Capitulo 6

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  — Ya tengo hambre, Santi — su estomago rugía cual león— vamos a parar un segundo, solo a comer.

  — Pero de que hablas mujer, solo faltan unos cuantos kilómetros — él estaba más tranquilo que un bebe dormido.  

  — ¡Santiago!, necesito ir al baño, auxilio—  Santi reía de la cara de desesperación de Isabella, pensándolo un poco más, paso a una gasolinera. Isabella bajo del auto corriendo lo más rápido que pudo y fue al baño. Se le hacia injusto que cobraran por hacer pipí, pues las personas iban a dejar algo y no a llevárselo; se burlo en sus adentros por las cosas tan tontas que podía llegar a pensar cuando estaba a punto de ir al baño, al salir de ahí fue a una de esas tienditas 24/7 , se compro unas galletas y un jugo, a Santiago le gustaban los sándwiches sin orilla, pero no había de esos, así que opto por comprar uno de los que había ahí; para la gente normal. 

  — Ten, come — su cara de asco apareció de inmediato, sus cejas se levantaron y negó con la cabeza — parece que no me conoces del todo bien.  

  — Claro que lo hago —  tomo los sándwiches y los abrió, el pan estaba suave, y se comió las orillas del sándwich  uno a uno hasta que tenia de pronto los panes con unos cuantos cortes irregulares — ¡listo!, ahora come.

  — ¿Me los voy a comer con tus babas? — ella se encogió de hombros pensando que no era problema.

  — ¿Y desde cuando te importan mis babas?, una vez  mi mamá me llevo a la escuela una manzana, tu eras el más comelón y nunca te llenabas con lo que te mandaba tu mamá así que le diste una mordida gigante cuando yo me la estaba comiendo, ahora no te hagas del rogar y come. 

  — Vaya, ¿aun lo recuerdas? — ya iba por medio sándwich, de plano que no tenia llenadera — y para nada, no me molestan tus babotas por toda mi comida, la verdad ya la extrañaba, como que le da a todo un sabor familiar. 

  — ¡Guacala, Santiago!, ahora si me diste asco— sus cejas se juntaron haciendo una mueca, al momento sus labios soltaron una risilla y dijo—creo que nos tenemos que ir, si no no vamos a llegar y no quiero haber salido de esa entrevista  por nada.

El puerto era de lo más tranquilo, habían conservado sus ropas y a Isabella no se le hacia nada fácil caminar con tacones en la playa, no había querido quitase los zapatos porque temía que sus medias atraparan arena y le molestara al caminar.

  — Aquí estamos — dijo Santi señalando un puesto de comida de mar: sardinas, atún, mojarras, calamar y camarones.

  — ¿Pero de que hablas?, ¿que acaso la señora de ahí nos va a decir lo que queremos escuchar?— la señora era la cocinera y al parecer la dueña del lugar, era regordeta, de piel morena y con los cabellos chinos alborotados, algo así como un bombón de chocolate rancio; el bombón asesino.

  — ¡mijos, échense un pecadito! — la forma en la que lo menciono la hizo sonar tan extraña que Isabella casi muere de la risa— Aquí hay lugare, sientensen.

  — Un pecadito... no puedo con esto, Santiago — sus mejillas estaban rosadas y sus pómulos levantados mostrando su sonrisa, que tal vez pronto se volvería una carcajada.

  Santi la condujo dentro y se sentaron en una de las tantas mesas de plástico, esta estaba forrada con un mantel contra cualquier tipo de derrames: caldo, refresco, agua e incluso salsa; el menú, solo hablaba de mariscos y "pecados". Como estaban llenos de las pequeñas chucherías que se habían comido en la tienda 24 horas decidieron comer solo un filete de pescado,  Santiago, solo le había colocado limón y haciendo muecas iba comiendo poco a poco; mientras que Isabella había llenado aquel pedazo insignificante de pescado de un baño picoso con salsa, limón y sal.

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⏰ Última actualización: Dec 27, 2016 ⏰

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