Sentimientos

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Era el amanecer más hermoso que había visto, bueno, eso creía la niña que se levantaba con sus energías renovadas, alegre, entusiasmada por el día que comenzaba y no era para menos, después de todo la señorita Kagome se había ofrecido a ser su madre por el tiempo que viajaran "juntos", si, eran necesarias esas comillas porque el youkay nunca aceptaría ese hecho, por ello acampaban a metros alejados de ellos, siguiéndolos a una distancia prudente, sin perderlos de vista pero tampoco compartiendo el mismo aire... pero la pequeña no dejaba que esa la detuviera, ella a pesar de las quejas de Jaken se acercaba a la sacerdotisa para hablarle, para ayudarle en lo que pudiera y para jugar con ella, en verdad era feliz, tanto que llegó la hora de la comida y ni cuenta se dio... tanto que atardeció y no lo notó... un día se estaba marchando y la niña era inmensamente feliz, como cuando empezó a viajar junto al señor Sesshoumaru y el señor Jaken... tan feliz que recién cuando el sol se estaba escondiendo y ella descansaba sentada al lado de la chica recordó que eso era temporal, que sólo duraría lo que tardaran en llegar a ese lugar misterioso, que quizás para su cumpleaños sería nuevamente una niña sin madre...

-¿Qué ocurre Rin?

La sacerdotisa miró extrañada a la callada niña, había estado rebosante de alegría durante todo el día, por lo que ese mutismo era demasiado extraño como para preocuparla.

-Nada señorita Kagome... sólo estaba pensando...

Rin se recostó en las piernas de la chica, disfrutando el que ella jugara con su cabello, repasando en su mente posibles soluciones a su actual problema, necesitaba que ese viaje durara más de lo debido, además... miró de reojo unos metros a su derecha, en donde el youkay se encontraba como de costumbre solo, ni siquiera el señor Jaken se atrevía a distraerlo de su descanso, la pequeña lo miró detenidamente, él no había mostrado ningún cambio al estar siguiéndolos, es decir, cuando la señorita Kagome les contó su plan a sus amigos el señor Inuyasha hizo un escándalo de proporciones, casi empezando una pelea, en verdad había sido un momento tenso, pero después de horas de persuasión por parte de la señorita Kagome ambos depusieron sus armas, envainando sus espadas e ignorándose el uno al otro... más allá de aquello el demonio no había cruzado palabra con nadie durante el día completo, ni siquiera con su sirviente que de vez en cuando se acercaba a él buscando compañía pero sólo recibía rechazo... no, con el youkay no había ningún cambio que le mostrara a la niña que podría aceptar viajar con la chica, es decir, hasta a Kagura la ignoraba cuando se le acercaba, si no era capaz de aceptar a alguien de su propia raza ¿Cómo hacerlo aceptar a una humana?

Kagome sonrió para si al ver a la niña tan tranquila y mirando a su alrededor encontró la misma tranquilidad, después de tanto alboroto que Inuyasha había causado al negarse ser seguido por Sesshoumaru por fin se había quedado dormido en la rama de un árbol, en la noche no pegó ni un ojo al estar vigilando sin descanso a Kagura y al youkay, simplemente de vez en cuando podía ser un neurótico, si hasta casi la vigiló durante todo el día y le advirtió no acercarse al demonio... la sacerdotisa suspiró pesadamente al recordar aquello y al agradecer la actual paz que reinaba en ese lugar, todos hacían lo que querían, algunos dormitaban, otros conversaban y otros simplemente se quedaban mirando un punto fijo en el vacío, perdidos en sus propios pensamientos, como Kagura, como Rin, como Sesshoumaru y como ella misma... fue casi inconsciente que sus labios rompieran en una canción, tarareándola casi en suspiros, luego susurrando palabras al azar para terminar cantándola por completo, en un tono débil, sin querer molestar a los demás, queriendo compartir ese arrullo sólo con la niña en sus piernas...

Sesshoumaru agudizó sus oídos ante aquel rumor, logrando escuchar esa voz, entendiendo cada palabra de la canción... cerró sus ojos casi automáticamente, dejándose mecer por la melodía, cayendo lentamente en el adormecimiento, él tampoco había dormido esa noche, la actitud de esa mujer no lo dejaba tranquilo, no entendía porque ella le había hecho esa absurda propuesta a la niña, creándole sueños falsos, aumentando su estúpida ilusión, ese tema ya había sido saldado, la mujer había destrozado como era debido los caprichos de la niña y ahora simplemente le estaba dando alas para que siguiera con su insensato plan... se cruzó de brazos molesto por sus pensamientos, relajó su ceño por lo tranquilo de ese arrullo, esa voz era deleitosa, esa canción era fastidiosamente empalagosa, tanto como para odiarla pero sin querer que se detenga... un suspiro inaudible se escapó de su boca, sus mismos labios rompieron en una sonrisa invisible, era algo desagradablemente absorbente que lo detestó...

QUIERO UNA MAMÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora