Capítulo 2

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Mi madre siempre me había dicho que siga a mis instintos, pero no tenía ninguno. En mi casa, era un vegetal que caminaba, la única responsable. Necesitaba descansar, pero también me obligaba a hacer felices a los demás. Mi intención era tapar mi tristeza generándoles felicidad a otros.

Después de la cena del domingo, todos nos fuimos a dormir. Cómo la casa era pequeña, yo compartía la habitación con mi hermana, que esa noche se había ido a bailar. A causa del insomnio, no me podía dormir. Y siempre supe qué ocurría cuando eso pasaba. Me auto-mutilaba con pensamientos indeseados, cómo por ejemplo, que la cena de esa noche probablemente sería un tema de conversación entre mis “amigas” mañana. Tenían la costumbre de ver siempre las cosas malas del resto. A la pobre Ali era a la que más criticaban. Sinceramente, yo también lo hacía. Con maldad fingida. Siempre me voy a arrepentir de eso.

Luego de leer dos páginas de un libro viejo de la biblioteca de mi abuela, me di cuenta que no tenía el poder de concentración necesaria para leer a John Green. Por eso, agarré la computadora portátil que se encontraba sobre mi escritorio. Cuando la encendí, la luz me cegó por unos momentos y la habitación dejó de estar oscura.  Lo primero que hice, fue seleccionar de mis favoritos la página “eternamirada.blogspot.com”. Era un blog donde había muchas chicas de todo el mundo que hablaban sobre sus problemas. Publicabas un estado con lo que pasaba y a los segundos uno de tus contactos comentaba esa divulgación. Ese día tenía 3 mensajes privados: uno de Gary, un amigo de internet que era homosexual. Me contaba que ese día sus padres lo encontraron besándose con su  novio, Ken. Yo no pude hacer otra cosa que responderle que lo sentía, y que dejase se torturarse con eso porque lo único que lograba era ponerlo peor; otro mensaje era de Stacy, una de las mejores personas que había conocido en mi vida. Tenía 13 años y había nacido en Portugal, pero a los 3 años se mudó a Inglaterra. Su vida no era sencilla. Desde los 11 que le habían pronosticado anorexia y desde entonces tubo 7 recaídas. Según su foto de perfil era extremadamente flaca. Un huesito; y el último mensaje era de un usuario llamado “Faescars” que no lo tenía registrado. El texto decía: Hola, creo que puedes ayudarme. No era la primera persona que me escribía esa cosa. En ésta página poco conocida, se podían hacer grupos, y por lo general, siempre habían personas que recomendaban amigos. Fae estaba conectado. Envié:

Caseylovespain: Hola.

Faescars: Hola, cómo estás?

Caseylovespain: Esperando a que me cuentes tus problemas, y tú?

Faescars: Jajajaja, yo estoy ansioso por contártelos, pero creo que primero deberías saber sobre mí. No te interesa?

Caseylovespain: Sinceramente no. No soy una psicóloga. Yo únicamente escucho y opino la vida del resto. Ellos parecen tan emocionados por saber mi razonamiento que a veces me pregunto que ven en mí.

Está 100% claro que nunca fui de esas que andaban con vueltas. Hablando con una persona cara a cara tampoco me retraía mucho, a menos que ese sujeto me importe demasiado. Seguramente mi interlocutor no esperaba esa respuesta.

Faescars: Creo que estamos tan desesperados por ser entendidos que no nos importa quién sea la persona que opine, mientras que haya pasado por cosas que nosotros estamos pasando. Y a mí me contaron que hace tiempo te pasó lo que me está pasando.

Caseylovespain: Soy toda ojos. Igualmente, dime si eres mujer u hombre. Las situaciones cambian dependiendo del género. Las mujeres somos más capaces ;)

Bromeé con el hecho de que no la podía escuchar. Al principio, era un poco cortante con las personas que me hablan, luego, cuando me daba cuenta de que se salvaron de la estupidez, les mostraba parcialmente cómo era.

Faescars: Jajajaja, interesante conjetura, Holmes. Pero no estoy de acuerdo con eso, porque de hecho, soy hombre.

Puede que me haya contradicho, pero por lo menos mantenía el humor. Nada fácil teniendo en cuenta que estaba en una página rodeada de adolescentes depresivos apáticos. 

Caseylovespain: Já, hubiera apostado a que eras mujer. Pensé que el nombre Fae era femenino.

Faescars: Lo es, sólo que yo no soy Fae. Mi nombre es Noah.

Caseylovespain: Interesante. No me digas que eres transexual. En ese caso, no podré ayudarte.

Faescars: Jajajaja, no, tranquila. Tengo otros problemas.

Era un gran alivio que todavía no haya puesto LOL reemplazando las carcajadas. Era algo que nunca soporté. Me enviabas un LOL y automáticamente te volvías un anticristo para mí.

Caseylovespain: Cuéntamelos.

Y así fue como me desvelé hasta las tres de la mañana, cuando Noah decidió ir a dormir. Lo maté mentalmente, ya que me dejó colgada en una parte interesante. Lo curioso era que al final no me había contado sus problemas, si no que hablamos de cosas sin sentido. Ese chico me caía bien. ¿Por qué las mejores personas vivían en el otro lado del mundo? Lo mismo me pasaba con Stacy. Por más que tuviera 4 años menos que yo, si ella viviera en Estados Unidos y no en Inglaterra, estaría libre de las zorras a las que llamaba amigas.

**

A la mañana siguiente me despertó el molesto sonido de mi despertador. Eran las 6:55 de la mañana y tenía que ir al colegio. Puse toda mi fuerza de voluntad en mi mano que apagó el reloj. El cansancio me perforaba la cabeza y luego bajaba por el resto del cuerpo, concentrándose más en los ojos. Cuando al fin pude pararme, me encaminé hacia mi armario y de ahí dentro saqué unos jeans ajustados oscuros y una remera blanca lisa. No tenía muchas curvas. Era más bien cuadrada, por lo que los estampados me hacían ver patética.

Cuando me terminé de vestir, bajé a la cocina haciendo el menor ruido posible. Sentados en el sillón se encontraban Robert y Steven. Ambos miraban la televisión mientras devoraban sus desayunos. Era lo único que podían compartir sin que se peleen. En la pantalla transmitían una partida de Básquet.

Caminé hacia el refrigerador y saqué un potecito de yogurt y, con una cuchara, lo comencé a comer. Era lo único que podía ingerir con menos de 50 calorías y mi estómago no rechazara por las mañanas.

Antes, hacía un año aproximadamente, tenía la mala costumbre de meterme los dedos en la garganta para devolver lo que había consumido y así no se me formaba una panza. Dejé re recurrir a ese método cuando me desmayé 3 días seguidos en el colegio y los directorios llamaron al hospital. Esa semana, todos hablaban de eso, fue uno de los cotilleos del año. ¿Cómo pueden juzgar algo que no entienden?

 A la par, las chicas con problemas me comenzaron a contar sus historias, sin pensar que no podía ayudarlas. Cómo en  internet, en mi instituto también era una clase de psicólogo. La verdad era que las chicas que requerían mi favor, eran muchas. Había personas que nunca me hubiera imaginado que tenían problemas. Por ejemplo Hayley Grimm. Ella es el esquema perfecto de “hermosa” para la sociedad. Su pelo era rubio platinado (obviamente teñido), las mechas californianas colgaban de su nuca. Su perfecta nariz sobresaltaba de su cara, y sus grandes ojos azules cautivaban al mundo. Su esbelta figura era deseada por, prácticamente, todos la integridad masculina de Chicago. Su familia era adinerada, y obviamente, siempre vestía lo más de moda. Así que cuando me vino a contar que una vez intentó cortarse, mi mandíbula rozó el piso.

Y, en definitiva, me di cuenta con la ayuda de estas adolescentes, que somos víctimas de una juventud mentalmente enferma. 

I'm AliveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora