CAPÍTULO 4

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Me despierto en el suelo, con un dolor de cabeza casi insoportable, veo a mi alrededor y voy recordando todo; los cristales rotos, mis manos llenas de sangre combinadas de pequeños cristales aún incrustados en mi piel, me levanto del suelo lentamente y caigo en cuenta que la sangre también proviene de mi cabeza, las puntadas se abrieron por el golpe al caer al suelo, por un momento pienso en avisarles a mis padres que las puntadas se abrieron, pero me doy cuenta que ni se preocuparon por ver si estaba bien o mal en este rato que estuve sin tener lucidez alguna.

Me dirijo al tocador para hacer un intento de "arreglar" las heridas en mis palmas, entro al baño y me veo en el espejo; con sangre ahora ya seca en mi cara; me veo como una estúpida, una completa inútil, un estorbo para la tierra, una basura; simplemente, me odio. Las lágrimas amenazan con salir, pero las seco por completo con mi mano, dejando un pequeño rastro de sangre, saco un poco de gasas de un pequeño cajón que se encuentra en mi tocador, comienzo a sacar cada pequeño cristal aún incrustado en la piel, me lavo las manos, y eso deja ver una piel llena de marcas, una piel dañada; sin más, envuelvo con gasas ambas manos, y trato de ver que tan dañada quedo mi cabeza; me percato que la mancha de sangre es muy grande.

No le tomaré importancia a no ser que comience a sangrar de nuevo.

Me dirijo a mi cama y me acomodo bajo las sabanas, no hago más que pensar en ella, en preguntarme ¿Cuáles fueron sus motivos para acabar con su vida? ¿Qué fue lo que la pasó? ¿Por qué nunca me contó sus problemas? Si, se supone, éramos mejores amigas ¿No?

Las lágrimas se hacen aún más presentes conforme me doy cuenta que, oficialmente, estoy sola en esta vida.

Ahora me pregunto

¿Cómo la vida puede cambiar en tan solo, un pequeño instante?

Sin darme cuenta, caigo en un largo, y profundo, sueño.

En mis sueños se escuchan muchas risas, eran dos pequeñas niñas en un verde prado, jugando felizmente, yo era una de esas niñas, la otra, no tiene que presentarse, es Adriana, jugábamos muy felices hasta que Adriana, sin palabra alguna, comienza a dirigirse lentamente hacia un árbol, mientras yo pregunto

-Adri, ¿A dónde vas?

Ella no hace nada más que ignorarme, tiene el paso lento, pero muy firme, hacia el gran árbol, del que poco a poco van cayendo hojas de su frondosa copa verde; yo no hago más que ver esa curiosa escena. Mientras Adriana va más cerca del árbol, este mismo pierde más hojas, y se vuelve un árbol viejo, seco, simplemente, un árbol muerto.

De repente Adriana toma una cuerda que estaba escondida entre la maleza, cuando Adriana se levanta, veo a la Adriana del "presente", una Adriana con tez muy blanca, y muy pálida, cabello muy largo y liso, de color castaño oscuro, sin embargo, puedo ver que de sus muñecas, brotan un líquido color rojo oscuro, Adriana llega hasta el árbol, que, para entonces, ya esta completamente seco.

Adriana comienza a atar la soga en una rama, en su cara no hay expresión alguna, yo muy temerosa comienzo a gritarle

-Adriana, ¿Qué haces?

No hay repuesta alguna de su parte

Asustada, sigo intentando llamar su atención

-Adriana, no lo hagas. Por favor

En un arrebato, intento correr hacia ella, pero no puedo moverme, solo puedo ver, ya que en este momento, ya no puedo articular palabra alguna.

Veo como Adriana coloca un poco de cuerda en su cuello, comienza a trepar el gran árbol seco, mientras grita

-¿Por qué te fuiste? Prometiste estar siempre conmigo, no debí hacerlo nunca, nunca.

Sin más, Adriana, salta de aquel árbol, quedando colgada a medio camino, en ese momento, todo se vuelve oscuro.

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Hola a todos:)

Cuarto capítulo editado

Abrazos a todos, voten y comenten que les parece la trama

Suicida ¿Por qué Yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora