IV

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Al momento en el que apareciste en esa fiesta mi corazón sintió un retorcijón. Aunque mi cuerpo estuviese sintiendo placer el olor de tu perfume estaba grabado en mi memoria y no desaparecía por más que lo intentaba, aún no lo hace. Aquella chica se movía sobre mí pero yo sólo recordaba tu sonrisa. Ella podía susurrar mi nombre mientras yo gritaba el tuyo en mi mente. En ese momento te odiaba, te odiaba por hacerme parte de tu juego, te odio por haberme besado, te odio por pisotear mis sentimientos como sólo tú sabías, te odio por haber hecho que me enamorara de ti, te odiaba, te odio y me odio más por aún estar enamorado de ti.

¿Cuánto tiempo he corrido?, metafóricamente diez años, literalmente unas cuatro horas. Claro que tuve pequeños intervalos en los que caminaba y caía pero al llegar a éste lugar no me he podido levantar más. Está tan oscuro y las gotas de lluvia retumban en mi piel y el pavimento, me he arrastrado lentamente por esta oscuridad, por la nada en la que estoy sumergido. Quisiera encontrarte aquí, que estés a mi lado, pero eso ahora es un imposible. Ahora es que me planteo, ¿Cómo llegue a esta situación?, ¿por qué simplemente no lo supero?, sólo eres una mujer, la más efímera de todas. He tenido varias novias, las he "amado", lo hemos dejado y lo he olvidado, superado. ¿Por qué contigo es tan complicado?, ¿tiene algo que ver con el primer amor?, es estúpido pensar que tengo el mismo nivel de inmadurez de hace diez años. Un niño enamorado, eso parezco. ¿Es resentimiento o amor?, te fuiste sin darme una explicación. Te desvaneciste en el viento como aquellos dientes de león que arrancabas para luego soplar desde el techo. Te hice una pregunta y tú me hiciste una promesa, no recibí una respuesta pero en cambio yo estoy aquí cumpliendo mi parte.

Estuviste quebrantándome hasta más no poder. Me gradúe como el mejor estudiante porque solías decir que tenía que poner tu nombre en el discurso de graduación y eso sólo lo hace el mejor estudiante. Pero al final no estuviste allí para escucharme repetir tu nombre luego de varios meses, de sentir como se escuchaba dicho por mi voz, como cuando lo susurraba en el techo.

Ahora que me siento desfallecer podría contarte de ella, Gabriela. Ella sí estuvo allí para mí, ella soportó mis lágrimas y disfrutó mis risas. Ella me levantaba cuando más me esforzaba por quedarme en el piso, ella, simplemente ella logró que no me derrumbase en el tercer aniversario de tu muerte. Es triste que yo sufra por un fantasma que nunca me perteneció y ella sufra por el estúpido que más la hizo llorar. Cuando creces te das cuenta que el amor no es como las novelas y que las peleas no se solucionan con un beso y unas palabras de amor. A veces hay cosas peores que los celos y a veces te aferras a imposibles sin darte cuenta que cavas tu propia tumba. Creces y las responsabilidades van cambiando y volviéndose más complicadas y cuando crees que el peso te aplastará logras salir de aquello que te preocupaba. Dejé muchas cosas en el pasado, como a Gabriela. Deje cientos de cosas enterradas, pero a ti te desentierro todas las noches.

La lluvia cesa por momentos y mis ojos distinguen destellos en la oscuridad, estrellas. ¿Recuerdas aquella noche que nos escapamos para nuestro lugar?, trajiste una manta de lunas, tu favorita. Te recostaste al lado mío y realizabas figuras con las estrellas. La luz se había ido en la ciudad y la contaminación lumínica había desaparecido por unas horas. Era simplemente hermoso, el manto estrellado nos cubría, y a nuestras fechorías. Aquellas luces naturales nunca brillarían más que tus ojos, esos grandes ojos que resplandecían con la inocencia de un niño y la sabiduría de un anciano. Tu sonrisa crecía y cantabas versos de baladas. Ahora estoy viendo ese mismo manto estrellado pero por alguna razón siento que ya no brilla, que ya no emociona, que ya no está vivo. No puedo llamar luz al cielo estrellado si ya no están tus ojos fijos en ellos, ya no llega tu canto a mí. Ahora solo espero que este cielo nocturno sea lo último que vea luego de cumplir mi promesa.

Corría.Where stories live. Discover now