6. Ella era hermosa

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El silencio invadía la sala y nuestra respiración apenas se escuchaba.
Las personas están acostumbradas a hacerse preguntas estúpidas como "¿por qué a mí?" O "¿qué hice para merecer esto?". Bueno, yo soy un fiel creyente del destino, y si algo malo te esta pasando es porque lo mereces.
Soy un mentiroso. ¿Que en este lugar no se oía nada? Bueno, predominaba el silencio, pero yo escuchaba los bolígrafos rasgar el papel continuamente. Creo que todo tiene una razón de ser, y la nuestra para callarnos era uno de los exámenes semestrales mas jodidos del año. Es encantador pensar en graduarse de la preparatoria, pero cuando pisas la universidad todo lo que quieres es volver a ese aula de no más de 35 alumnos, que terminan siendo tus compañeros de ruta largos años y ya no los puedes detestar. Aquí todo es muy frío, muy calculado... Olvídate de rogarle nota a tu profesor, quédate con la que tienes por que si lo intentas te la redondeará para menos. Habla la experiencia.
Yo soy la clase de chico sin vida social que ya ha terminado su examen pero no voy a entregarlo hasta que se cumpla la mitad del tiempo que nos han dado. Apoyando mi estupenda suerte el profesor pasó junto a mi asiento y miró la hoja.
- señor Leonard ya ha terminado? - preguntó él con su voz orgullosa que resonó en el silencio.
Normalmente los profesores aquí no conocen tu nombre, el hecho de que si lo hiciera sube tu calificación en un 75% y baja tu reputación en un 100%.
- estoy revisando señor - mentí rotundamente.
- ¿revisando? Por favor - tomo mi hoja y chequeo que estuviera todo completo pero sin leerlo; me miró nuevamente - vete del aula.
Asentí pesadamente y junte mis cosas. Al salir fui directamente al baño de la universidad, porque necesitaba mojar mi rostro, los exámenes me ponían muy nervioso, no importa cuan bien siempre me fuera en ellos. Llegue y lo hice, mientras me miraba al espejo, y mi cabello chorreaba en mi rostro. Acomodé los anteojos de marco grande, que ocultaban mis ojos azules, tire hacia atrás mi cabello arriba, ya que era más corto a los lados y decidí que me daba totalmente igual mi apariencia, continuaba teniendo mi expresión nerviosa de siempre.
Regresé al pasillo y me senté en el piso a esperar la siguiente clase, para matar el tiempo saque de mi mochila Misery, de Stephen King, libro que ya había leído más veces de las que quiero aceptar.
Cuando las horas de examen terminaron los vi salir charlando muy nerviosos acerca de las respuesta, pero ella no lo hacía, ella era diferente. Tiro su flequillo hacia atrás, un gesto que tenía de costumbre, y acomodo su cabello castaño en su hombro derecho, le sonrió a un par de chicas con sus labios carmesí y camino sola hacia mí, pero yo no era su destino. Llevaba un vestido de encaje blanco, pero sin transparencia, eso la hacía parecer un ángel. Al pasar junto a mí me miró, mientras yo hacía como si tuviera mi atención puesta en el libro y pasó de largo. Camino unos 7 pasos y se detuvo inesperadamente, giró sobre sí misma y su vestido suelto la hizo parecer una preciosa bailarina. Caminó directamente hacia mí y tuve un ataque de taquicardia. Se me aceleró la respiración e intenté no desmayarme... De verdad me gustaba esta chica.
- adoro ese libro - comentó junto a mi, y apenas me atreví a levantar la vista. Ella me sonreía ampliamente - "una oscuridad en la que no crecían las flores y en la que una caída sería casi eterna antes de llegar al fondo" - citó con una voz extraña y soltó una risita que me volvió loco - te llamas Patrick, ¿verdad?
Me levanté rápidamente, dejando caer todo de la forma más torpe y sequé mi mano llena de sudor disimuladamente antes de estrecharla con la suya.
- si, soy Patrick Leonard - ella no pareció importarle y me sonrió amablemente. - tú eres Evangeline Evans.
- Evan Evans - y me guiño un ojo de forma teatral, por lo que no pude evitar reír, mientras aprovechaba soltarla antes de que se notara demasiado mi nerviosismo. - todos me dicen así.
- un placer, pero yo te diré Ev - le comenté.
- ¿por qué? - me preguntó con curiosidad y no se de donde saque la valentía de decir lo siguiente. 
- porque yo no quiero ser igual a los demás contigo - ella me miro extrañada al principio y luego algo brilló en sus ojos un segundo.
- muy bien - susurró - entonces, quería pedirte un favor Patrick. Me ha ido fatal en este examen y no quiero cursar la materia una vez más, ¿podrías ayudarme con el segundo intento?
- sería un placer, no es difícil - comenté sin darle importancia, pero estaba muy emocionado y con el corazón desbocado.
- de acuerdo, podríamos reunirnos en la cafetería aquí junto luego de las clases, esta bien? - me sugirió y quedamos que así sería.
Luego cuando se alejó caminando con la elegancia de una bailarina de ballet no pude dejar de contemplarla. Me saco de mi ensueño el aviso de mi celular, que decía ser la hora de la siguiente clase, Estrategias literarias II . Caminé sin ver por donde me movía. Evangeline había llamado mi atención desde el primer año, y este era el segundo, no podía quitarla de mi cabeza, coincidimos en 4 clases y ni siquiera imaginaba que supiera mi nombre. Dios, estoy hablando como un estúpido enamorado. Soy un estúpido enamorado.
Realmente no le presté atención a la señora Tomilson hasta que dijo mi nombre.
- ¿qué? - pregunte perdido, y muchos rieron, pero a mí me importaba poco, estaba en las nubes.
- les decía a sus compañeros que usted ha presentado un poema maravilloso, y esperaba que lo leyera para sus compañeros - comentó.
- creía que nos habíamos salido de eso en la preparatoria - le comente con resignación mientras me acercaba al frente. Ella tendió mi hoja y me miró expectante. Ubique a Ev entre todos los estudiantes como si ella resplandeciera, y su inocente sonrisa me lleno de confianza para leer. -
Una vez vi un ángel.
No tenía nombre,
No tenía alas.
No había caído del cielo,
No había sido excluido.
No era una criatura de otro mundo
Era una chica diferente.
Una vez vi un ángel,
Pero no estoy seguro de lo que vi,
Solo se que era perfecta.
Solo se que me sonrió
Con una sonrisa media.
Se que eso me envió al cielo,
Se que me dejó en las nubes.
Una vez vi un ángel
Y supe que estaba perdido,
Supe que estaba enamorado,
Sus ojos no eran especiales,
Pero eran sus ojos,
Y eso era todo lo que me importaba.
Eso era todo lo que necesitaba.

Todo estaba en silencio, como en aquel examen, y me miraban absortos.
- precioso, lo felicito - comentó la profesora liberando la tensión, e invitándome implícitamente a que me sentara.
Pase los siguientes 40 minutos leyendo una y otra vez el poema, sin dejar de pensar en ella.
Y así pasaron las horas, las clases, solo pensaba en que terminaran para poder verla.
El café estaba algo vacío esa tarde por lo que pude tomar dos mesas, de esa manera tendríamos espacio para los libros. Pasaron 5 minutos pero no lograba decepcionarme, algo en su mirada me decía que no era la clase de chica que hace esas cosas. Entonces miré hacia la ventana y allí estaba, discutiendo con un chico, llorando, él le gritaba pero yo no llegaba a oír lo que él le decía. Quería dañarlo, quería verlo sangrar, aún más cuando la tomó con brusquedad y la beso contra su voluntad. Ella lo quitó y entró café antes de que el pudiera seguir con semejante espectáculo. Me paré para que me viera, y en cuanto lo hizo me sonrió de la misma forma que lo había hecho mientras leía el poema, pero parecía tan triste, ocultando sus lágrimas. Llego a mí, beso mi mejilla y se sentó justo en frente, sin decir una palabra.
- ¿estas bien? -alzó su mirada y su maquillaje se había corrido, pero continuaba igual de hermosa - lo siento, es una pregunta estúpida.
- ¿no quieres saber que paso? - me preguntó.
- solo me importa que estés bien - ella volvió a sonreír y parecía sincera.
- eso es muy tierno, y no lo estoy, pero voy a estarlo - aseguro, seco sus lagrimas y respiro hondo - corte con el, no es bueno para mi.
- lo siento - susurre sin sentirlo.
- yo no - contesto. Dios, ella era tan hermosa, tan valiente.
- eres muy fuerte, eso es increíble - comenzó a llorar otra vez y sentí que mis palabras lo habían causado.
- ¿estudiamos? - preguntó sorbiendo sus mocos.
- no, tu no puedes estudiar así - una mesera se acercó y le pedí un capuchino para ella y un café largo para mí - vamos a hablar, ¿qué quieres hacer cuando te gradúes?
- quiero escribir novelas - susurró, y me miró sonrojada - novelas románticas. ¿Y tú?
- yo quiero escribir, cualquier cosa, solo escribir - le conteste.
- eres muy bueno con los poemas - me alabó y esta vez yo estaba colorado. Repentinamente se movió un poco y apretó sus piernas con fuerza, como si le doliera
- voy al baño - Se paró y salió corriendo hacia los sanitarios.
Luego de media hora comencé a preocuparme. Tome mis cosas y las suyas, corrí hasta el baño y comencé a tocar muy fuerte gritando su nombre. Nuestra mesera vino a ayudarme y entro porque yo no podía hacerlo. Cuando salió la traía en brazos y sus piernas sangraban terriblemente.
- hay que ir a un hospital - la mesera la dejó en mis brazos y ella me miró suplicante.
- no, por favor no - susurro y asentí.
- tranquila, yo la llevaré, no voy a involucrar al café, no se preocupe - ella estuvo de acuerdo y nos deseo suerte.
Corrí hasta mi auto, la deje en el asiento delantero, abroche su cinturón y tiré nuestras cosas en la parte de atrás. Ella no paraba de decir que lo sentía y soltar de vez en cuando gritos sordos de dolor. Me sentí tan impotente. Estacioné frente al edificio y la cargué otra vez en brazos, para llevarla hasta mi departamento, necesitaba descansar. Al subir y entrar la recosté en mi sillón, corrí al baño y saqué el botiquín de primeros auxilios.
Suavemente limpie sus heridas y las encontré por fin. No era un accidente, esos eran cortes profundos y antiguos, reabiertos por su nerviosismo. Ella era de esa clase de chica.
Entonces lo entendí.
Ella sonreía y reía, pero estaba triste por dentro y no quería ser vista.
Ella se lastimaba a sí misma, para no sentir sus problemas.
Ella era hermosa, pero se sentía menos. Se sentía insegura.
Cuando la termine de curar y coloque sus vendas me miró con sus ojos rojos y mirada perdida.
- lo siento Patrick, lo siento tanto, apenas te conozco, no se que hago, no se que hice - y la abracé con fuerza.
- tú eres ese ángel de mi poema Ev - le susurré - siempre has sido tú.
Mire impresionado las marcas en sus piernas, múltiples cicatrices, una vez más. Ella lloraba en silencio y yo tomé su cara entre mis manos.
- no voy a dejar que te lastimes - le susurré - te amo,  ¿de acuerdo?  - asintió y abrió sus ojos rojos por el llanto - yo te haré sentir hermosa a cada momento.
Y la bese con suavidad, porque ella necesitaba eso, amor y comprensión, alguien que la ame sin importar nada... y yo era ese alguien.

Un par de cosas sobre el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora