Capítulo 5

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Los pájaros anunciaban que un nuevo día había llegado. La estrella más grande, el sol, estaba ahí arriba, repartiendo luz a todos sitios. Esto hizo que el erizo de vetas carmesí se despertara.

Él miró a su lado y vio a la princesa Rose durmiendo plácidamente en su pecho, escena que le impresionó bastante al principio, pues no había hecho algo parecido desde que tenía tres años y dormía con su madre. Luego lanzó una tierna sonrisa. Al parecer, se quedó vigilando durante varias horas y al ver que no había peligro, se acomodó al lado de Amy. No sabía cómo habían acabado en esa postura. Con cualquier otra persona le habría desagradado, pero esa chica tenía un tipo de encanto que hacía que se sintiera diferente a como se siente siempre.

El erizo se movió con mucho cuidado, apartándose con cautela para que la eriza no despertara, pero al final esto es lo que acabó sucediendo. La pelirrosa frotó uno de sus ojos y dio un pequeño bostezo tapándolo con su otra mano. Para cuando se despertó del todo, Shadow ya estaba de pie, algo alejado de ella.

     —Buenos días, Shadow.

     —Buenos días, princesa Rose.

La de ojos jade consiguió notar que el rostro de su acompañante estaba algo ruborizado, pero no conseguía entender por qué.

     —Volvamos a tu reino.

Ambos adolescentes emprendieron su viaje hacia el reino rosa.

«¿Qué me pasa...? Me siento rara cuando estoy al lado de él».

«¿Qué es este extraño sentimiento que emana cuando estoy al lado de ella?»

Shadow y Amy lograron llegar a Rosendelle en pocos minutos. No soltaron ningún tema de conversación durante la caminata, ya que ambos estaban demasiado ocupados analizando sus sentimientos.

     —Gracias por acompañarme. Bueno, gracias por todo —dijo la chica.

     —Para mí es un placer.

     —Shadow... ¿vendrás a visitarme más veces?

«¿Qué acabo de decir?», pensó ella.

      —Claro.

La princesa se tomó unos segundos para asimilar aquella respuesta y dijo:

     —D-debo irme. Adiós.

La eriza corrió hasta su castillo, mientras que por otro lado Shadow se dirigió hacia Darknest.

Amy veía como los ciudadanos y trabajadores del castillo reparaban los daños de la anterior noche y, de vez en cuando, la paraban por el camino para decirle que estaban contentos de que estuviera bien, pero la chica tenía algo de prisa.

No quiso entrar como normalmente lo haría, ya que si su padre veía que había llegado ahora se enfadaría muchísimo, por lo que fue astuta y se posicionó justo debajo de la ventana que daba a la habitación de su hermana.

     —¡Emily! ¡Emily! —gritó, pero no demasiado fuerte, por si su padre llegaba a escucharla.

La mencionada se asomó a la ventana al cabo de unos segundos y su rostro cambió en cuanto reconoció a la eriza rosada.

     —¡AMY! —chilló, y de la impresión casi se cae por la ventana.

     —Tienes que ayudarme a subir sin que el rey se entere.

     —¿¡Se puede saber dónde has estado!? ¿¡Tienes idea de lo preocupados que estábamos todos!?

     —¡Lo siento! Te lo contaré, pero primero tienes que ayudarme.

     —Espera ahí...

La pequeña eriza esperó unos minutos a su hermana. Se estaba empezando a impacientar.

     —¿Emily? ¿Sigues ahí?

     —¡Sí, espera un poco!

Tras varios segundos, una hilera de sábanas amarradas entre sí salió por la ventana.

En Darknest...

Shadow finalmente llegó al castillo. La princesa Malvia lo vio andar por los pasillos y se levantó de su trono para dirigirse hacia él.

     —¡Shadow! —gritó, enfadada.

     —¿Sí? —preguntó él como si nada, con su característico rostro neutro.

     —¿Cómo que "sí"? ¿¡Se puede saber dónde estuviste toda la noche!?

     —Estuve... ocupado.

     —¿Ocupado con otra cosa que no es servir a tu princesa?

     —Eh... Sí.

     —Sabes que eres mi sirviente favorito, Shadow, pero no dudaré en imponerte un castigo si sigues así. Debes servirme a mí y solo a mí, ¿entendido? —recitó con un aire de superioridad que incluso daba algo de miedo.

     —Sí, princesa.

En Rosendelle...

Viendo que no le quedaba otro remedio, la de ojos verdes trepó como pudo, con dificultad por su gran vestido. Al final consiguió llegar hasta arriba. Tras abrazarla con muchísima fuerza, la eriza mayor exigió:

     —Ahora dame una explicación.

     —Luego. Ahora debo hacerle creer a papá que pasé toda la noche aquí —dijo la menor, caminando hacia la puerta.

     —Son las 8 y media, ¿de verdad piensas que es creíble que hayas estado tantas horas desaparecida dentro de casa?

     —Al menos tengo que intentarlo.

La pequeña rosa abrió la puerta y se encontró a su padrastro tras esta, de brazos cruzados y con una cara de muy mal humor. Tanto ella como su hermana quedaron petrificadas.

     —B-b-buenos días. —Sonrió, nerviosa.

     —¿Se puede saber dónde has estado? Tu madre se ha pasado toda la noche llorando.

     —Verás, como tenía tanto miedo, me vine al cuarto de Emily porque parecía el más seguro, y me quedé aquí toda la noche...

     —Es verdad, a mí me ha pegado un susto cuando la he visto salir del armario... Creía que era un oso.

La pelirrosa le lanza una mirada a su hermana y esta solo sube los hombros en señal de indiferencia.

     —No me mientas, seguro que estuviste con ese pendenciero.

     —¿Quién?

     —¡Con ese tipo de Darknest! No quiero que vuelvas a verle. Tienes prohibido salir del castillo hasta que se acabe la guerra.

     —¿¡Qué!? Pero-

     —¡Nada de peros! ¿No te das cuenta de que ese chico es peligroso? Lo hago por tu bien.

     —¡Tú no lo entiendes! ¡Él no es como los demás soldados de Darknest! ¡Él quiere parar esta guerra! —alzó la voz la princesa.

Mientras tanto, Emily observaba la escena con ojos como platos. Le daba demasiado miedo entrometerse.

     —¡Es del bando enemigo y solo va a traernos desgracias!

     —¡¡Si no fuera por él, yo no estaría aquí ahora!!

Tras aquello, Amy salió corriendo en dirección a su habitación, derramando lágrimas. Al llegar, se abalanzó sobre su cama a llorar.

Ella escuchó pasos de mujer; sabía que era Emily por la forma de andar y el tipo de zapato. Entró a la habitación cerrando la puerta tras ella y se acercó hasta quedar detrás de Amy, esta se giró y quedaron cara a cara.

La eriza mayor ladeó suavemente la cabeza y dibujó una pequeña sonrisa en su rostro, intentando animar así a su hermana.

     —¿Se lo contarás a tu hermanita?

     —...Está bien.

【La princesa y el caballero】❥ ShadAmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora