Propuesta
— ¿Enserio te tienes que ir? —me pregunta mi novio, quién se niega rotundamente a que yo me vaya de viaje a visitar a Keish un mes en Chicago.
—Guillermo, ya hemos hablado de eso. —digo ya cansada del mismo tema siempre— Hace mucho que no la veo.
— ¿Por qué no simplemente esperas a que yo termine la universidad en unos meses y vamos los dos? —suspiro ya irritada— ¿Por favor?
—Guillermo, mi amor... ¿enserio? —pienso bien las palabras que le diré a continuación— No es que no quiera que vengas conmigo. Es solo que yo no fui quien pagó el pasaje y tengo que aprovechar el momento. Además, tengo vacaciones del trabajo y pienso que es el mejor momento. —suspira con frustración por no hacerme cambiar de opinión—. Ya hemos hablado de esto bastante. Llévame a casa por favor.
—Tienes razón... es el mejor momento —me sorprendo, realmente me he sorprendido— ¿Pero volverás, ¿verdad?
— Claro que volveré, cariño. —se lo he dicho mil veces, pero él tiene esta idea en mente de que quizás me agrade aquel lugar y decida quedarme a vivir.
—Eso espero, porque no sé qué haría sin ti. —dicho esto, toma mi mano y deja un beso sobre esta— Te amo con mi vida. —sonrío como una boba.
—Yo también te amo, mi amor —le digo besando rápidamente sus labios— Ahora vámonos que tenía hasta las 2:00pm para estar contigo cariño.
—Es increíble que, aunque tengas veintiuno y trabajes, tus padres aún te manden y quieran tener autoridad sobre ti —esos comentarios de él a veces me hacen enojar.
—Ya sabes que puedo tener la edad que tenga y mientras viva bajo el techo de mis padres debo hacer lo que ellos me digan. —me mira frunciendo el ceño— Y la verdad yo no tengo problema con eso. Son mis padres y los amo. Sé que lo hacen porque me aman.
—Mis padres me aman y yo no dejo que me manejen. —dice burlándose, y lo miro molesta
—A veces te pones bien estúpido. —digo de mala manera, y él me mira riéndose
—Ya mi vida, solo quería molestarte. —me abraza en forma de disculpa, pero siento como aún se ríe por la vibración de su pecho
—Llévame a casa. Tengo que terminar de empacar. —digo esto solo para molestarlo y el gruñe— Parece que realmente no quieres que me vaya. —vuelve a gruñir y quién ríe esta vez soy yo.
— No es gracioso —gruñe— ¿Cuándo es que llegas?
—En dos meses —declaro para molestarlo aún más. Él para en seco.
— ¿QUÉ? —dice sorprendido y molesto a la vez, pero se tranquiliza al ver cómo me rio a carcajada por su reacción.
—debiste...debiste ver tu cara —me sostengo la barriga del dolor que me provoca reírme
—No es gracioso, niña
— ¡HEY! — grito haciéndome la ofendida— No soy una niña, soy toda una adulta, tengo veintiuno. —lo señalo— En cambio, tú eres un viejo —él se ríe. Siempre nos molestamos con eso, porque ambos sabemos que no es cierto. Él apenas tiene veintitrés.
—Ya vámonos —parlotea riéndose
El camino a casa fue silencioso, ambos sabemos la razón. Él no quiere que yo vaya a ese viaje. Tiene miedo a perderme, pero yo solo tengo ojos para él y eso es algo que él no entiende. Aunque debo admitir que estoy un poco nerviosa, pero no por el viaje, sino por Mike. No es que me guste porque... ¡Por Dios! Es el hermano de mi mejor amiga y además tengo a Guillermo. ¿Quién mejor que él para pasar el resto de mi vida? Él es tan atento conmigo, quiere verme feliz y me ha dado a entender que quiere un futuro conmigo. Él está aún en la universidad le faltan unos meses para terminar.
—Llegamos, amor —me saca de mis pensamientos— ¿Quieres que te ayude a terminar de empacar?
—No hace falta cariño, me voy en dos días, tengo tiempo suficiente. —miento pues ni siquiera he empezado a empacar. Sí, soy de esas que dejan las cosas para lo último.—Además estoy algo cansada. Creo que empaco unas cuantas cosas más y luego me voy a la cama, mi cielo.
—Está bien— suena algo indiferente
—Te amo
—También te amo mi vida —me da un beso rápido y prende el motor del carro, señal de que ya debo bajar del auto. Bajo y empiezo a caminar hasta mi casa... — ¡ESPERA! — me giro rápido y siento el impacto de sus labios sobre los míos.
Me besa con pasión, pone sus manos en mi cintura atrayéndome más hacia él, mientras que yo coloco mis manos en su nuca y le atraigo más a mis labios. No es que necesite sus labios o tuviera el deseo de querer besarlo, sino porque ya es una costumbre posicionarnos de esa manera. Buscando aire nos separamos y junta su frente con la mía. Estamos un poco agitados por el momento tan efusivo. Deja un beso sobre mi frente y va bajando sus labios, siendo cariñoso, dejando besos sobre mi nariz y luego mis labios.
—Casémonos —Creo que oí mal o él dijo "casémonos"
—He... ¿Qué? —pregunto asustada
—Casémonos —dice sonriendo. Yo solo lo miro. Es que yo...yo no quiero casarme tan joven— Amor, creo que este es el momento en el que me dices sí... — me mira dudoso
No sé qué hacer. Creo que jamás me había encontrado en una situación como esta. ¿Qué le digo? ¿Qué le contesto? Soy muy joven. No puedo comprometerme. Piensa Aria, piensa. ¡ESPERA! ¿Y el anillo? ¿¡¿Acaso lo está diciendo para que no me vaya?!?! ¿Qué hago?
— ¿Y el anillo? — cuestiono sin pensar. Él me observa sin saber que decir— ¿Y el anillo? —pregunto, ahora, más segura
— ¿El... el anillo? —mira hacia otro lado y luego voltea a verme, otra vez— ¡Claro! El anillo, bueno la cosa es que no pensaba proponértelo hoy, mi amor —expresa suavemente, lo noto muy pensativo— Pensaba preguntártelo cuando llegaras del viaje.
—Ahh... —no sé por qué, pero no me siento muy convencida de su respuesta. Hablando de respuesta, creo que es el momento de que le conteste sí o no. Lo miro directo a los ojos y noto cierta desesperación ese miedo en sus ojos.— Casémonos —afirmo sin pensar. Abre mucho sus ojos anonadados por mi respuesta— Casémonos —repito
— ¿Enserio? —asiento— ¿Segura?
—Nunca he estado tan segura en mi vida
Guillermo me abraza por la cintura y da brincos y vueltas conmigo en brazos. Yo solo rio por su reacción. Cuando me baja pega sus labios a los míos y me besa con intensidad. Estamos así por varios segundos hasta que me suelta y junta nuestras frentes. Nuestras respiraciones están un poco agitadas por la intensidad del momento. Me da un beso en la nariz que provoca una sonrisa en mí. Él sabe que a mí me encantan esos besos. Me hacen sentir especial.
—Nos vemos en un mes amor y para cuando vuelvas prometo poner un anillo en este dedo. —toma mi dedo anular y deja un beso sobre este.
Da un beso en mis labios y se dirige a su auto. Enciende otra vez el motor y baja la ventanilla del auto.
— ¡TE AMO! — grita haciéndome reír
— ¡TAMBIÉN TE AMO! — le tiro un beso y él hace como si lo sostuviera en el aire.

ESTÁS LEYENDO
EL DESTINO (Disponible en Amazon)1ra parte
Novela JuvenilAria, una joven decidida a vivir la vida según sus propios términos enfrenta un viaje emocional donde el pasado y el presente convergen de maneras inesperadas. Entre reencuentros con su mejor amiga de la infancia, Kashlin, y el redescubrimiento de u...