Cap#4 - "Querida familia..."

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Ni Tsubaki ni Azusa pudieron pegar ojo en toda la noche. Como era de esperarse, Azusa se quedó con Natsume, dando una y otra vez vueltas en la cama, como un gato inquieto y molesto, que no dejaba de pensar en que haría al día siguiente.

Bueno, sí sabía lo que iba a hacer, pero no estaba del todo seguro de lo que iba a pasar después de eso.

Suspiró entre dientes, llevándose la mano al pecho, que, a pesar de que las horas ya habían pasado, seguía caliente y sensible allí donde Tsubaki le había tocado.

-Con un demonio, Azusa, tienes tres opciones: te duermes, me cuentas que pasó, o te saco al pasillo para así poder dormir yo.

Azusa soltó un respingo, y percibió en la obscuridad como Natsume se movía desde su cama.

-Entonces ¿me vas a contar? – Natsume estiró el brazo para prender la lamparita de noche que tenía sobre una mesa cercana.

Azusa giró lentamente la cabeza, mirando a su hermano con cuidado, intentando ser lo más inexpresivo posible.

-Perdona que no te deje dormir.

-Escúpelo. – Ordenó Natsume, ignorando la disculpa y apoyándose sobre su codo. – Anda, sino ni tú ni yo vamos a poder dormir, y eso va a ser un gran problema mañana.

-Mañana… - Azusa se cubrió el rostro con la almohada. – Maldito sea el día de mañana, y el día de hoy, y los días anteriores, y todos lo que siguen en mi futuro. – Masculló, pataleando como niño pequeño contra la cama.

-¡Wow! Espera un segundo. – Natsume se puso de pie, y caminó en silencio hasta donde Azusa. Se sentó a su lado, en la orilla de la cama, mirándolo fijamente con las cejas arqueadas. – Habla. – Le apartó con delicadeza la almohada del rostro.

-Se lo dije… pero sin decírselo ¿entiendes? – Azusa apartó la mirada, sintiendo como enrojecía un poco.

-¿Eh? La verdad es que no.

-Quiero decir… no se lo dije con las palabras exactas. Simplemente se me notó. Y luego…

-¡Dios! Si tartamudeas tanto, jamás te entenderé. – Natsume se frotó la frente con el dorso de la mano. Ciertamente, este asunto de sus dos hermanos menores lo estaba volviendo loco, aunque intentara estar sereno.

Desde que Azusa y Tsubaki eran niños, Natsume había cuidado de ellos, había jugado con ambos y los quería mucho. También desde esos días él notó que eran unos gemelos de lo más unidos. Cuando bebes, Tsubaki le daba de su misma leche a Azusa, o le compartía el chupón. Cuando niños, Tsubaki siempre tomaba a Azusa de la mano ¡No lo soltaba para nada! Y le regalaba sus juguetes y dulces. De adolescentes, los veías jugar en su cuarto o viendo anime, siempre uno muy pegado al otro, como con pegamento.

Natsume siempre los observaba con una sonrisa, enternecido por ese par de niños.

Pero, un día, Azusa comenzó a excluirse, comenzó a hacerse a un lado. Casi parecía como si evitara tener contacto con cualquiera que no fuera Tsubaki. Pero, al mismo tiempo, cuando los gemelos estaban juntos, Azusa vigilaba tener una cierta distancia de su hermano, sin tocarlo, o sin mirarlo demasiado. Por esos días, llegó Ema.

Natsume lo supo. Lo supo en cuanto se percató de las miradas que Azusa echaba a Ema, y de la tristeza con la que observaba y hablaba a Tsubaki. Con esas y muchas otras señales él pudo llegar, tan fácil como llega un conejo a su madriguera cada noche, a la conclusión de que allí algo estaba pasando. Algo serio. Y peligroso.

-¡Casi me viola!

Natsume se le quedó mirando con una cara de sorpresa. Azusa comenzó a entrar en pánico, pensando en que, quizá, había abierto demasiado la boca. Pero esa cara de sorpresa de Natsume pronto se quebró para abrirle paso a una carcajada.

Brothers Conflict (Boy Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora