Titulo: Cabreado
Advertencia: Si
Créditos: Sakuhin (su libro es de magcon, son hermosos😍)Estabas sentada en casa, tapada con tu mantita y viendo una película. Vamos, un sábado por la mañana perfecto. Tus padres estaban trabajando en la tienda, y siempre te despertaban temprano para cuidar de la casa, y cómo ya habías terminado de recoger pues te diste un ratito de descanso.
Tu novio de aproximadamente un mes, Evan Peters, te mandó un mensaje.
<<Voy para tu casa>>
<<¿Porqué vas a venir?>>
<<Por lo que sea. Estoy llegando, sólo te advertía>>
<<Oh, alguien esta un poco cabreado...>>
<<Enserio, Tn. Lo trataré contigo ahora>>
No te importaba que viniera, ya que tus padres no llegaban hasta las dos de la tarde, y daba tiempo de sobra a hablar con él y que se fuera. Aún así, sí que te importaba por qué estaba tan molesto.
Subiste a tu habitación a arreglarte un poco. Bueno, al menos peinarte y lavarte los dientes. Llevabas una camiseta blanca ancha y larga, unas mallas negras hasta la mitad del gemelo y tus deportivas blancas. Te hiciste un pequeño moño alto pero desordenado, y para adelante.
[...]
Finalmente, los cinco supuestos minutos por ti, se convirtieron en dos horas. Creías que ya no iba a aparecer, así que te levantaste del sofá para ir a tirar la basura.
Ibas a salir por la puerta, cuando por la ventana de al lado viste cómo aparcaba un coche delante, en la acera. Evan salió de él, caminando rápido y decidido. Se veía bastante enfadado, y te dio mucho miedo abrir la puerta. Aquél cabreo no era normal en él.
Quitaste el pestillo (para que entrara por su cuenta y te evitara un golpe o a saber qué) y retrocediste hacia atrás. Tocó a la puerta. Estabas demasiado asustada como para abrir la puerta, así que solamente te sentaste en la escalera sin saber qué hacer.
-Tn, abre la puerta ahora mismo. -Dijo levantando la voz. -No estoy de coña. Abre o lo lamentarás.
-Está abierta. -Respondiste levantándote y agarrando la barandilla.
Abrió la puerta. Se quedó parado mirándote. Te estabas asustando demasiado, y por instinto, giraste rápidamente sobre ti misma para correr arriba hacia tu habitación. Escuchaste un portazo, y antes de poder abrir la puerta de tu cuarto, Evan ya estaba tras tuya.
Agarró tu cintura, y pegó tu cuerpo contra el pasillo con más fuerza de lo normal.
-Lo siento, lo siento. Por favor, no me hagas daño. -Suplicabas susurrando.
-Te dije que lo trataríamos luego. -Susurró él en tu oreja.
Fue cuando su labios se encontraron con los tuyos salvajemente. No te opusiste, era salvaje pero agradable. Envolvió tu cuerpo con sus brazos, y te llevó hasta el interior de tu habitación, dónde te tiró sobre la cama. Se desnudó por completo frente a ti, sin ningún tipo de remordimiento , así que te sonrojaste notablemente mirándole a los ojos. Se tomó su tiempo, y luego, te levantó colocándote delante suya mientras él se sentaba.
-Desnúdate. -Reclamó, obligándote.
-¿Cómo? -Dijiste avergonzada, aún con tus mejillas rojas.
-Como lo oyes. Venga. -Alzó sus cejas, acompañando un gesto con la mano para incitarte.
Lo hiciste cómo él mandó. Todo te parecía muy raro, aunque en el fondo te excitaba lo que estaba pasando. Quitándote prenda a prenda, notabas cómo el calor de tu cuerpo aumentaba. Evan sólo observaba cada centímetro de piel que dejabas, cada vez, más expuesto.
Finalmente, con ambos desnudos, Evan atrajo tu cuerpo al suyo. Te volvió a tumbar en la cama, esta vez colocándose encima tuya. Abrió tus piernas para acariciarte, a lo que jadeaste. Te separó los labios, y colocó la punta de su pene en tu entrada. Creías que su mano iba a permanecer ahí, pero se colocó en la cabecera de la cama.
-Pásalo bien intentando caminar mañana, Tn. -Dijo antes de entrar con fuerza en ti, sin darte tiempo a reaccionar.
-¡Joder, Evan! -Gritaste, aunque tu voz se apagaba para expirar agitada.
Oías cómo gemía Evan encima tuya, entrando igual de fuerte en cada embestida llegando a dar con tu Punto G.
-Evan, dios mío. -Gemías junto a él.
Su mano volvió a bajar de la cabecera (la cuál creías que se iba a romper, ya que la cama se movía más que vosotros dos juntos). La dirigió a tu clítoris, y esta vez sí que masajeó rápidamente para que les diera tiempo a alcanzar el orgasmo juntos. Le atrapaste la cintura con tus piernas, empujando su cuerpo y que quedara dentro de ti. El climax, la cima, el orgasmo, como quieras llamarlo; habia llegado.
-¡Evan! -Gritaste.
-Dios mío, Tn. -Gimió él, bastante alto.
Su cuerpo cansado, se hizo a un lado. Los dos os encontrabais tumbados en la cama recuperando el aliento.
-Deberías de venir más veces cabreado. -Dijiste sonriendo, a lo que él sonrió.
-Bueno, no seré yo al que le cueste caminar los próximos días. Así que no me importa. - Respondió guiñando el ojo.
Después de eso, cogió el edredón que entre tanta confusión, había terminado en el suelo. Los tapó a ambo, empujando tu espalda para que colocaras tu cabeza en su pecho. Antes de bajar la cabeza, le besaste, y Evan con gusto lo devolvió. Finalmente, acabaron dormidos