Mari Kiñe

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Luis tenía unos cuantos centímetros más que yo, pero era flaquito como un palo de escoba

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Luis tenía unos cuantos centímetros más que yo, pero era flaquito como un palo de escoba. Siempre encontraba como hacerme la contra. Y yo no me quedaba atrás. Era una forma de reírnos cuando estábamos solo, no siempre teníamos que tomarnos todo enserio. Eso para mi era muy importante.

Lo lindo de mi matrimonio eran los detalles. Si yo tenía que hacer trámites, Luis cocinaba. Si Luis tenía que bañarse antes de ir al trabajo yo planchaba su ropa. Cosas que hacíamos de manera innata y que me agradaban. Éramos un equipo.

Además teníamos una regla. Si discutíamos y después nos perdonábamos el asunto quedaba enterrado, borrón y cuenta nueva. No nos lo echábamos más en cara. Los dos habíamos crecido con esa regla. Creo que es muy importante regirse por principios en común.

En nuestro caso, cada uno poseía su pasado, uno más triste que el otro. Pero, aunque a mí me costaba, intentábamos mirar las cosas desde un punto de vista similar.

La vida es como un viaje en auto, cada tanto hay que mirar por el espejo retrovisor, incluso es algo necesario. Pero mirar constantemente hacia atrás puede ser muy peligroso, puede terminar mal. No ves lo que hay adelante, no ves tu futuro.

Por eso yo recuerdo mi pasado, pero intento vivir mi vida, mi presente. La disfruto viendo como todo lo que antes pasó me afecta a mí ahora y me brindo mis actuales condiciones de vida. Me es difícil, pero debo enfocarme con la vista hacia adelante.

Se me encoge el corazón al ver lo rápido que pasa el tiempo, lo digo aunque soy joven. Como las personas con las que creciste no están a tu lado para compartir los buenos y malos momentos. Algunos ya no viven cerca, hicieron su vida lejos y a otros, como mi Ackerley, se los llevo la muerte.

Aunque la realidad puede mostrarse algo triste uno siempre puede ser feliz.





Aunque la realidad puede mostrarse algo triste uno siempre puede ser feliz

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