Capítulo 9

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XI

El duelo sigue en pie.

Creí que estaba emocionalmente preparada para escuchar esas palabras pero no es así. En el fondo todavía guardaba la esperanza de que mi instinto estuviera equivocado. Un líquido ácido sube por mi esófago hasta mi boca, dejándome un sabor amargo en la lengua. Me siento nauseabunda, como si fuera a enfermar.

—Lo siento, Lombardi. Las reglas son las reglas. Si alguien te reta a un duelo tienes que participar. El Consejo no hace excepciones. Lo que sí te otorgaron fue una extensión, ya que eres novata y todavía no te has adaptado bien a las costumbres de la base —me explica Aysha.

—¿De cuánto tiempo estamos hablando?  —Apenas puedo balbucir las palabras. El nudo que tengo en la garganta no me deja.

—Un mes. El duelo fue aplazado para dentro de un mes —dice Reed.

Eso son solo dos semanas adicionales. Nunca podré adquirir las destrezas necesarias en tan poco tiempo. Los ojos se me vuelven acuosos y me escosen. No quiero llorar; al menos no frente a Aysha, así que me guardo las lágrimas.

—Entiendo —digo, pese a que quisiera gritarles y mandarlo todo a la mierda.

La idea de escaparme pasa por mi mente. Comparado con lo que tengo que vivir aquí, una vida de fugitiva no debe ser tan mala.

—Tendremos que intensificar los entrenamientos. Considerando tu nivel, te conviene entrenar a diario —dice Aysha.

¿¡A diario!? Esta mujer está loca o quiere matarme. Si apenas puedo con tres sesiones a la semana, menos podré con una al día. Eso sin contar el ejercicio físico que hago en el gimnasio.

—Es por tu bien, Alison. Sé que puedes hacerlo —interviene Reed.

Al parecer logró traspasar mis barreras y leerme la mente. A no ser que se me note en la cara mi espanto y desagrado, que también es posible.

Suspiro y paso la vista de uno al otro.  Me miran expectantes, esperando a que les dé una respuesta.

—No es como si tuviera otra opción, ¿cierto? —digo con aire resignado.

Reed sonríe, mientras que Aysha se levanta de su silla y se dirige a mí.

—Bien, te espero mañana en el cuarto de entrenamiento. No olvides la tarea que te asigné.

Y yo que pensé que me libraría de esa.

—De acuerdo, allí estaré.

Aysha hace un gesto con la cabeza, a modo de despida.

—Que pasen buenas noches.

Reed, por su parte, no espera ni a que ella ponga un pie fuera de la oficina para preguntarme por la tarea que me asignaron. Lo miro con cara de cansancio.

—No quiero hablar de eso.

Me parece una tontería lo que ella me pide, además de que estoy que me caigo del sueño. Lo mejor será despedirme e irme a la cama. Necesitaré todo el descanso que pueda obtener si voy a entrenar con Aysha a diario.

—Con decirme no pierdes nada. Quizá pueda ayudarte.

Lo dudo mucho, pero como sé que él no se dará por vencido fácilmente, doy el brazo a torcer. Unos minutos más de plática no me harán daño, ¿no?

—¿De veras crees que podrás ayudarme? —digo incrédula.

—Eso depende de lo que sea. Si no me lo dices, no lo sabremos.

The Exiled [Dangerous Minds 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora