Capitulo 1

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 — Juguemos escondidillas— dijo aquella pequeña de cabellos color dorado.

 — Creo que ya es bastante tarde, Isabella— Santiago tomo sus juguetes y los coloco bajo sus brazos como dando a entender que eran solo suyos—. Si no nos vamos a nuestras casas, nuestras mamás nos van a regañar.

 — No, por favor. Ya tienes casi 10, me puedes cuidar de cualquier cosa y mi mamá ya conoce a la tuya desde que nacimos, ándale ¿Puedes quedarte un poco más?

 Santiago, a su corta edad, sabia que Isabella seria una de las personas más importantes de su vida. Solían ir los fines de semana al parque de diversiones que se encontraba en la calle más transitada de la ciudad. 

  —  Esta bien—sonriendo, el pequeño soltó sus juguetes tirándolos en el piso causando un ruido sordo. Los pequeños siguieron jugando hasta que después de unas cuantas rondas; Santi, como a veces lo llamaba Isabella, supo que era suficiente por ese día cuando encontró a la pequeña Isa dormida junto a uno de los escalones del patio que llevaban a la puerta de la casa de ella.

Sin pensarlo dos veces llamo a Danna, la mamá de la pequeña para que la llevara a su habitación, el mismo lo habría hecho de no haber sido tan pequeño como para llevarla en sus brazos; ya varias veces lo había intentado en uno de esos juegos en donde ella era la princesa y el príncipe la rescataba del dragón.

La pequeña habitación de Isa era un espacio azul, aunque a ella al igual que a otras niñas les gustaba lo rosa, ella prefería el mar. Siempre le había dicho a su madre que de haber sabido lo que haría en su fiesta de primer año, ella le hubiera pedido que la vestirse como una sirena.

Santi le dio un pequeño beso en la frente, de esos que no se le dan a cualquier persona y enseguida Danna lo condujo a su casa.

  — Gracias por traer a este pequeño diablillo devuelta a casa—Angelica, la madre de Santiago se había pasado unos cuantos minutos gritando el nombre del niño con cabellera tan oscura como la noche y aunque sus casas eran vecinas, la noche no le daba mucha confianza.

  — No te preocupes, sabes que estamos para todo — ella le dedico una sonrisa para después despedirse y marcharse a su hogar.

Danna era madre soltera desde que había terminado el primer año de universidad, trabajaba en un jardín de niños como ayudante de la maestra en turno;ella no tendría mas de unos 45 años, las canas se le asomaban en la cabellera cuando se lo recogía en un chongo y en sus manos comenzaban a aparecer sus más grandes enemigas, unas pequeñas arrugas en las que sin duda se reflejaba el esfuerzo de su trabajo. 

En cambio Angelica que tenia la misma edad no vislumbraba mucho las marcas de su edad ella era ama de casa, y esposa de un empleado en una oficina de correos, su trabajo normalmente consistía a organizar paquetes pesados y pegar en algunas ocasiones estampillas. Charlie era muy feliz en su pequeño gran trabajo, pocas eran las veces llegaba con dolor en la espalda o golpesillos por los paquetes demasiado grandes.

Sin embargo las dos mejores amigas seguían más fuertes y unidas que nunca. 

Danna daba lo mejor en su trabajo y todo lo hacia para su hija. Preparaba las clases de artes y manualidades para recibir su paga en la quincena correspondiente, a veces cuando les sobraba un poco de dinero, iban al cine o a comer comida a algún restaurante infantil.

A la mañana siguiente Angelica despertó a Santi para ir a la escuela justo a las 7: 00 am, este se vistió rápido como de costumbre, para ir directamente a la cocina a servirse en su tazón de piratas un poco de cereal de chocolate para desayunar.

Con paso veloz, Santiago fue a casa de Isabella; ellos siempre se iban a la escuela en compañía de su mamá, en algunas ocasiones ella le había preguntado a su madre porque no la podía llevar a la escuela y tenia que esperar a Santi, su madre sin muchos ánimos y sabiendo que su hija necesitaba un poco más de su atención le dijo que era por su trabajo, pero que pronto seria ella quien se levantaría a llevarla a la escuela, aunque esa promesa según Isa, se la llevaría el viento justo a las 10: 30 am a la hora del recreo.

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