Epílogo

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Por aquí les dejo el épilogo. Este vendría siendo el otro final.  Es corto, lo escribí para aquellos que deseaban saber qué sucedió con Nathan y Clara. Espero que sea de su agrado. Y una vez más, gracias por su apoyo y por leerme. =)

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Epílogo

—Ally, ¿estás segura que puedes ir así? —me pregunta Nathan, mirando mi abultado vientre.

Me sobo la barriga y sonrío con dulzura. Estoy muy ansiosa de conocer a mi hijo.

—Claro que puedo ir. Ni que estuviera enferma de gravedad.

Nathan me mira dubitativo. Me imagino que siente temor de que el niño quiera nacer antes de tiempo. En la academia dan un curso de educación sexual y él ya pasó por la traumática experiencia de observar en la pantalla del laboratorio de biología a una mujer dando a luz.

—De acuerdo. Solo ten cuidado. No quiero que le pase algo a ti o al bebé —dice.

Tan atento como siempre. Nathan nunca cambia pese a ser un adolescente. Aún viéndolo, no puedo creer que hayan pasado siete años desde el primer día que ingresé en la base. Las cosas han cambiado tanto que me cuesta reconocer el nuevo sistema.  

—No te preocupes. Estoy bien. —Vuelvo a insistir.

—Vale. Entonces vámonos. Si no llegaremos tarde a la ceremonia de promoción.

Nos montamos en el elevador y bajamos al estacionamiento del complejo de apartamentos donde Reed y yo vivimos, a una hora de la base. Aún recuerdo cuando los proscritos andaban sueltos y el Consejo no nos dejaba salir a ninguna parte. Ahora es distinto, puesto que ya no es necesaria tanta seguridad.

La base sigue teniendo las mismas funciones de antes, por supuesto. Todavía no podemos dar a conocer nuestra existencia, pero al menos tenemos la opción de ir y venir  a nuestro antojo.

Pese a que Reed y yo pudimos habernos mudado a otro estado, decidimos quedarnos en South Hills. Aquí está su trabajo, además de que Nathan todavía vive en base y no queríamos dejarlo. Clara, por su parte, se fue a vivir a un apartamento estudio localizado a una cuadra de donde nosotros vivimos. Así que todos estamos relativamente cerca.

Nathan me ayuda a montarme en el coche y partimos hacia la base, el lugar donde se celebrará la ceremonia. Nos tardamos una hora y quince minutos en llegar, y no porque hubiera mucho tránsito, sino porque él se negaba a rebasar el límite de velocidad. Tan sobreprotector. Si no fuera porque provienen de distintas familias, diría que Reed y él son hermanos.

Cuando llegamos la plazoleta nos encontramos con una multitud de gente, unos sentados y otros de pie. Por suerte Nathan y yo tenemos nuestros lugares reservados, pues somos amigos cercanos de Clara, quien, para mi orgullo, será promovida a oficial hoy.

—Por fin llegas, pensé que no llegarías —me dice Aysha en cuanto tomo asiento a su lado.

—Ni lo digas. No sabes lo difícil que es moverse en mi estado.

Aysha me mira de arriba abajo y coloca una mano en mi barriga.

—Esperemos que a tu hijo no le dé con nacer en medio de la ceremonia.

—¿Tú también vas a venir con lo mismo? Despreocúpate, todavía faltan unas semanas para eso.

—Solo estaba bromeando, no te alteres.

Me cruzo de brazos.

 —Que conste que yo no estoy alterada.

Mi antigua mentora se echa a reir. 

—Ya, tranquila. Le harás daño al bebé.

Desde mi lugar observo a Reed, quien está hablando con el Líder del Consejo. Los doce miembros están presentes, sentados detrás de una larga mesa  al fondo de la tarima. Se los ve bastante aburridos, como si este evento se celebrara  todos los días.

A los pocos minutos Reed se dirige al público. La celebración dará comienzo, así que nos ponemos de pie para recibir a los nuevos oficiales.

—Miren, es Clara —anuncia Nathan emocionado,  a la vez que señala hacia el camino de piedra.

Clara encabeza el desfile; se la ve radiante en su uniforme negro. La saludo con la mano y ella me sonríe. Le devuelvo el gesto. La verdad es que no puedo dejar de sonreír. Para mí es todo un logro que mi amiga por fin haya logrado su sueño.

 Mi mente se llena de recuerdos del recibimiento que nos dieron al llegar a la base luego de nuestra fatídica huída; desde el interrogatorio hasta la condena de trabajo comunitario. Si no nos dieron la pena máxima —el "aislamiento"— fue porque quedaron convencidos de que nuestra intención al escaparnos no fue cooperar con los proscritos.

 Con Nathan no fueron tan duros porque él era solo un niño y no llegó a salir de la base. También lo sancionaron,  claro; que haya destruido el sistema de seguridad tampoco podía ser pasado por alto. Sin embargo,  no lo hicieron  por tanto tiempo como a nosotras, que tuvimos que esperar años antes de ganarnos la confianza del Consejo.

Reed vuelve hablar, esta vez para dar un discurso en memoria de los caídos. Todos los presentes nos mantenemos en silencio, mientras los aspirantes a oficial hacen el juramento frente al monumento.

—¡Por los caídos! —Finalizan ellos; después suben a la plazoleta y se paran en una línea frente a los miembros de Consejo.   

El General Carter se pone de pie y les coloca el rango a cada uno en el lado derecho del uniforme; y luego de otro discurso y un nuevo juramento, los proclama Oficiales.  

La ronda de aplausos y silbidos no se hace esperar. Hasta a Aysha se la ve aplaudiendo entusiasmada. Nathan no deja de gritar en nombre de Clara, solo se detiene cuando ella baja de la plazoleta para saludarnos.

—Felicidades, amiga —le digo abrazándola—. Estoy muy orgullosa de ti.

—Gracias, Ally.  Sin tu apoyo no habría podido.

Lágrimas de felicidad bajan por mis mejillas y me las limpio rápido para no arruinar su uniforme.

—¿Cuándo falta para que nazca mi sobrino? —pregunta ella después, al tiempo que toca mi vientre.

—Dos semanas.

En eso Reed baja de la plazoleta.

—Felicidades, Clara. Te lo mereces —le dice a mi amiga, quien sonríe y responde:

—Muchas gracias, Reed.  A propósito ¿ya estás listo para ser papá?

Reed pasa un brazo por mis hombros y me besa la mejilla.

—Nunca he estado más seguro de algo en la vida.

**

Mi niño decide nacer una semana después de la promoción de Clara, y luego un laborioso trabajo de parto que me deja drenada pero muy satisfecha, Banks nos presenta al nuevo miembro de la familia.  Reed lo toma en brazos y me lo acerca para que lo vea. Es tan pequeño y hermoso. Sonrío y lloro a la misma vez. No puedo creer que hayamos creado una vida.

—Tiene tu cabello —le digo sonriendo.

Él me devuelve el gesto y coloca al niño con suma delicadeza en mis brazos. Nunca había visto tanto orgullo en sus ojos.

—Gracias, Alison . —Me besa los labios—. Me has hecho el hombre más feliz del mundo.

Banks se aclara la garganta.

—Lamento interrumpirlos. ¿Cómo se va a llamar? —nos pregunta.

Reed y yo intercambiamos miradas. Ya nos habíamos puesto de acuerdo.

—Paul. Se llamará Paul Thomas.

The Exiled [Dangerous Minds 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora