Garrapatas.

251 32 17
                                    

-Ulaaa -escucho a lo lejos una voz llena de desesperación- Aulaaa -vuelvo a escuchar, pero con más fuerza- ¡Paula Arango López! -abro mis ojos de golpe y me siento en la cama- ¡Levántate ya! -vuelve a gritar mi madre ¿Me quiere matar? ¿Por qué grita así un sábado?-.

Salgo corriendo de mi cuarto para averiguar lo que sucede. Pero apenas paso del marco de la puerta mi pie se resbala con algo baboso, haciéndome caer de trasero.

-¡Paula, hija! ¿Estás bien? -me dice mi madre fingiendo estar preocupada-.

-¿Por qué gritas de esa manera? -le digo mientras me ayuda a pararme-.

-Es que Margot... Hizo un desastre, cariño.

-¿Que desastre...? -miro el suelo y hay una baba de color verdoso y amarillento, además de tener pequeños grumos de algo... La misma baba por la que me caí- ¿Qué es esto, ma-dre? -digo lentamente con los ojos cerrados-.

-Vomito de Margot... -me dice mirando hacia otro lado-.

-¿Qué? Ay no, no -volteo mi cabeza para ver el desastre que está en mi trasero. Y "Desastre" es poco en comparación a lo que veo en mi pantalón. Hay pequeñas partes de comida, mezcladas con el mismo color que está en el suelo.

Salgo corriendo a mi cuarto con ganas de vomitar. Me quito el pijama como si este me quemara la piel y envuelvo mi cuerpo en la toalla. Cuando abro la puerta mi madre esta esperándome.

-¡Eres un exagerada! Solo te caíste encima del vomito de... ¿¡Que estoy diciendo!? Anda a bañarte para que recojas todo esto.

-¿A qué te refieres? -le digo confundida, pues... ¡Mi trasero limpio casi todo!

-Por eso gritaba. Me levante y... Vi todo esto -hace un ademan con la mano para que mire la sala- Que asco. Creo que esta enferma o tal vez algo le cayó mal –y tiene razón, hay por lo menos seis o siete charcos más.

-Respiro hondo- Deja que me dé una ducha tranquila. Y cuando salga lo limpio -doy media vuelta y me dirijo al baño-.

-Está bien, Paula. Pero no te tardes tanto. Que no he desayunado -le escucho decir cuando cierro la puerta-.

Ya vestida. Me dispongo a limpiar el desastre de Margot Josefina, mirando hacia otro lado ¡Esto es realmente asqueroso!

-Pinche Margot ¿Por qué vomitaste tanto? Mejor dicho... ¿Cómo puedes almacenar tanto líquido? -le digo mientras recojo el último charco-.

Veo que está debajo de la mesa del comedor, con ojos tristes. Así que voy a la cocina y busco algo de pan para darle de comer, pero lo rechaza ¡Eso nunca había pasado!

-¿Sabes de algún veterinario que esté cerca? -le digo a mi madre desde la sala-.

-Eugenia me dijo el otro día que llevo a Pinky -una irritante chihuahua- a un veterinario nuevo, cerca de aquí. La llamare para anotar bien la dirección.

-Está bien -busco la correa y se la coloco a Margot-.

Luego de dos minutos aparece mi madre con un pedazo de hoja en la que se encuentra la dirección, la tomo y me despido de ella.

Salgo de mi casa y decido que iré caminando, pues el lugar está relativamente cerca. Pero mi pug no coopera.

-Vamos, Margot Josefina ¿Quieres mejorarte o no? -le digo jalando de la correa- Camina, por favor -vuelvo a intentarlo y suelta un bufido- Ya que... No pasare todo el día aquí -me ringo y la cargo, pegándola de mi pecho- ¡Pero ni se te ocurra vomitar! Porque te lanzo hacia la carretera.

Después de dos perdidas, por fin encuentro el lugar. Y a decir verdad, no está nada mal...

-Buenas... -entro con una sonrisa y cierro la puerta- ¿Hola? -digo al no ver a nadie.

¿Enamorarme? No, gracias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora