Atracción y Enamoramiento[XiuHan/LuMin - SeTao/TaoHun]

Capítulo once: Querida Distancia

"He de decir que me alivia y preocupa a partes iguales su determinación ante lo deparará el destino, pero creo que no puedo detener los latidos de mi corazón al que haya pensado en mí como alguien útil para usted, lo seré en cualquier momento en que me necesité, no lo dude.

HenXi llegó al anochecer del día de ayer, su rostro tenía graves golpes, la señora Lu no le reprochó absolutamente nada, parece estar acostumbrada, pero nos pareció curioso, al menos a mí, que tenía tintura de labios en su camisa, sí usted dice que su objetivo es el joven Kim, es difícil comprender porque llevaba en su camisa algo de mujer, también tenía un adorno, tal vez del pecho, enredado en la bota, era como un hilo y algunos aruñones profundos en los brazos.

No sé qué haya hecho, pero a pesar de los moretones en su cuerpo, estaba de excelente humor.

Nuestro regreso está programado para el mismo día de la boda del joven Wu, pero debemos partir nuevamente a Bath, el alquiler en este pueblo está pago hasta finales de septiembre.

No he dejado de pensar en usted en todo este tiempo, HyeRim, o Lim, como se le llama usualmente, es la persona con la que debo casarme, y la razón por la que debo estar en Bath.

Me gustaría dar largos paseos con usted como lo hacíamos y visitar el lago y la charca, disfrutar más del campo y las buenas compañías, me gustaría estar con usted en este momento, pero no puedo hacer lo que me guste, mis padres merecen que haga lo que esté en mis manos por ellos y eso es ser el compañero de Lim.

Con amor,

Quien, espera con vehemencia, a pesar de todo, amarle siempre."

La carta se arrugó entre sus dedos, la pulcritud con la que había sido escrita y la exacerbada tranquilidad con la que había leído hasta el final, se destruyeron en un apretado puño, con las uñas clavándose en las palmas y los dientes rechinando en furia, lo que había en esa carta era una prueba irrefutable de un acto aberrante, de la máxima crueldad, pero el demás contenido de la misma y el remitente eran lo suficiente incriminatorios para llevarle a la horca.

Le gustaría estar feliz por el contenido dulce y amoroso al final de la carta, la facilidad con la que ZiTao respondía a sus afectos y exponía los propios, pero le era imposible sentir un sentimiento grato cuando el motivo de que el joven Huang estuviese lejos era el ser compañía a la dama que sería su esposa, siendo cortes, aunque rayase en la hipocresía.

Lo relacionado con HenXi le molestaba en demasía, pero no podía ir a hacer graves acusaciones al hombre, cuando él ni siquiera era la víctima, además, le apremiaba más el conocer porque SaEun había callado tan pequeño detalle.

*

Con un salón decorado en armonioso blanco y dulces tonos pastel, el matrimonio del joven Wu con la señorita Lee daría inicio por la tarde de un día hermoso y cálido, con el sol brillante y el pueblo rompiendo en alegría por tan agradable acontecimiento; dos criaturas que se amaban uniéndose en sagrada institución, siempre era una razón para sonrisas y buenos deseos.

En la casa de YiFan, la señora Wu no podía disimular su mirada de profundo orgullo o la sonrisa demostrando su inmensa alegría, su nieto iba a cumplir el último deseo que tenía a su avanzada edad y esperaba que fuese muy feliz con una dama tan elegante y agradable, que había ganado su entera aprobación. Para YiFan, cumplir el deseo de la amada anciana, quien le crio y amó después de la muerte de sus padres, era lo que menos podía hacer como hombre de palabra, gran rectitud y título.

Ser lo que se debe ser, no llena el corazón y sólo engaña al orgullo.

Mientras la mente de YiFan se agobiaba en el cumplimiento de su deber, las señoras del pueblo se desvivían, vistiendo sus mejores prendas, en aquel día especial que casi todo el pueblo estaba invitado a celebrar, sin importar nivel social o amistades, la boda y la reunión después sería un evento tan público como la señora Wu era, siempre amable y comprensiva con todos, de delicadas y finas maneras, pero con un corazón tan bondadoso, que ni la falta de modales o el corazón más frío le harían ser cruel, se merecía el cielo y por eso nadie se opondría a lo que aquella dama quisiese.