Simply Love [UF!Fontcest]

33; ¡Fin del mini especial!

Luego de unos treinta minutos hablando e insultándose por algún comentario estúpido, Papyrus consiguió que aquella lagartija amarilla le hablase de dónde se encontraba Sans. Podría hasta jurar que cuando lo viese lo insultaría hasta dejarle algún problema mental, eso o dejarlo en una hermosa silla de ruedas.

Alphys le había hecho entrega sobre el paradero de Sans, el cual, al saberlo, estalló en un debate interno. No dejaría que esa lagartiga psicópata fuese testigo de sus arranques de ira, por lo que corrió fuera del laboratorio y comenzó a insultar a todos los que se le cruzasen enfrente.

Grillby.

El último monstruo al que pensaba ir a ver, y sobretodo a hablar sobre Sans. Lo odiaba, lo detestaba y le tenia el más puro asco que pudiese existir en el Underground. Odiaba cómo caminaba, cómo hablaba, cómo el calor emanaba de él, cómo respiraba y mucho, mucho más que seguramente estarían enlistadas en su libreta negra hecha especial y únicamente para él.

No decía que él mismo fuese la maravilla del subsuelo, pero estaba seguro de que tenía más cosas buena que ese fósforo encendido y tintado de púrpura.

Luego de caminar hasta Waterfall e ignorar olímpicamente a Undyne -la cual gritaba solamente de sus ya olvidados entrenamientos-, se encontró con Mettaton que caminaba murmurando cosas y sobandose su robótica cadera. Su rostro reflejaba molestia -eso y dolor, mucho dolor-.

- Ese Blooky me las va a pagar muy caro... -Murmuró, llamando la atención del esqueleto. Papyrus se acercó, con una muy buena idea en su cabeza. - ¿Hm? Oh, hola Pap-- ¿¡Hya!? -Se cubrió la boca luego de recibir una nalgada por parte del otro. Su mirada cambio muy rápidamente, ahora sólo reflejaba un profundo odio.

- ¿Cómo estuvo la noche, Mettaton? -Comentó con burla, a lo que el robot solamente se dio la vuelta y se marchó, caminando como un pequeño y lindo pato. - Pobre Mettaton... Y eso que recién están comenzando su relación. -Y se fue, sin agregar otro comentario más.

❤❤❤❤

Cuando estuvo en Snowdin, miró a todos los lados, buscando a esa llama púrpura que caracterizaba al tan odiado Grillby (N/A: Yo lo amo, pero así es la historia 💔 ), al saber que no estaba en las calles del congelado Snowdin, comenzó a caminar a su bar.

Odiaba el olor a alcohol, pero que haría. Si quería de vuelta a su querido -sí, ese egocéntrico esqueleto quería al regordete de Sans- hermano, debía de entrar y marearse con los 'exquisitos' olores de los mejores licores del Underground -según los pueblerinos-.

Al estar frente a la puerta del bar, no escucho la gran cosa -ya que no se oía nada de nada-. Posó su mano en el pomo y, con un débil empuje, logró abrir la puerta. Se asombró de tal descuido por parte del fósforo tintado, pero como no le importaba, abrió la puerta por completo y entró. No vio nada que saliese de lo normal, por lo decidió adentrarse un poco más y abrir la puerta que lo llevaría a la cocina.

Grave error.

Al entrar, no vio nada mejor que a Sans siendo follado por Grillby. De sus ojos emanaban lágrimas rojas, de su boca saliva y una traviesa lengua que jugaba ferozmente con la de Grillby.

No pudo hacer nada al verlos, solamente pudo tapar su boca y dejar que su alma de rompiese y se fuese al demonio. Al principio se sintió engañado, se sintió herido e inevitablemente triste, su alma dolía y sentía como si alguien la estuviese apretando a tal punto de no poder respirar -algo no tan importante pues él no respiraba-, pero conforme pasaban los segundos, la furia recorrió todo su esqueleto dando paso a un peligroso ojo flamante. Estaba enojado, sí, y no solamente con Grillby, sino que también con el gordo e infiel de Sans.