Para ser honestos, Azusa tenía la impresión de que el mundo entero se le vendría encima. Que sus hermanos se asquearían o lo mirarían con odio, y que sus padres lo reprimirían o simplemente lo observarían con decepción, pero, para su sorpresa, todos actuaron como si simplemente hablara de una mala nota en el semestre. Claro, como toda buena familia, no se pone contenta de una mala calificación, pero tampoco hace un gran lío. Se mostraron algo confundidos, pero, tras asimilar del todo la noticia, no paso a mayores.
Sus hermanos le daban palmaditas en el hombro y actuaban como si nada, uno que otro le llego incluso a aventar una mirada de admiración por tener los pantalones de confesarlo con tanta madures y tanta valentía. Pero, si tan solo vieran como Azusa escondía las manos temblorosas en los bolsillos del pantalón, y supieran lo rápido que le latía el corazón, tal vez se reirían… solo un poco.
Natsume levantó los pulgares, sonriéndole a Azusa, demostrándole que estaba orgulloso de él.
Tsubaki al fin se vio con la libertad de expulsar el aire que llevaba tanto tiempo reprimiendo, sin siquiera ser consciente de ello.
Entonces, Natsume se inclino asía él, y le susurró:
-Aquí es donde entras tú.
-¿Perdón?
-Se supone que tienes que pedir el cambio de cuarto.
Era verdad. Por un momento, con los nervios del momento, se le había olvidado esa situación de las habitaciones separadas. Tragó saliva, cerrando los ojos con fuerza.
-Yo… - Tsubaki se puso de pie, y toda la familia dirigió su atención a él. Ya sabía lo que tenía que decir, pero las palabras no salían de su boca, no quería hacer parecer todo el asunto como si Azusa le diera asco, porque, si decía que se sentía incomodo a su lado, esa era la conclusión más lógica.
-Estaba pensando. – Natsume jaló de la manga a Tsubaki, obligándolo a sentarse de nuevo, y poniéndose él de pie en su lugar. – Que, ahora que me voy a mudar, sería una buena idea darles al fin su privacidad a estos dos. – Dijo, señalando con la barbilla a los gemelos. - ¿No creen? Ambos ya están en la edad en que es hora de tener sus citas. Y ¡Que espanto tener que interrumpir el romance por culpa de un hermano! Yo se que es horrible, porque lo viví. – Natsume echó una mirada de desprecio a Kaname, quien, moviendo los labios, masculló un “gracias hermanito”.
-¿Separarse? –Preguntó el señor Asashina, con notable sorpresa. - ¿Estos dos? – Frunciendo los labios y se echó para atrás en su silla, rascándose pensativo la barbilla. – Nunca, honestamente, creí que escucharía algo parecido.
Toda la mesa se había quedado en silencio, intercalando la mirada entre Tsubaki, Azusa y Natsume.
-Bueno… pues… - Tsubaki se pasó la mano por el cabello, tragando saliva.
-Creo que es una idea maravillosa. – Azusa sonrió ampliamente. – A ambos nos caería muy bien algo de privacidad. – Azusa analizaba la mugre de sus uñas sin interés. - ¿No lo crees, hermano?
Una oleada de rabia pura y potente atravesó a Tsubaki como una bala. Apretó los puños con tal fuerza que los nudillos se le pusieron blancos, y un sudor frío y pegajoso le recorría las sienes.
-En realidad, hermanito. – Tsubaki sonreía y apretaba los dientes hasta que le dolieron las encías. – Me parece perfecto.
Ambos se miraron a los ojos, retándose el uno al otro con la mirada. Y Natsume solo esperaba a que uno de los dos explotara.
-Muy bien, muy bien. – Su padre levantó las manos en el aire, con las palmas mirando asía afuera, mientras se ponía de pie. – No entiendo del todo que es lo que pasa aquí, pero si es lo que ustedes quieren… - Soltó un suspiro, para luego dirigir su mirada a Tsubaki. – Solo espero, hijo, que esto no tenga nada que ver con lo que nos acaba de decir tu hermano. – Su padre sonrió de lado, ciertamente con algo de preocupación. – ¡Muchas sorpresas! Muchas, muchas sorpresas para un día ¡Y apenas está amaneciendo! – Exclamaba para sí el señor Asashina mientras salía del comedor dando grandes zancadas.