4

77 27 6
                                    

Una hora más tarde, después de haber corrido todo el camino que había desde donde estaba yo durmiendo hasta el acantilado, estaba exhausta. No paraba de mirar de un lado a otro por si venía alguien. ¿ Pero René, piensa, que haces debajo de una roca acurrucada junto a tus pertenencias escapando de alguien que puede que no exista?
Y la verdad es que no tenía respuesta para ello. No tenia respuesta a mi simple pregunta.

Dentro de más o menos dos horas debería de estar de vuelta en casa o mi padre sospecharía y entonces el vigilante sería el menor de mis problemas.

Esforzándome para mantener la calma, quité mis cosas de la mochila para ordenarlas correctamente y también para distraerme un poco. Cuando iba a quitar mi bolsa de comida me di cuenta de que las pipas peladas eran historia. La bolsa estaba vacía. ¿Cómo podia ser? Inmediatamente pensé en la Señora Ardilla y supe cual fue la causa de su visita. Ella solo quería más alimento para pasar el invierno o para alimentar a sus hijos aun muy pequeños para independizarse. Y yo me había montado mis propios razonamientos infundados sin ningún sentido. Mis ideas no tenian ni pies ni cabeza. ¡Por Dios!, que ya no era una niña. Lentamente mi respiración se fue calmando poco a poco hasta que comprendí que no había ningún habitante intentando descubrir mi secreto.

Ya que no había peligro, volví a guardar mis cosas y lentamente me dirigí hacia el camino que llevaba a casa, no sin antes detenerme a mirar hacia el acantilado por si veía a alguien. Sabia que la opción de que alguien estuviera apostado allí era una opción ínfima entre muchas pero tenía que hacerlo. Si no, no podía estar segura de que mi querido mar estaba a salvo.

Hablando del rey de Roma. Hablando del agua del mar. El ruido de las olas me había despertado de mis ensoñaciones. Decidido: pensar tanto no era bueno y menos en tan poco tiempo.

Veinte minutos más tarde me encontraba en la mitad del camino e iba tarareando una bonita canción. Era la canción de mi cajita de música. La misma cajita de música que me había dejado mi madre para que me fuera entregado en mi primer cumpleaños. Desde aquella, esa cajita siempre había sido con la que consultaba todas las dudas. La que cargaba con todas mis penas y la que sabía mis más íntimos secretos. Ella era yo. Siempre que hacia girar la manivela esta absorbía todas mis preocupaciones. Era mi único vínculo con mi madre, hasta que mi padre lo destruyó. Y lo odio por ello.

Ya se veía a lo lejos el pueblo y llegaba una hora antes de lo previsto pero tenía que hacer las tareas escolares ya que mañana seria lunes y tenía que entregar unos trabajos. Pero, ¿que era un mísero ejercicio de matemáticas comparado con la hermosura de mi bello mar?
Nada.
No eran ni comparables.



------------------------------------------------------

¡¡Hola!!

Siento otro capítulo corto pero es que a partir de este empieza la acción: para empezar me gustaría empezar a contra algo de su vida ya que esta casi no se nombra en la historia y también habrá alguna que otra sorpresita.

Espero que os este gustando querido a lector@s pero hacerme feliz dándole al like y comentando.
¡¡Gracias!!

LA CAJITA DE MÚSICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora