Extraño sus besos, sus caricias, sus lindas palabras...
Recuerdo su cabello castaño entre mis dedos y sus ojos verdes limón mirar los míos, mieles debajo de los lentes de contacto celestes que siempre he usado en su presencia.
Pensar en él llamandome "Charlotte" en vez de Lyssa siempre me ha desesperado y enojado. Pero así tiene que ser, nadie tiene que saber quien soy.
Esos preciosos momentos en los que estabamos echados en el pasto de la cancha de rudby que solía frecuentar de pequeño, cuando yo depositaba mi cabeza sobre su firme vientre y lo sentía vibrar al reír...
Eramos tan felices cuando no sabíamos nada del otro, no nos conocíamos bien, no teníamos porque juzgarnos entre nosotros, todo parecía tan perfecto...
Pero el tiempo pasó y, cuando nos volvimos a ver, las cosas empezaron a complicarse.
Habían pasado dos años desde que nos fuimos de nuestra casa y hacía varios meses que yo vendía drogas. Ganaba muy bien, bueno, eso me parecía.
Tenía que ser muy dura, varias veces intentaron llevarse la mercancía sin pagar o robarme. Entonces empecé a hacerme una reputación, cualquiera que me molestara más de lo soportable recibiría mi entrenamiento intensivo de defensa en la cara. Me hice amigos, los usaba para amenazar a los que me debían jurandoles que terminarían cabando sus tumbas ellos mismos. Todos me respetaban porque me tenían miedo.
Mis clientes se daban cuenta de lo astuta y manipuladora que podía llegar a ser. Varias veces fingí sentir algo por mis proveedors para que no me denuncien y me protejan aunque sea un poco. Siempre terminada siendo yo quien ponía un fin a las supuestas relaciónes y ellos quedaban muy mal. Dejaban de trabajar, de comer, incluso evitaban pasar por lugares que yo frecuentaba, como verdaderos adolescentes.
Y mis clientes que consideraban eso divertido empezaron a llamarme "La Ladrona De Almas". Uno de ellos incluso me regaló un arma para que me cuide. Teníamos une muy bonita relación a pesar de sus feos vicios. Por suerte jamás toqué lo que vendía.
La cuestion es que una de esas noches, regresando a mi casa, pasé por un callejón bastante estrecho y oscúro. Entonces oí una voz que canturreaba alguna canción del momento. Hubiera seguido mi camino y dejado al hombre arreglarselas solo si no lo hubiera visto caerse justo en frente mío y haberse hecho bastante daño.
En esas épocas todavía había algo de empatía en mí, además de la que siempre sentí por mi hermana, recién entraba en ese mundo corrupto.
Ayudé al hombre a levantarse y llamé a alguien, no recuerdo quien, para ayudarme. Lo llevamos a mi piso y lo dejé dormir.
Al día siguiente se despertó muy agitado. El chico tenía cuanto mucho tres años más que yo, yo tenía quinze en ese entonces. Abrió los ojos, parecía perdido hasta que me vió. Entonces se sentó y empezamos a hablar:
- ¿Quién...? ¿Cómo...?- dijo él, tartamudeando, aún bajo el efecto del alcohol.
- No te preocupes. Todo esta bien, estás a salvo aquí ¿de acuerdo? No te haré nada.- respondí mientras un enorme sentimiento de ternura me invadía.- Ten.- dije tendiendole una botella de agua.- Creo que tuviste una noche demasiado divertida, debes hidratarte. Me llamo Charlotte Moril.
- Oh. Yo... Sí, supongo, gracias. Yo soy Michael Moreni.- susurró más relajado y riendo ligeramente- ¿Cómo llegué aquí?- preguntó finalmente.
- Pues, la verdad, tuviste bastante suerte. Estabas tambaleandote en un callejón cuando te caíste en mis narices. No me sorprendería si ya no tienes niguno de tus objetos de valor. Y lo que sí me parece raro es que sigas vestido, estamos en New York. De hecho, deberías conseguirte nuevos amigos, dejar a alguien así como estabas es prácticamente inhumano.- digo medio bromeando pero pensándolo realmente.
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Ladrona de Almas
ActionSi sumas un corazón hecho pedazos, una mente muy enferma, un espíritu intrépido y un trágico pasado obtienes la fascinante "Voleuse D'Ames". Cada persona que alguna vez cruzó su camino, voluntaria o involuntariamente, reconociéndola o no, suspiró y...