Prólogo

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Zootopia. La ciudad de las oportunidades. Donde todos los mamíferos pueden ser lo que quieran. Todo ha estado en paz desde hacia un año y medio a partir del desmantelamiento de una conspiración contra el sector de los depredadores gracias a la acción de la primera conejita policía de la ciudad, Judy Hops junto con la ayuda de su compañero laboral y sentimental Nick Wilde, quien también es pionero en su especie al ser el primer zorro fichado en el cuerpo de policía de Zootopia.

En todo este tiempo no solo ha cambiado la vida de ambos por separado. Han dejado sus anteriores viviendas junto a un trozo de su pasado y han comenzado la mudanza a un piso en el centro de la ciudad iniciando así un capítulo nuevo en sus vidas. Así como comienza esta historia.

Era un día soleado como casi todos los días en Zootopia y se abría la puerta del piso nuevo de Judy y Nick, aun lleno de cajas, prueba de la mudanza incompleta.

-Menudo día, -dijo resoplando la conejita dejando las llaves del piso en una de las cajas sin abrir- primero el atraco al banco, luego la persecución a otro conductor temerario y para rematar el robo a aquella pobre vaca anciana.

-Y no olvides la máquina de café averiada.

-Gracias por recordarme lo de la máquina de café averiada. -dijo la conejita, marcando la frustración en su voz.

Nick rio.

-¿Dónde quedó esa conejita que adoraba su trabajo como policía?

-Hay días y días, Nick. Pero ahora que lo pienso… -miró las cajas- es mejor quejarse en un piso como este que en aquel cuchitril…

-Con aquellos vecinos molestos.

-Exacto. La casera era un amor, pero aquellos antílopes eran insoportables. Pero lo bueno se hace esperar.

-¿Con eso te estás refiriendo a mí? -preguntó el zorro divertido mientras arqueaba una ceja.

-¡Me refería al piso, tonto! -respondió Judy golpeando amistosamente el hombro de Nick mientras reía a carcajadas. Entonces su semblante cambió a una sonrisa dulce- Y también a ti. Creo que si no hubieras aparecido en mi vida no estaríamos así de bien.

-Anda, déjate de cursilerías. Voy a vomitar arcoiris un día de estos.

La conejita se colgó del cuello de Nick y de forma repentina le dio un beso corto pero lleno de dulzura.

-¿Decías?

-Vale, me has hecho cambiar de opinión. Tendré que acostumbrarme a ser cursi.

El móvil de Judy sonó y la conejita se separó de Nick para mirarlo. Sus orejas se subieron y sus ojos brillaron de alegría.

-¡Nick, tengo buenas noticias para ti! -su tono de voz se asemejaba al de una niña pequeña ilusionada con los regalos de Navidad.

-A ver, ¿de qué se trata? -el zorro se cruzó de brazos y sonrió.

-¡¡Ellie Koalabell ha subido nuevo vídeo!!

-¿Quién?

-¿Llevamos año y medio de pareja y aún no sabes quién es Ellie Koalabell?

-¿Te refieres a la que se dedica a subir vídeos a YouTube?

-Ajá. El Rincón del Koala. ¿Ya te va sonando?

-¡Ah vale! Estoy espeso hoy. Sí, ya me acuerdo. Nunca he visto uno de sus vídeos y tú me dijiste que me enseñarías uno cuando pudieras, no?

-Exacto. Tú me dijiste que no te iba ver vídeos.

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