Ese día fue horrible. Juro que fue horrible.
Apenas abrí los ojos me encontré con un hombre muy cerca mío. No sabía si permitir que notara que estaba despierta o volver a cerrar los ojos. Él me vio, dijo un par de palabras que no recuerdo y salió corriendo.
Tenía miedo ¿Dónde estaba? Me enderece en la cama observando lentamente todo a mí alrededor. Un blanco inquietante cubría todo, estaba nerviosa y muy alterada. Desorientada, así me encontraba.
Ese mismo hombre que instantes antes había salido volvió a ingresar aparentemente emocionado con otra persona con vestimenta blanca.
—Señorita Millaray, ¿Cómo se encuentra?— habló el hombre de guardapolvo. Millaray. ¿Qué era Millaray?
Se acercó unos pasos hacia mí, yo retrocedí en el poco espacio que tenía, no quería que se me acercara. Me hacía preguntas y esperaba pacientemente una respuesta, pero yo no hable. No quería saber nada con nadie, ese hombre que fue al primero que vi insistía en acercárseme, sonreía mucho y quería tomarme de las manos. Me aterraba, sentía que me costaba respirar en ese lugar tan encerrado y pequeño. Temía que me hicieran daño y no veía posibilidades de huir, temblaba de pies a cabeza. Los días posteriores a eso me seguían teniendo encerrada en ese lugar, y todos los mañanas esos mismos hombres venían a hablar conmigo. Llego un momento en que identifique al señor de guardapolvo como un doctor, y el otro tenia cara conocida pero no había caso, no recordaba de quien se trataba. En esas cortas visitas este último me miraba, pero ya no sonreía como la primera vez, de algún lado lo conocía...
En el tiempo que estuve encerrada en el hospital me dijeron muchas cosas. No entendía, de hecho no entiendo nada.
Lentamente me explicaron que había sido víctima de un accidente. Un accidente. Que perdí el equilibrio debido a ciertos motivos y caí por las escaleras. Que me golpee la cabeza con la punta de un mueble. Que hace tres días no despertaba. Que yo tenía una familia.
No alcance a asimilar toda esa situación ni en ese entonces ni ahora.
Estoy completamente aterrada viviendo una realidad que no es mía, que parece un engaño.
¿Millaray es mi apellido? ¿Estoy casada? ¿Por qué todavía mi hermano no viene a verme? ¿Quién es Alessia?...
Mis cientos de dudas las fueron contestando con mucha cautela a medida que pasaban los días. Aunque actualmente sigo con muchas de ellas, hay cosas que no me cierran.
Tiempo después me dieron una explicación mucho más detallada de lo ocurrido, varias personas me hablaban lento y pausado, me dijeron como me sentía yo en esa época y como termine donde estaba.
Eran mese fríos y eso me afectaba en gran manera.
Estaba tomando medicación y aunque no me agradaba debía admitir que la necesitaba, por primera vez lo asumí y empecé a ser regular con la toma de pastillas. Entre todas las cosas que debía ingerir había una pastilla que me provocaba mucho sueño. No soy tonta y sé que era dormir para no pensar, aunque nadie me lo iba a decir tan directamente no me costaba mucho darme cuenta.
Solía pensar que ya no tenía sentido seguir adelante, que seguiría sufriendo de una manera u otra y sería lo mismo si luchaba o no. Los pensamientos negativos me invadían y no había forma de echarlos, al menos no una que este a mi alcancé. Odiaba no poder controlar eso por mi cuenta.
Hay una pequeña añoranza en mi que parece recordar, o siquiera tener esa sensación, de todo eso que sentía, haciendo familiar esa impotencia, e incluso parece que podía percibir de una manera lejana todos los dolores musculares y contracturas que dan de tanto estar acostado.
Ahí me veía obligada a tomar medicamentos.
Era tomarlos, dormir mucho y pensar poco. Esas cosas me dejaban dormida de tal forma que ya no existía manera de pensar negativamente. O suicidamente como la gran mayoría de las personas creían. Me dolía mucho que los demás pensaran que si me dejaban sola sería capaz de matarme o algo por el estilo.
Y un día de esos, somnolienta como estaba me levante. Luis se encontraba en la cocina, dijo que debía seleccionar ciertas fotografías para el trabajo. Yo iba a bajar, pero estando en la segunda planta, al principio de la escalera perdí el equilibró. Y caí. Y...
Suena tan fácil contarlo, pero es más difícil haberlo vivido, y peor aún, no recordarlo.Me contaron eso, y no tengo más alternativa que creerlo.
Supuestamente me dí la cabeza contra la esquina de uno de los muebles. Aquí estoy, víctima de una idiotez que me dejo sin gran parte de mis recuerdos. Condenada a volver a sufrir todo lo que puede haber pasado y no recuerdo.
Un buen hombre me dijo que también podría volver a vivir y disfrutar todo lo bueno que una vez me pasó...
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Kümelen
General FictionCreía que era completamente feliz. Pero esa total felicidad, esa perfección que creo que llegue a sentir, solo duro un efímero instante, y una fría aguja de realidad pincho la frágil burbuja donde vivía. En mi caso, esa aguja llevaba grabada la pala...