El sol salía e iluminaba las calles de Londres, ofreciendo un poco de calor a los ingleses que vivían quejándose continuamente por el frío característico de todos los días. A pesar de que era un día de semana, los carros no transitaban las calles como de costumbre. Esto era una ventaja para la familia Thompson que viajaba por la carretera con el objetivo de disfrutar unas vacaciones que pudiese unir los lazos que estaban rotos desde hace unos meses.
Una madre con el corazón hecho trizas, un padre lleno de orgullo incapaz de ver la realidad con sus propios ojos y una hija pesimista que odia su vida actual se disponían a pasar unas no tan merecidas vacaciones en la ciudad de Londres en Inglaterra.
—¿Falta mucho? —preguntó Violet, tratando de buscar una posición cómoda en el asiento.
—Ya estoy viendo la casa ¡es una maravilla! —respondió el padre, sonriendo de oreja a oreja.
Violeto observó por la ventana, la casa se veía cada vez más cerca.
—Se ve un poco terrorífica —musitó con una expresión de asco en su rostro.
Carol observó por la ventana y miro preocupada a su marido.
—Se ve hermosa cariño, aunque creo que es demasiado grande para nosotros.
—Preferiría dormir en una cabaña —refunfuñó Violet y se hundió en el asiento.
La casa estaba ubicada en la ciudad de Londres, específicamente en Richmond, the Vineyard. Lucía muy diferente a la ciudad agitada de New York. Los alrededores daban una especie de paz, muchos árboles decoraban la zona y había muchas casas con estructuras parecidas.
El nuevo hogar de los Marx parecía cómodo, hecha de ladrillos con pequeñas ramas pegadas, color marrón, árboles decorando sus alrededores, un total de 19 ventanas, con un amplio estacionamiento y un jardín detrás de la casa, era el paraíso para cualquier familia vanidosa.
Frank, el hombre de la casa, se aventuró a ingresar a la casa para echar un vistazo y asegurar de que todo estuviera igual que en las fotos. Estacionó el auto y abrió la puerta; todo parecía estable. El piso era de madera, la primera sala tenía muebles blancos y negros, un candelabro, una chimenea y paredes llenas de retratos artísticos, la segunda sala era muy parecida sólo que tenía un televisor pantalla plana y lucía más acogedora. La cocina estaba justo al lado de la primera sala, moderna con sillas giratorias color negro y una mesa de hierro con vista al patio. Las recamaras quedaban en el piso de arriba, conectadas por una escalera de madera, parecían estar diseñadas para la realeza. Dos pequeños muebles se encontraban al lado de la enorme cama. El piso estaba alfombrado y habían esculturas en las esquinas de la habitación. A la derecha se encontraba un pasillo para los armarios y al lado estaba el gigantesco baño, con una silla giratoria y un espejo con muchas luces, jacuzzi y todo lo esencial. Esto se repetía en las demás habitaciones pero con diferentes posiciones. El piso de abajo lo conectaba una escalera en forma de espiral, que daba acceso a un gimnasio.
Frank salió de la casa, deslumbrado por lo que sus ojos habían visto y le hizo señas a su esposa e hija para que se acercaran, ellas traían las maletas para instalarse en su nueva casa. Violet frunció el ceño al entrar a la casa, Carol comenzó a tocar los muebles y las paredes como si estuviera buscando pistas sobre un crimen, sus ojos brillaban como unos diamantes, sus manos se deslizaban por las paredes y su sonrisa se hacía más cada vez más amplia.
Frank metió la última maleta en la casa y se secó el sudor de la frente.
— ¿Qué les parece? Es hermosa ¿cierto? —preguntó Frank, alardeando su compra.
—Tiene un olor nauseabundo —refunfuñó Violet.
—Debe ser la humedad o el tiempo que tiene sin ser limpiada, supongo que no había sido habitada desde hace mucho tiempo —dice Carol, hundiendo sus manos en el mueble.
—Sí, tiene aproximadamente 3 años sin ser habitada.
—¡¿3 años?! —preguntó Violet incrédula—. Una casa tan lujosa, con tanto potencial ¿y no ha sido habitada por nadie? Es muy extraño —susurró, observando la casa para encontrar algún defecto en ese lugar tan viejo y moderno al mismo tiempo.
—Seguramente no han venido familias con suficiente dinero a alquilar esta casa Violet —puso una mano en su hombro— Nosotros somos los afortunados.
Movió sus brazos incomoda.
—O quizás los desafortunados —replicó—. Quiero volver a Nueva York.
—Ni pensarlo, vamos a pasar tiempo de calidad —se acercó a su oído—, En familia —susurró y caminó hacía la cocina.
—Madre, ¿por qué nos trajo a este lugar? —rezongó—, Estaba feliz en Nueva York —susurró con cierta melancolía.
Carol abrazó a su hija tratando de darle consuelo.
—No tengo ni idea, él cree que con un viaje y una casa lujosa va a solucionar todo —acarició su cabello.
—Debiste haberte divorciado de una buena vez, las infidelidades no se arreglan con un viaje a un pueblo horrendo —levantó la cabeza.
Tomó su rostro y lo levantó hasta ver sus ojos color miel directamente.
—Tratemos de olvidar eso. No lo llames horrendo si aún no lo has conocido bien, mente positiva —dijo, subiéndole los ánimos—. Ahora anda a arreglarte, tenemos una cena especial esta noche, unos amigos importantes de tu padre vendrán a visitarlo —frunció los labios en señal de descontento. Las reuniones familiares siempre se tornaban molestas y aburridas.
Carol subió lentamente las escaleras de madera, tocando la baranda, sintiéndose como toda una millonaria. Violet se acercó a la ventana y observó el enorme patio que poseía la casa, los muebles negros situados afuera, que inútilmente alguien iba a usar, los árboles rodeando la zona y a sus vecinos: algunos reían, otros regaban las plantas, uno que otro pasaba frente a la casa y la señalaba alardeando de una compra que nunca podrían realizar. En eso, observó una figura misteriosa a lo lejos, alguien la estaba observando a lo lejos fijamente. Rápidamente la figura se desvaneció y la cortina quedó bailando en el aire. Violet meneó la cabeza y pestañeó, todo parecía normal.
—El cansancio me está haciendo tener visiones, mejor descanso un rato.
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Celos
RandomUn viaje parece ser la solución perfecta para unir los lazos rotos de una familia que está a punto de quebrarse. Cuando Frank decide dejar la ciudad de Nueva York para adentrarse a la mágica ciudad de Londres, las cosas parecen correr a su favor: un...