|| Capítulo 7.

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Fue en ese preciso instante en el que la mirada de George se fijó en los cristalinos ojos de Bradley a la vez que su corazón se helaba. No entendía nada de lo que Bradley le estaba diciendo, y estaba a punto de tomar su celular para llamar a Tiana y preguntarle por las chicas, pero no podía dejarlo a él entre lagrimas para llamarla. Los azules ojos que tenía frente a él se encontraban rojos de tanto llorar, las mejillas se encontraban sonrojadas y húmedas, y sus labios hinchados y lastimados.

Sin saber muy bien que hacer en aquella situación, George actuó como cualquier otra persona. No sabría si a Bradley le sentaría bien en ese momento, pero lo hizo igual. Llevó ambas de sus manos a sus hombros y lentamente lo acercó hacia a él con cuidado. Como suele pasar en cada abrazo en este mundo, él cerró sus ojos, se encogió como un niño pequeño, y rompió en unas saladas lágrimas incontrolables. Lo que intentan hacer los abrazos es juntar todas esas piezas rotas que quedaron separadas en tu corazón, y uno llora por el dolor que ello ocasiona, porque justamente, es la persona a la que mas amabas la que fue capaz de romperlo en pedazos. Lo que buscaba George con eso, era simplemente calmar los nervios de Bradley, pues estaba muy tenso antes de aquel abrazo, y se sintió bien al notar que todos los músculos del cuerpo del menor se aliviaron.

Bradley jamás se había mostrado de una forma tan vulnerable con otra persona. Las pocas veces que él mismo se ha encontrado en estado depresivo, siempre buscó la manera de encerrarse en su cuarto, o simplemente solo en su departamento. El estar de esa forma en los brazos de George, un joven que recién conocía de días, no era algo que acostumbraba a hacer, ni con sus hermanas, ni mucho menos con Christina. Su temperamento fuerte, su personalidad fría, y su seriedad, era lo que siempre mostraba a todas las personas con las que se relacionaba. Aun para él mismo no era normal estar así, pero de alguna forma u otra, era George el que había conseguido hacer que se rompiera de esa forma, y de estar en un estado mas consiente, no se hubiera mostrado de aquel perfil.

Cuando sus nervios comenzaron a esfumarse, poco a poco George se separó de él. Lo miró a los ojos un rato, intentó sonreírle, y luego, habló:

—¿Tienes como volver a tu casa?

—Tomaré un taxi —susurró desanimado.

Sin responder, George se paró de donde estaba y caminó los pocos metros que lo estaban separando de su abrigo, en donde tenía su celular y el dinero que le sobró de aquella noche. Cuando volvió a dirigirse a Bradley, le golpeó con levedad el brazo e hizo que se levantara.

—Vamos, ven conmigo, te llevaré en mi auto hasta tu casa. No acepto un no como respuesta de tu parte.

Sin saber como actuar frente a George por segunda vez, Bradley miró al suelo y reojo observó como su compañero comenzaba a alejarse de la barra dirigiéndose a la salida del lugar. Cuando sus miradas se cruzaron desde cada punta, fue cuando al fin accedió a seguirlo. Después de todo, era la manera mas rápida de llegar a su departamento y poder descansar, si podía, lo que restaba de aquella noche.

Ambos se encaminaron hacia el auto y no fue hasta que se encontraron ya cómodos dentro que se volvieron a dirigir la palabra. Una vez que George consiguió la manera de salir de aquella oscura calle de discotecas y bares, Bradley se encontró tranquilo, y fue quien rompió el hielo en aquella situación.

—Ehmm... Gracias, George —susurró con la voz un poco mas firme y sería que en momentos anteriores.

El nombrado giró su vista por un corto segundo para ver a su compañero y le sonrió con cariño.

—No agradezcas, por lo que vi ninguno de los dos tuvimos una buena noche. Considera esto como un rescate —le dijo brindándole seguridad—. ¿Qué te sucedió antes de... ya sabes, encontrar a Christina?

Pies ciegos que intentan seguir el sol. #Wattys2016 #ChocolateAwards2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora