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Estuve horas y horas buscando información, nada, no había nada. Me empecé a agobiar así que decidí ir a dar un paseo por el parque. Abrí la puerta lentamente, me dirigía a la salida, cuando escuché un suave llanto, venía de la habitación de mi madre.
Me asomé sin que se dieran cuenta, al haber un pequeño pasillo detrás de la puerta no pude verles a ellos, pero sí a sus sombras. Mi madre estaba llorando y le susurraba algo a mi tío, no conseguí entender lo que decía. Mi tío contesto con la tranquilidad de siempre, entonces mi madre se empezó a poner nerviosa, mi tío
seguía hablando a pesar de que mi madre se negaba a escucharle, de repente gritó:

-¡No quiero! Intento que todos llevemos una vida normal, pero esto me supera. No me quedaré aquí por más tiempo.

No entendí que quiso decir, pero me cansé de escuchar y salí, por fin, a la calle. El parque estaba oscuro, miré la hora, eran las tres de la mañana. Me senté en el columpio y reflexioné, la
cabeza me daba vueltas. Empecé a hacerme preguntas; "¿Porqué mi madre estaba llorando? ¿Qué quiso decir con quedarse? ¿Qué pintaba yo en asuntos del gobierno tantos años después de lo sucedido? Y lo más importante, ¿Por qué me tuvo que pasar a mi?"

Estaba en modo depresivo cuando noté que alguien me observaba, me di la vuelta disimuladamente y vi a un hombre vestido de negro hablando por un walkie talkie. El hombre se
dio cuenta de que yo tenía constancia de su presencia y echó a correr. Cuando se giró pude ver en su brazo una placa dorada, pero todo fue tan rápido que en ese momento no le di importancia.

Mientras volvía a casa me puse a pensar por qué ese hombre me estaba vigilando. Entonces caí en el detalle, la placa, era igual a la que llevaban los hombres que mataron a mi padre. Volví a casa corriendo pero cuando entre no había nadie, las cuatro y media, revisé todas las habitaciones una por una, no había señal de vida. Comencé a oír unos pasos lentos y lejanos, cada vez más cerca, cada vez más rápidos. Entré en pánico, me di la vuelta y...

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