Parte 4

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como es que las cosas acabaron así


--segura que estas bien.

Le pregunte a Liz preocupado, después de su experiencia cercana a la muerte solo se tomó una aspirina y volvió al trabajo, estaba pálida, no respiraba bien y se veía cansada, caminaba con dificultad, apoyándose de las paredes, con trabajo logro llegar a la barra.

--si... no te preocupes.

Era claro que mentía, no se había esforzado siquiera en disimular su mal estado, mire a mí alrededor. Había platos de todos tamaños ordenados sistemáticamente de mayor a menor, vasos, tazas y copas para helados, en el extremo de la barra había una maquina gris, cuadrada, que sirve para cobrar los pedidos y ponerlos en la cuenta.

--no te creo nada—le reclame, si es necesario estoy dispuesto a cargarla, se ve terrible.

La chica me dedico otra falsa sonrisa, cerró los ojos y al ritmo que los habría llena de emoción, su falsa sonrisa se iba tornando cada vez mas real.

--¿oye, en serio te gusta?—pregunto ansiosa

--una libreta Rufino—pidió una voz con un ligero tono de exigencia.

Sam entro en la barra, mirando a la caja, viendo si Rufino le daría la libreta, se volteo hacia nosotros, me miro rápidamente e inmediatamente Liz se robó su atención, Sam mostró una cara de genuina preocupación, se apresuró hacia ella, se agacho un poco para estar a su altura, la tomo del rostro y la examino.

--Liz, estas pálida, ¿Qué paso?—dijo exaltada.

Liz se limitó a sonreír, Sam insatisfecha me miro con tono apremiante y amenazante.

Tenía un uniforme idéntico al de Liz, se adaptaba perfectamente a su hermosa figura, solo la había visto dos veces antes, así que el que me mirara me puso nervioso, empecé a buscar en mi cabeza como responder, me empecé a sonrojar, mi cabeza daba vueltas.

Le devolví la mirada, alce los hombros y puse cara de incertidumbre.

--Erika—me limite a decir.

Sam pareció relajarse, le sonrió tiernamente y sin previo aviso le dio un fuerte cabezazo a Liz, dejándola noqueada y la recostó en el suelo. Sam se levantó, me miro a los ojos y me sonrió amablemente.

--necesita descansar—se justificó.

No tengo ni la más remota idea de cómo responder a eso, sonrío amablemente y con un tono comprensivo.

--te entiendo.

En ese momento Sam pareció inquieta, me recorrió completo con la mirada, parece que acaba de notar que soy nuevo, cuando termino de inspeccionarme, pareció darse cuenta de algo aún más importante.

--tú eres el de ayer.

Apenas se dio cuenta.

--sí, mi nombre es Michel—dije con un tono tímido—a partir de hoy trabajare aquí como mesero, es un placer.

--vamos hombre, no tienes que ser tan cortes—se burló—soy Sam—dijo con una amplia sonrisa, hizo una breve pausa, exhalo y pareció quitarse una preocupación—vaya hombre, ayer que te vi no pensé que fueras a aceptar el trabajo.

--¿por qué?—dije con un tono ligeramente burlón.

Me dedico una curiosa sonrisa, antes de que me diera cuenta, se abalanzó sobre mi oído, sin darme tiempo de reaccionar.

Podía oír su tranquila respiración, desprendía de su ropa un ligero y cautivador aroma, era dulce y amargo a la vez, podía ver como subían y bajaban ligeramente sus hombros de acuerdo a su respiración. Sentí que el corazón se me paraba, me faltaban fuerzas, me sentía mareado, me sentía perdido y por un segundo la idea de besarla cruzo mi mente.

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