17

383 21 0
                                    

Sabes, empezaré hablando sobre esa noche.
No es la primera cariño.
De hecho ha sido una de las más tranquilas.
Hace un tiempo eran comunes.
Casi todas las noches los sollozos me mantenían toda la noche despierta.
Mis pensamientos no me dejaban tranquila y cada vez eran peores.
Llegando al punto de arañar mis brazos por la desesperación.
Cuando despertaba al día siguiente tenía los ojos hinchados, inyectados en sangre, los brazos me ardían y las manos me temblaban.
Fueron meses desesperantes, no sabía a quien acudir, con quien hablarlo y hasta el día de hoy ni siquiera había escrito sobre ello.
Luego de un par de meses la situación no cambiaba y solo empeoraba.
Por días todo se detenía y senti alivio.
Pensaba que no volverían.
Me equivocaba.
Luego de meses así, personas entraron en mi vida.
Dentro de ellas te encontrabas tu.
Y aunque no lo sabían me hacían feliz.
Luego de uno o dos meses por fin feliz, durmiendo al fin tranquila, las cosas volvieron a empeorar.
Y esa vez con algo que no podia ocultar.
Uno de los peores días el se marchó, dejándome en medio de una inevitable tormenta.
Pero siempre existió esa pequeña luz a mi lado.
Me ayudaba.
Me brindaba calor.
Armonía.
Amor.
Esa pequeña luz cada vez crecía más.
Me mantuvo en pie.
Me sostuvo entre sus brazos.
Me levanto con ellos cuando fue necesario.
Me regaló días felices, los mejores de mi vida.
A día de hoy me ha hecho la persona más feliz del mundo.
Fue y sigue siendo el único que no intentó sacarme de mi infierno, el simplemente se recostó conmigo, me abrazó y no me soltó.

A veces puedo ser una persona muy insegura, con demasiadas dudas.
No voy a negar que también soy desconfiada.
Y no voy a negar que más de una vez dudé de tu amor.
No te ofendas mi amor.
Pero para mi ya es natural que me ofrezcan el cielo sin conocer mi infierno.
Posiblemente esa noche te hice dudar de mi amor.
Pero no era yo mi amor.
Era algo que no puedo controlar.
Luego de tanto tiempo sin noches tormentosas todo se estaba volviendo demasiado perfecto.
Mi inseguridad salio a flote.
De la nada.
De un segundo a otro comencé a llorar.
Sin motivos.
Te rogué que cortaras la llamada.
Que durmieras.
Me dijiste que no.
Yo no tenía las fuerzas para hacerlo.
Te quedaste del otro lado de la linea.
Me decias que era tu todo.
Y yo solo respondía que no podia ser asi, que no puede ser asi, no debe ser así.
Y tu decias que ya nada podia cambiar eso.
Seguia llorando.
Seguia temblando.
Sollozando.
Mis palabras ni siquiera se entendían. Tu hablabas y yo solo negaba.
Decia que no podia.
Y lo repetía una y otra vez.
No puedo.
No puedo.
Mi amor.
No puedo.
Pero tu no me dejabas.
Me escuchaste, me amaste.
Sin siquiera entender que sucedía decias te amo.
Y yo negaba, decía que no.
Y tu repetias una y otra vez.
Te amo mi amor.
Mi todo.
Mi vida.
Te amo.
Y a pesar de no entender, de no tener el poder de calmarme, no dejaste de decir te amo.
No dejaste de amarme ni un segundo.
Hasta el último segundo de la llamada.
Nunca dejaste de recordarme el que me amas, que soy tu todo.
Y mi amor.
Gracias.
Por no intentar salvarme de la caida.
Gracias por lanzarte al abismo conmigo.
Gracias por no aceptar mis disculpas.
Por decir te amo a cada cosa sin sentido que salia de mi boca.

Mi amor.
Eres el primero en conocerme en medio de la verdadera tormenta.
En medio de mi lucha interna.
Y aunque lo haya repetido muchas veces, perdón.
Yo no quería que esto sucediese, no así.
No quería que conocieras esta parte de mi.
La parte insegura.
Pero te agradezco.
Por amarla de todas formas.
Te agradezco por no abandonarme.
Por seguir amandome.

Lo que nunca te dijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora