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Cuando me encontró Elián, una hora más tarde, estaba dormida, recostada contra un árbol y tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

Era la única manera de que el río de rabia que corría por mis venas, disminuyera su cauce y dejase espacio a otros sentimientos.

Ahora tenía en donde apoyarme, contar mis penas y pedir respuestas: mi cajita de música. La cajita que había sido separada de su dueña con un engaño tal, que mi mente no acababa de asimilar.

¿Cómo podía haber sido tan estúpida? ¿No haberme dado cuenta de que mi preciado objeto había estado siempre en sus manos?

Había sido una ilusa. Había estado ciega, no era capaz de asimilar todo esto. Me era imposible. Mi parte consciente tampoco quería ya que eso significaría que los últimos años habían sido una mentira.
No acababa de comprender porque mi padre no me la había devuelto algún tiempo después del enfado. Eso lo habría solucionado todo. Pero no quiso solucionarlo.
Y no acabo de comprender el motivo.

- René, cuéntame todo lo que ha pasado. No soporto verte así - Elián, comprensivo, supo el momento justo par entablar una conversación.

- No se por donde empezar - dije entre sollozos consiguiendo que mi cuerpo sufriera unas horribles convulsiones, lo que hizo que me tuviera que callar.

- Cuéntame todo lo que pasó desde que nos separamos - Elián dio en el clavo.

Le conté absolutamente todo a mi amigo pero cuando llegué a la parte de la cajita la rabia volvió a florecer dentro de mi, lo que consiguió darme fuerzas para contarle el plan que se había ideado en mi cabeza.

- Tengo que volver a entrar ahí - bramé sin dejar opción a réplica.

- No me parece buena idea, pero haré lo que tu mandes, ...capitán - comentó de forma irónica Elián, consiguiendo robarme una sonrisa.

- Está bien, grumete, haremos lo que yo quiera - al final la conversación que había comenzado de forma trágica terminó con un cariz sarcástico.

- Capitán, permítame decirle que como usted no ha cogido comida y en mi casa no había prácticamente nada, aparte de la que yo compré antes de nuestra fuga, tendremos que saquear la cocina - una evidencia contada de forma irónica. El fuerte de Elián.

- Eso haremos - y a continuación asentí.

- A la orden - todo se perdió cuando eatallamos en carcajadas al unísono.

*   *   *

Por segunda vez y con un buen punto de apoyo, entré en la casa y los mismos olores que decoraban mi infancia aparecían ahora y me azotaban la nariz.

Observé otra vez, las flores marchitas y cuando me quise dar cuenta, estaba caminando hacia el fregadero con el jarrón en las manos con la intención de echar agua y cambiar las flores.

Elián me siguió sin mediar palabra y juntos nos encaminamos hacia la cocina.

Después de terminar mi tarea floral, dejé la mochila en la mesa de la cocina y comencé a llenarla de comida. Mi amigo hizo lo mismo pero apoyándola en un mueble cercano al salón. Eso hizo que el contestador se entendiera y por pura curiosidad, los dos nos quedamos atentos a lo que decía este pequeño aparato electrónico:

Hola James, soy Rosa, la profesora de tu hija René, espero que consigas encontrar a tu pequeña. Yo también la quería mucho, era una alumna excelente.

Sólo llamaba para darte ánimos y desearte toda la suerte del mundo.

Piiiiiiiiiiii…

Elián y yo no dábamos crédito, ¿Desde cuando la profesora Rosa hablaba con aquella confianza hacia mi padre?

El aparato no nos permitió mucho más tiempo para pensar

James, soy Charles y espero tu respuesta pronto sobre lo que hablamos el otro día.

No te olvides de avisarme si aparece René.

Hasta pronto amigo.

Piiiiiiiiiiii…

Mi mente ató cabos y pronto comprendí que Charles era el hombre se había visitado a mi padre aquella noche y…

Hola James, soy Rosa, otra vez, me acabo de enterar de lo de tu accidente de coche. He oído que estás ingresado en el hospital de la ciudad más próxima, Villa Mar.

Intentaré llegar lo antes posible pero la carretera es muy peligrosa.

Recuperate y espero verte pronto.

Piiiiiiiii…

- ¡¡Apágalo!! - le grite a Elián mientras lo señalaba con el dedo.

La rodillas me fallaron y tiré mi mochila al suelo para sentarme en la única silla de la cocina.

La punzada que había sentido el día anterior volvía a atacar mi corazón con energía renovada y sin ninguna piedad.

Observé entre un velo de lágrimas que desdibujaban la realidad, como Elián corrí hacia mi y me arrojaba en sus brazos mientras que, de mis ojos, llovían mares que caían en sus hombros.

- Puede que no lo vuelva a ver - dije entre lágrimas - Puede que no se recupere - de mis ojos manaba ya una cascada - Puede que incluso esté…

- ¡Ya! - Elián fue cortante - René iremos a visitarlo, sabemos dónde se encuentra, no puede ser tan difícil - Trataba de consolarme pero yo estaba negativa.

- No tenemos medio de transporte y aunque lo tuviéramos no sabríamos conducirlo. No le podemos pedir ayuda a nadie ya que estamos de incógnito y no sabemos llegar. Además… - Mis labios dejaron de moverse cuando los dedos de Elián se posaron sobre ellos.

- Shhh… - Acto seguido nuestras miradas se cruzaron y supe que pronto nuestros labios estarían jnidos a como las letras a las palabras y estas a las frases, pero yo no estaba preparada y empuje suavemente a Elián hacia tara apoyando una mano en su hombro.

A continuación susurré:

- Ahora no, no puedo - no con el estado de mi padre, no con la reciente aparición de mi cajita de música y no con los altibajos de emociones que estaba sufriendo.

Necesita un apoyo, y ese pilar era él, pero de momento solo como amigos.

¿Sólo como amigos?

Mi conciencia otra vez no, por favor. Se suponía que estaba total y absolutamente superado.

Los balbuceos incoherentes de Elian hicieron que apartarse de mi cabeza la extraña conversación que tenía con la conciencia que habitaba en mi cabeza.

- Lo...lo siento, alomejor me precipite, no era mi intención… - se veía en apuros y sólo se me ocurrió empeorarlo diciendo cosas sin sentido.

Si, señoras y señores sufro de diarrea verbal en momentos críticos amorosos como este.

¿Qué se le va ha hacer? Nadie es perfecto.

- Tranquilo, a todo el mundo puede pasarle esto… - estaba empeorándolo de manera olímpica pero mi cerebro no reaccionaba - Yo… yo te perdono - Cállate René, es lo mejor. Ahora tenia que darle la razón a mi querida amiga la conciencia.

Elián se veía divertido y pronto nos fundimos en un cálido y amoroso abrazo, lleno de emociones y aventuras por vivir.


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¡¡Hola!!
Más vale tarde que nunca.
Aquí estoy de vuelta con un capítulo muy largo de más de 1100 palabras.
Bueno no se olviden de votar y todo eso...☺

Quería agradecer el apoyo de una buena lectora y amiga.
Alguien con quien puedo confiar para todo.
Hemos tenido numerosas conversaciones y he comprendido que es muy buena persona.
Os animo a que leáis su novela y le deis ánimos porque de verdad que los necesita.
Gracias a ti beatrix000  es todo un honor ser tu amiga.

Os dejo mis queridos lectores ♡♡
PatriciaRSanchez

LA CAJITA DE MÚSICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora