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De camino a la casa solo pude pensar en lo tanto que se me hacía conocido aquel chico, que ya se había ganado mi odio por completo, sabía que lo había visto en alguna parte, pero no lo recordaba.

Cuando me senté en el sillón de la casa supe que me había faltado algo.

—¡Maldita sea, las galletas!— gruñí. Uno de los gemelos que tenía los ojos color verde me miró impresionado.

—Has dicho una mala palabra... — dijo sorprendido. Reí nervioso.

—N-no es una mala palabra... Maldita sea quiere decir... Umh... ¡Adiós!— expliqué, el me miró con el ceño fruncido.

—¡Tío Chandler!— gritó el otro, que tenía los ojos hazel, supuse que seria Mateo  ya que era el que mas hablaba.

—No soy tu jodido tío. — quise lavar mi boca con jabón cuando noté que estaba diciendo demasiadas groserías frente a niños pequeños.

—¿Que significa 'jodido'?— preguntó Park. Suspiré.

—Así le llamas a una persona que quieres mucho... Es como 'querido' — improvise mientras rascaba mi cabeza. —¿Qué pasa?— pregunté al otro que me había llamado.

—Toma, la tomé y nadie se dio cuenta. — rió entregándome la caja grande de galletas que escondía. Lo miré con la boca abierta arrancándole de las manos aquella preciosidad.

—Dios... Te amo tanto. — Murmuré a la caja.

—¡Niños ya llegué! — avisó mi madre entrando a la casa, los mocosos corrieron hasta ella.

—¡Jodida, tía!— gritó  abrazándola, abrí los ojos hasta más no poder.

—¡¿Qué son estas palabras?!— gritó mi madre alterada a las pequeñas criaturas que no entendían el porque eran reprendidos. —¡Vayanse a la cama! ¡Ahora!— ordenó, ellos asintieron mirando el suelo, cuando subían las escaleras escuché a Mateo gritar.

—¡Maldita sea, tía! —

Mi madre estaba de brazos cruzados mirándome.

—¿Como aprendieron esas palabras?— preguntó sorprendida, me encogí de hombros con la boca llena de galletas.

—La televisión. —

RECUPERANDO A AUSTIN; AUSDLER.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora