Mari

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En algún momento Luis se tenía que cansar de toda mi maldita angustia, ¿Verdad? No lo culpo, me merecía todo eso.

En ese entonces llevábamos poco de casados, y los bajones no se me iban. Yo seguía con mis pensamientos negativos y mi enojo ante la vida. Creo que de tanto repetirlo termine haciendo que Luis me diera la razón. Lo cansé.

Me lo gritó todo, no se guardó nada.

‹‹Sabes qué. Tienes razón. ¡Eso es lo que querías que te diga! Tienes razón. Yo siempre trate de ser el mejor esposo, complacerte, entenderte y ponerme en tú lugar. Pero sigues diciendo esas cosas, logras que me taladren la cabeza. Me harté de que repitas siempre lo mismo y me harté de que no valores todo lo que hago.

Tienes idea de la cantidad de veces que me dieron ganas de llorar de impotencia al escucharte hablar, yo hacía todo lo que estaba a mi alcance y siempre repetías lo mismo. Pero no me importa, no me arrepiento de lo que he hecho porque lo hacía por amor. Si no quieres colaborar y hacer que esto funcione ya no es culpa mía.

Si quieres quedarte ahí llorando y compadeciéndote de ti misma hazlo. Ya no haré nada, no voy a esforzarme por algo que es inútil. Piensa lo que quieras, de una forma u otra vas a tener razón. ¿Decís que sos inútil? Está bien, sos inútil y puedes darle a eso diez mil motivos. Piensas que no me mereces o como quiera que le digas. Puede que sea verdad. ¡Haz lo que quieras! En algún momento tu siclo de autocompasión se terminara, y no será e la mejor manera. ››

Y de un portazo se fue...

No sabía si taparme los oídos e ignorar todo eso o hacerle caso. Me había dejado, no sabía por cuanto tiempo.

Me tire boca abajo a llorar, estaba atravesada en la cama. Estuve un bien rato así hasta que me percate que mi nariz sangraba y bastante. Había manchado una corbata de Luis

Me levante como pude, tome entre mis manos la corbata y fui al baño a mirarme al espejo, era un completo desastre, ya no era idea mía, mi marido me lo había confirmado. Tire la corbata, y tape mi nariz con un algodón.

Destrozada como estaba, con sangre de en mi brazos y cara, pensando que era una exagerada, una persona débil salí puerta afuera. Tome aire y me dije que no podía ser tan estúpida, aunque la realidad es que lo era. Quería huir, desaparecer.

Ahora que lo puedo pensar bien, conocía lo suficiente a Luis como para saber que regresaría, así como yo volví, pero en ese momento me asechaban las inseguridades.

Me sentí peor al saber que Luis había regresado a casa con la intención de arreglar las cosas, que estaba calmado y quería hablar. Y no me encontró. Pero no desistió de buscarme hasta que me encontró. Yo había actuado impulsivamente, inmadura como era. Mi intención... creo que solo quería huir de mi casa, que en ese momento era un lugar lleno de fantasmas dispuestos a atormentarme. No torturar a Luis con mi ausencia.

Me dolió saber que el en verdad se preocupó por mí, que lloró al pensar lo peor.

<< Ya se, actúe mal y dije cosas que no debí. Y si te pido que me entiendas puede que no quieras hacerlo. Pero sentí miedo al ver nuestra habitación en esas condiciones. ¿Por qué había sangre esparcida en el baño? Acaso tú... ¿Te cortaste? Y por qué estaba mi corbata en el suelo... no me digas que quisiste... no puedo pensarlo. >>

Y mientras más perdón me pedía más me convencía que yo era la que tenía que disculparse.

Cuando me decía que pasaba por una situación que no podía manejar creía que era una excusa más en un intento por comprenderme y justificarme.

Solo el tiempo permitió que viera lo que Luis hacia: él prefería hacer las paces que tener la razón.

Solo el tiempo permitió que viera lo que Luis hacia: él prefería hacer las paces que tener la razón

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KümelenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora