El accidente

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Capítulo 1 | parte 1

Elsa


Ese día no llovió.

Habían pasado casi dos semanas enteras de fría lluvia que traía el comienzo del otoño. Pero ese día había sido la excepción.

Está bien, haz venido por una historia, y te relataré el comienzo. Pero solo por esta vez y nada más. Porque esta no es una historia fácil de contar. Sólo promete que guardarás el secreto.

Recuerdo el día exacto, 24 de abril de este año. Por desgracia no podré olvidar esa fecha, porque fue el día en el que todo pasó de un extremo a otro. Y por todo me refiero a que no volví a ser la misma, por un pedazo de metal.

Ese día que no llovió salí de la escuela, en el mismo horario de siempre, recalculando los grupos funcionales de los hidrácidos que vimos en la última hora de Química. Ocupada en mi propia mente sin nada interesante qué hacer o pensar, cerraba por impulso mi chaqueta gris, pues el viento frío comenzaba a viciar el aire. Me había alejado unas cuantas cuadras del Instituto, cuando recordé que Anna salía más tarde porque tenía gimnasia. Resoplé, sabiendo que debía esperarla. Entonces vi una iluminada cafetería al doblar la esquina, frente a la Plaza Mirage, y me zambullí en ella.

Pero mientras respiraba el olorcito a mi capuchino recién hecho y me quitaba los lentes empañados por el vaho, lo vi, a él, del otro lado de la gran vidriera con letras. Lo vi yendo apurado hacia la Plaza, con su ridícula forma desfachatada de caminar. Revolvía los aires a su alrededor con su sacudón de hombros a cada paso. Solo tenía la vista al piso, oculta por la capucha de su cazadora rojiza, y por suerte no me notó. Así que aparté la mirada del inconveniente ser con el que no quería cruzar caminos y la volví a mi capuchino.

Aunque, por la maldita curiosidad, me obligué a volverle a echar una mirada a ese misántropo, absurdo y resentido ser. Quería saber cómo se debía de estar sintiendo, quería corroborar si había ira en sus ojos, o alguna sed de venganza, o lágrimas, o caía glitter de sus pestañas, qué rayos ¡no sabía! Nunca se sabe nada tratándose de él.

Lo encontré de nuevo, parado contra las rejas que cercaban la plaza, en la calle de enfrente bebiendo una cerveza de una botella oscura sin etiqueta. Y me estaba mirando. Mi cuerpo se tensó de repente y una vez más desvié la mirada. Tonta, tonta, tonta... Sabía que no me estaba equivocando en alguna de las opciones anteriores, podía sentir su mirada penetrante en mí y casi oír las maldiciones en su mente. Si él tuviese rayos láser en los ojos, estaba frita. Yo únicamente podría esperar a que no me las hiciera pagar, mientras me constreñía a destensarme un poco.

No entraré en detalles, pero digamos... Digamos que no nos llevamos bien desde que prácticamente nos conocimos dos años atrás. Para ser sincera, lo detesto. Y estoy segura que el sentimiento es recíproco. Pero sé que soy más sabia que eso, y que el odio toma demasiada energía como para ser derrochada en alguien como Jackson. Preferiría odiar las alergias primaverales que a él. Solo lo detesto. Y mucho.

Porque tengo mis razones, y Jackson las "suyas", según él.

Quién diría que el chico nuevo que ingresó al Instituto hace dos años pudiera llevar una fachada casi tan fea como su verdad. Él no es nada bueno, se los digo. Solía parecer normal cuando lo conocí, algo reservado, hasta que comprobé la clase de cucaracha que es. Un desagradecido patán, y ya verán por qué.

Igual, yo no le guardaba rencor. Solo un poco de, huh, precaución.

Sí. Jackson, sobre todo los calificativos despectivos, es peligroso.

Miraculous Frosting - (Miraculous Ladybug/Jelsa Crossover) • Próximamente •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora