XIV
Ahora que obtuve la información que quería, tengo que buscar la manera de salir de aquí. Para eso necesito aliados, por supuesto. Ni siquiera sé en qué parte del estado me encuentro; si me escapara sola me perdería en el bosque, o peor aún, sería obligada a regresar a la base en cuanto me siguieran el rastro. El problema es que aparte de mis tres amigos, no conozco a nadie que me pueda ayudar. Aysha está fuera de discusión, eso me queda más que claro.
También está el problema del dichoso brazalete que rodea mi muñeca, con el cual los que están al mando me pueden localizar fácilmente. Todavía tengo fresca en mi memoria la advertencia que me hizo Reed el día que me lo pusieron. No sé a qué él se refirió cuando me dijo que tratar de huir resultaría en dolorosas consecuencias, y, honestamente, tampoco me quiero enterar.
Al llegar a mi dormitorio estoy tan exhausta que decido irme a la cama y olvidar el asunto. Ya mañana tendré tiempo de devanarme la cabeza pensando en eso. Hoy descansaré y recuperaré las energías perdidas en la sesión de entrenamiento.
Por la mañana, luego de haber descansado algunas horas, vuelvo a la carga. No tengo tiempo que perder, así que busco a mi primera aliada: Clara. Como si la hubiera llamado con el pensamiento, mi compañera de cuarto regresa de su ducha matutina.
—¿Y tú levantada a estas horas? —me pregunta extrañada.
Por lo general es ella quien me despierta cuando se me olvida poner la alarma de mi reloj despertador, y hoy no ha tenido que hacerlo. Lo que ella no sabe es que me desperté como a las tres de la madrugada y no pude volver a conciliar el sueño.
—Qué bueno que llegas, Clara. Tengo que pedirte un favor.
Mi amiga me clava sus irises ambarinas. Está examinando mi aura para determinar mi estado de ánimo. Una vez satisfecha, se sienta sobre la cama.
—Y bien, ¿qué necesitas?
Y aquí va la bomba. Solo espero que no se alarme mucho.
—Necesito que me ayudes a escapar de la base.
—¿Que te ayude a qué?
Sus facciones, antes relajadas y pacíficas, se distorsionan en un gesto de preocupación.
—Clara, escúchame antes de decir nada, por favor. Es urgente; de verdad necesito tu ayuda.
Mi compañera de cuarto se mantiene callada por unos agonizantes segundos. ¿Será que no me va ni a dejar hablar? Y yo que comencé por ella porque pensé que sería la más comprensiva. Por lo que veo estaba equivocada.
—De acuerdo, escucharé. Eso sí, no te prometo nada.
Mi suspiro de alivio es audible. Ahora a ver por dónde comienzo a contarle.
—Creo que será mejor que te pongas cómoda, porque esta será una historia muy larga.
Durante los treinta minutos que nos quedan antes de entrar a clases, le hago un resumen de todo lo sucedido hasta ahora. Desde mi primer encuentro con Bruce hasta la llamada que recibí de Ethan y la subsecuente reunión del Consejo.
—¿Entonces Thomas está en North Falls? —Es lo primero que sale de sus labios.
—Así es. El Consejo lo envió para que investigara el incidente de la llamada. Clara, estoy muy nerviosa. No puedo quedarme de brazos cruzados. Mis seres queridos podrían estar en grave peligro.
—Esos proscritos… —dice ella con amargura—. Mi familia no sobrevivió a sus ataques terroristas, por eso estoy aquí de refugiada.
Su respuesta me hace caer en cuenta de lo desconsiderada que soy. A veces me enfoco tanto en mis problemas que se me olvida que la gran mayoría de los refugiados de la base son víctimas de alguna forma u otra.
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The Exiled [Dangerous Minds 2]
ParanormalCuando Alison aceptó dejar todo atrás y escapar con Reed, no esperaba encontrarse con tantos retos. La base es un mundo nuevo, totalmente distinto al que estaba acostumbrada, y en el que tendrá que luchar para probar su valía. Por si eso fuera poco...