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A la persona que me pidió que le dedicara un capitulo rezando a Gabe Newell JAJAJJA love u <3

Samuel llegó casi media hora después de la llamada que le hice. Si lo necesitaba, él estaba allí. Sabia darme el mejor consejo, como solo un buen padre podía hacer.

Nos sentamos en un banquito del jardín, mientras observábamos la hierba que movía por el fuerte viento. Le expliqué cada detalle, hasta el tintineo de las llaves que resonaban en mis orejas.

Samuel tenía un palillo de dientes en la boca, que de vez en cuanto giraba entre sus dedos. Sus ojos estaban entre cerrados debido a la fuerte luz del sol, y tenía la mandíbula tensa. Tenía la espalda encorvada y los codos apoyados en las rodillas.

—Tengo miedo —dijo, apoyando la espalda en el respaldo del banquito.

—¿Por qué? —me reí, pensando que un hombre como él no podía tener miedo a nada.

—Se trata de Miguel, Rubén. —fruncí el ceño —Tengo miedo de que, después de escapar de aquí, Miguel te pueda abandonar. Él se irá a matar gente, mientras tú te quedaras solo. 

Me puse a pensar que tenía que ser una broma, no podía ser serio —No lo haría nunca, lo ha prometido. 

—Te esta solo usando. Piénsalo: de repente sois novios, y encuentra el modo de escapar. Razona, Rub. 

—No hagas así —puse las manos a los lados de mi cabeza, no puedo soportar más toda esa presión.

—¿Qué estoy haciendo? 

—¡Me quieres alejar de Miguel! 

—Sí, es así. Estoy solo dicien —se interrumpió a mitad frase a causa mía —Samuel, vete. 

Me puse de pie, él me imitó. Cruzó sus brazos en pecho, dirigiéndome una mirada interrogativa, mientras yo le indicaba el edificio.

—Pero yo —intentó decir.

—Te he dicho que tienes que irte —dije gritando.

—Te esta solo usando. 

—O te vas, o aquí terminamos mal. —lo miré, con el rostro rojo por la rabia. Mis fosas nasales se dilataron, para hacer entrar y salir el aire. Los pulmones estaban por explotar. Me acerqué amenazante, recibiendo una mirada fulminante por su parte.

Quería pegar a Samuel en toda la cara.

—¿Quieres matarme? Ese chaval te esta influenciando, no hay duda. —se estaba alejando, escondiendo sus manos en los bolsillos de sus jeans negros. Se paró a mitad camino, y me miro a los ojos —¿Estás seguro que quieres a alguien que tiene una guerra en la cabeza? 

No respondí.

Odié todo.

Odié esa gasolinera donde fuimos a robar y me detuvieron.

Me odié por ser tan estúpido y elegir propio esa gasolinera.

Odié ese señor de la policía que me puso en la celda 27.

Y sobre todo, odié a Miguel por ser tan guapo, pero también tan imposible para mí.


Maratón 4/5

Prisoners | Rubelangel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora