-Parte 2-
Miranda sentía una molesta presión en su espalda. Su cabeza le dolía y sentía pastosa la boca. Abrió lentamente los ojos, encontrándose con oscuridad. Respiro hondo varias veces, y cuando trato de levantarse… uno, un mareo y dolor de cabeza la recibieron y dos, algo impedía que se levantara completamente. Algo, de nuevo, en su espalda.
-¿Qué demo…?
Pudo distinguir a Derek en la obscuridad. Su dorado cabello desordenado justo delante de sus ojos. Sus tonificados brazos rodeando su cintura desde atrás. Su dulce rostro reposando en su espalda. Su aliento quedó atrapado a la mitad de camino en su garganta, y mordiéndose el labio, acerco lentamente su mano a la cabellera del hombre que estaba dormido sobre ella. Pero…
-¿Así de irresistible soy? –murmuró Derek, con toda la flojera del mundo en su voz.
Miranda apartó la mano rápidamente, y con un bufido le respondió.
-¿Tú? ¿Irresistible? Si claro, y yo soy Megan Fox, quítate de encima zopenco.
-Eras más agradable dormida –le dijo él, aún en un murmuro.
-Derek, en serio muévete, tengo un dolor de cabeza que créeme, me gustaría mitigar lo antes posible.
Él suspiró y lentamente se apartó de ella. Se talló los ojos y la observó.
-Dejé unas aspirinas en el tocador –le informó.
-Okay… iré por ellas.
-Espera, necesitarás luz.
-¿Qué? ¡No, puedo ver perfec…!
Demasiado tarde. Derek se había levantado de un brinco y con un tirón de su mano izquierda, abrió las cortinas, dejando que los rayos del Sol pasaran, iluminando la habitación.
Miranda se hincó en el suelo y se quejó.
-¡Mugre D!
Derek se rio.
-Espera un segundo, voy por las aspirinas.
-Pero, creí que estaban en tu tocador… -dijo ella, extrañada.
-Si bueno, nunca fuiste buena para identificar mentiras.
-¡Idiota! –le gritó ella, antes de que él se desvaneciera por el pasillo.
Resopló, y pasándose las manos varias veces por su cabello, caminó lentamente por la habitación de Derek, tratando de acostumbrarse a las llamaradas del Sol. Entonces, pasó frente a un espejo. Confundida, retrocedió 6 pasos para observarse en el espejo de cuerpo entero que estaba a un lado de la puerta del cuarto de Derek. Estaba en ropa interior.
Con el semblante sereno, y paso tranquilo, se dirigió a la cocina, lugar donde Derek estaba llenando un vaso con agua. Ella se recargó en el marco de la puerta, con las manos detrás de ella. Carraspeó. Él la miró, y le dedicó una sonrisa encantadora. Pero no tan encantadora.
Inhaló profundamente y…
-¡MUERE!
Cojines fueron lanzados en su dirección como misiles. Él había sospechado que algo así pasaría, por lo que se llevó uno con él antes de que ella se diera cuenta y estuviera lista para la guerra. Una vez que su munición se acabó, Miranda corrió a la sala y tomó un cojín enorme. Derek caminó hacia ella lentamente, como si fuera un animal salvaje, con un cojín pequeño en su mano derecha. Sostuvieron sus miradas unos instantes y después Miranda, con un pequeño grito de guerra, corrió hacia él con el enorme cojín en sus manos.
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Nuestra Agonía
Teen FictionLa locura y la sed de venganza impiden a un alma aferrarse al amor y a la felicidad. ¿Qué pasa cuando un sentimiento tan profundo y verdadero es rechazado y traicionado? Cuando aquello se transforma en odio y resignación a la cordura, no hay marcha...