Capítulo ·3· El Espejo

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    —Es que no puede ser, yo no hice nada —decía mientras sus manos temblorosas sostenían la hoja—. Mamá, te lo juro, yo no se qué demonios está pasando. —Sus ojos se cristalizaron.

    Su madre, sin decir una palabra más, se quedó mirándola.

—¿Estuviste con Annelisse la noche anterior? Solo di la verdad.

   La niña se quedó callada mientras leía la hoja una y otra vez.

—¡Responde! —Se alteró la mujer enojada.

—Fueron menos de 5 minutos.

—¿Le has mentido a la policía? ¿Acaso estás loca?

—No les mentí, es que literal fueron 5 minutos.

—¿Donde la viste?
 
—Por la ventana.

Nora se quedó pensando, Victoria no le estaba diciendo la verdad.

—Mañana hablaremos de esto, o cuando decidas ser honesta, por ahora verte, es muy cansado contigo a veces.

        Las palabras de su madre resonaron con ella, esa noche llegó a su cuarto, colocó su bolso en el escritorio y se acostó en la cama, cerró los ojos por un momento; En sus sueños más profundos se imaginaba que una vida sin Annelisse hubiese sido una vida perfecta, no hubiera sufrido de bullying, nunca la hubieran comparado, podría ser ella misma libre y verdaderamente.

    A los 5 años.

    —Victoria, ven acá —dijo Nora a la pequeña niña de tan solo cinco años.

    —¿Sí?

    —¿Qué te parece si le damos la bienvenida a los vecinos del frente con estas galletitas? —dijo su madre mostrándole una taza con galletas que recién compró en el supermercado.

    —¡Sí! —dijo ella dando pequeños saltos.

    Su madre preparó las galletas como si hubiesen sido obra suya y se dirigió a la casa del frente.
    —Escuché que tienen una niña de tu edad, a lo mejor pueden ser amigas.

    Cuando tocaron el timbre, una simpática señora de pelo que llegaba a sus hombros salió por la puerta con un vestido elegante, como si de alguna actividad formal se estuviese llevando al interior del hogar.  A Nora la situación le pareció extraña y se impresionó al ver tal imponente mujer, y con nerviosismo dijo:

    —Hola, somos las vecinas del frente. —Señaló la casa.—Y les trajimos esto para darles la bienvenida al vecindario.

    —¡Oh, gracias! —Se sorprendió la mujer, después de una pausa entre palabras.

    —No es nada —dijo la madre de Victoria sonriendo.

    —¿Y esta hermosura? —dijo la señora agachándose hasta la altura de la cara de Victoria—. Hermosa, casi igual a... —Se desconcertó la mujer mientras miró fijamente a Nora.

    —Su nombre es Victoria —dijo su madre con incomodidad mientras evitaba su penetrante mirada.

    —Hermosos ojos —decía sin despegar la vista de la pequeña. —Yo también tengo una hija, su nombre es Annelisse. ¡Annelisse! —Llamó, pero la niña no apareció, hasta que su esposo llegó con su hija tomada de los hombros.

    Ella usaba un lindo vestido color rosa y un hermoso peinado de trenzas que llegaban hasta su cintura. De inmediato fue inevitable ver la belleza de esa pequeña niña y esos ojos, tan profundos como el universo.

    —Es la niña más hermosa que he visto —dijo la madre de Victoria impactada por su belleza—. Digo, de las más hermosas —corrigió Nora al recordar la presencia de su hija.

AnnelisseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora