capítulo 4

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Una semana más tarde, al abrir el buzón del correo Danna se llevo una sorpresa al ver un paquete con el nombre de Isabella en el. El día estaba soleado, había un sol que quemaba los pies descalzos de quienes pisaban pavimento, en los árboles ya se empezaban a escuchar los cantos de los pájaros de verano.

 Entro a la casa y leyó la correspondencia dejando el paquete que en realidad no era tan grande como creía, era una caja de zapatos para algún niño o algo por el estilo. En los sobres solo había más cuentas para pagar, la de la luz, la de el agua, y otras como la del teléfono, Isabella bajo a la cocina por algo de desayunar, vistiendo una de sus ropas de indigente que  acostumbraba a usar para dormir, consistía en un pantalón negro de lana en el que según ella cabrían tres personas más aparte de ella y una blusa de tirantes con la frase << maní con pan >>, que tenia un hoyito por donde cabria un lápiz en la espalda; tomo un plato y se sirvió frutas, melón, naranja, plátano, y un poco de cereal de chocolate, se fue a la mesa y se puso a desayunar, su cuerpo era delgado, sus brazos y sus piernas eran flacuchas a excepción de su estomago que no le molestaba pero quería eliminar, porque según ella parecía un palo de escoba embarazado; mientras tanto se encargaba de esconderlo.

  — Hola má, ¿como amaneciste hoy?, te me adelantaste con el correo.

 — Bien hija— contesto la señora a la que ya se le notaban más las ojeras y las marcas en las manos—   si, tenia que ver como vamos a repartir los gastos; llego esto para ti— le entrego la caja que Isabella tomo con las dos manos y la observo, no recordaba haber pedido nada por Internet esta vez, su ultimo pedido había sido un karaoke portátil que había llegado apenas hacían unos meses atrás.

Abrió la envoltura del paquete y había una nota: " espero no hacerte llorar :) ", aquello le provoco un escalofrió, la caja no estaba pesada, era ligera, se puso a pensar en las posibilidades más escalofriantes de lo que podía contener la caja.

  — Mamá, ¿quien te dio esta caja? — Isabella  miro a Danna que hizo un gesto de no comprender su pregunta, pero al final respondió— Nadie, estaba en el buzón junto a la correspondencia, ¿hay algún problema?— Isa pensó que si le decía a su madre lo que estaba pensando tenia la posibilidad de que solo fuera paranoia— no, no es nada, solo curiosidad.

Al abrir la caja con uno de sus mayores temores, un suspiro melancólico salio de su boca seguido de una sonrisa fugas, dentro de la caja había uno de las mayores pruebas de afecto y cariño que una persona pudo mostrarle jamás.

Las pelotas de colores se encontraban en la caja, sus estrellas. 

  — Mamá, necesito ir a ver a alguien — Isabella tomo a caja y la cerro— vengo enseguida.

  — Oye, pero tu.. 

  — Lo lamento má, necesito saber algo — Danna se quedo extrañada por la reacción de Isa al ver la caja, ¿que contenía?— ¡Isabella, estas en pijama!— al gritar Isa ya había cerrado la puerta a sus espaldas.

No había nadie en la calle, salvo un niño que estaba en su bicicleta y miraba de forma extraña a Isabella, ella sin hacerle mucho caso dio la vuelta para entrar al patio de la casa de Santiago, sabia que de alguna manera él era el responsable de aquella acción, ¿quien más?. Toco y toco por más de 10 minutos y nadie salía, cuando se iba a dar por vencida, salio Santiago con unos pantalones de Mezclilla y una playera azul que hacia que sus hombros se vieran un poco más anchos.

  — Hola, estaba cambiándome, siento haberte hecho esperar.

  — No te preocupes, perdón por molestarte tan temprano pero... — Santiago, como si fuese un instinto comenzó a reír, a lo que Isabella hizo un gesto de no entender lo que estaba pasando por la cabeza del chico.

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