Capítulo 4

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No supe ni cuánto tiempo estuve durmiendo pero sí supe que Eugene había llegado, ¿Cómo? Me despertó tirándose sobre mí.

-¡Despierta, dormilona!

Casi brinqué del susto.

-¡Dios que me da un infarto! ¿Ya has llegado? Qué pronto.

Mi hermano rio a carcajadas sentado en la cama.

-Pronto, dices. Es la una del mediodía.

-¿¡La una!?

-Lo que oyes. ¿Tanto trabajo tuviste ayer? Porque vale que los koalas seamos famosos por dormir pero tu eres la excepción así que es raro en ti.

-Bueno, sí tuve mucho trabajo.

-¿Con ese husky siberiano que vi entrar al piso? -me miró con ojitos pícaros.

Noté mi cara ardiendo y lo golpeé con la almohada.

-¡Serás cotilla!

-Es lo que tiene ser gay -rio a carcajadas- cotilleamos como las chicas.

-¡Pero tú te pasas! -comencé a reír como idiota.

-Algo me dice que hubo algo más. Anda, cuéntame.

-¡Que solo hubo trabajo, pesado!

-Esa risa tonta no me dice eso.

-Luego soy yo la intuitiva.

-Ambos salimos a nuestro padre . Tú más que yo pero yo también tengo algo de su talento para la deducción.

-Bueno, ya te lo contaré después. Ahora me interesas tú. ¿Qué tal te fue?

-Mereció la pena la larga ida y vuelta en el autobús. Mejores compañeros no he podido tener. De hecho, a lo mejor nos vemos en el curso que viene.

-Que suerte la tuya.

-¡Lo sé! -parecía un niño en Navidad abriendo los regalos- Cambiando de tema, ¿sobreviviste ayer sin mí?

-De milagro.

Entonces comenzó a subir y bajar las cejas repetidamente, una expresión que podría traducirse como la picardía o, como diría mi amigo Raspby en sus vídeos: “aquí hay salseo, gente”.

-Oh no… sé lo que piensas.

-¿Ese husky influyó verdad?

-Sí, influyó. Pero porque nos tomamos un descanso del trabajo que empezamos casi desde que te fuiste.

-No voy a meterme en tu trabajo, así que cuéntame. ¿Cómo era?

-Físicamente ya lo has visto.

-Obvio, me refiero psicológicamente.

-Mira que eres… vale, por dónde empiezo… es adorable, simpático, para nada serio a pesar de su trabajo, al contrario, es muy divertido; dulce… pero esa es la primera impresión.

-Me huele a amor a primera vista. -otra vez la cara de salseo.

-¿Qué te hace pensar eso? -no pude evitar sonrojarme.

-Vamos, esa cara, tu tono de voz, esos ojitos… ¡no me digas que estas colada por él!

-¿¡Qué dices!? ¡No es cierto!

-¡Tú sola te has delatado al negarte! 

-No saques conclusiones antes de tiempo.

-Te conozco y sé que tú no eres de las que te enamoras fácilmente. De hecho te costó con Trevor.

-¿Y a dónde quieres llegar con eso?

-¡Que lo invites a salir antes de que se pierda la oportunidad!

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