto? —inquirió Kaire mirando con curiosidad el objeto.

Rokurota lo abrió—. Ahora que tú y yo tenemos un vínculo, cumples con todos los requisitos para viajar por todo Gedonelune libremente y residir en la capital de Gedonelune, Mistlekki —explicó Rokurota que tras leer todo el documento hizo aparecer una pluma—. Una vez lo firmes automáticamente entraras a la base de datos de Mistlekki.

Kaire se encontraba con una cara de no poder creer lo que acaba de escuchar, enterarse que ahora residiría en la capital de Mistlekki el lugar donde la magia había nacido y sitio donde se encontraba la residencia de la diosa la hacían sentir dudosa.

—¿Está bien que alguien como yo que no puede utilizar magia resida en Mistlekki? —cuestiono aun sin salir de su asombro.

—Al parecer ahora eres capaz de usar mi magia, por lo tanto, ¡Felicidades!, ahora eres una Kouzeviek —respondió Rokurota tranquilo.

Kaire ante la respuesta no pudo evitar abrir sus ojos como platos firmando inconscientemente el papel el cual tras un, ¡PUF!, desapareció—. ¡Eh!... Esto, ¿Cuándo debo ir a vivir en Mistlekki?

Rokurota guardo silencio unos instantes—. Entre más pronto mejor, de otra forma este pueblo puede verse nuevamente bajo ataque —Kaire un poco triste asintió, al instante Rokurota comenzó a brillar haciendo aparecer en ella un collar cuyo adorno era una piedra azul zafiro y él se encogió del tamaño de un muñeco.

—¿Por qué te has encogido? —preguntó Kaire encontrando adorable a Rokurota.

—Los seres que nos volvemos los familiares de alguien para evitar llamar la atención a causa de nuestros poderes debemos adquirir esta forma mientras estamos fuera de Gedonelune.

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