|| Capítulo 2.

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Si ya parecía que la noche se haría larga, para George, esa tarde fue agotadísima. A pesar de que él contaba con la ropa suficiente para poder vestirse adecuadamente, Regina le insistió en llevarle a comprar ropa nueva para la cena. Estaba contando con una nueva camisa blanca, unos skinny jeans negros que ya pertenecían a su closet, y una par de zapatos nuevos de cuero puro.

Se miró frente al espejo una última vez, y se acomodó el cabello algo nervioso. De aquella forma ya estaba lo suficientemente bien para presentarse en la cena. Miró la hora en su reloj: las 8:24 p.m. En veinte minutos debía verse con Regina frente a las instalaciones del restaurante para poder entrar juntos a la misma hora. Se acomodó un reloj de pulsera en su muñeca izquierda, tomó su iPhone, las llaves de su auto, y nuevamente se miró en el espejo. Sus ojos verdes brillaban un tanto emocionados a pesar de sus nervios, pero con Regina a su lado, no tenía de que temer.

Sacudió las llaves en su mano y dejó su celular depositado en un bolsillo de sus jeans listo para marcharse.


Eran las mozas del lugar las que se encontraron la última hora, organizando el lugar para la cena, uniendo las mesas, poniendo los manteles más formales, y la vajilla más fina. Regina, su hermana melliza Jade, y la mejor amiga de esta, Christina, eran las mozas predilectas de Jackson, y eran quienes más atentamente se ocuparon de la organización.

Los ventanales que daban a la calle se encontraban completamente tapados por unas largas y densas cortinas de seda, y las lámparas iluminaban con debilidad, ya que el centro de mesa de cada una de las divisiones del lugar, contaba con tres velas blancas. En el fondo del salón, había un pequeño escenario donde cada mediodía tocaba un pianista, y allí, en vez de un piano, se encontraba un equipo de DJ en el fondo, y un espacio con un micrófono y una mesa.

Regina y Jade, ya llevaban alrededor de tres años trabajando en ese lugar, Christina apenas había llegado unos seis meses atrás, y era quien más intranquila se encontraba en aquel momento. Jade, que era quien mantenía una relación de más confianza y amistad con ella, se acercó a hurtadillas, y la observó extremadamente nerviosa con su teléfono celular.

 Jade, que era quien mantenía una relación de más confianza y amistad con ella, se acercó a hurtadillas, y la observó extremadamente nerviosa con su teléfono celular

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—Hey, Tina ¿Qué sucede? —le susurró haciendo que se volteara a verla—. Christina te encuentras pálida, ¿Qué sucede?

—Es él, sigue sin llegar. Me contó que Jackson le admitió en un trabajo en el gimnasio, es importante que venga esta noche, no puede faltar. —Se notaba en su voz que no se encontraba nada tranquila con la situación.

—Relájate, aún faltan treinta minutos para que comiencen a llegar, y la gran mayoría llegaran dentro de una hora. Va a venir, no puede faltar, ya deja de preocuparte.

Al escuchar aquella última frase, Regina miró la hora en su iPhone, y observó que en solo diez minutos George debería de encontrarse tal y como habían acordado. Señaló que había acabado con sus tareas, y tomó su abrigo para dirigirse a esperar a su amigo en la puerta del lugar, dejando a Jade y a Christina solas como lo necesitaban.

Pies ciegos que intentan seguir el sol. #Wattys2016 #ChocolateAwards2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora