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—Uh... ¡H- hey, Chandler!— saludó el rubio rascando su cabeza, nervioso. Sonreí al notarlo, el estaba nervioso. Levanté una ceja con una media sonrisa y me acerqué lentamente a el.

—Hola... Austin. — sonreí al decir su nombre. Cuando ya estaba lo suficiente cerca lo arrinconé contra el sofá. El al ya no tener espacio para retroceder se tropezó con el sofá y cayó en el, sentándose.

—Chandler... — advirtió, no le hice caso y me senté encima, con mis piernas a cada lado de el. —Chandler basta yo... — no lo dejé terminar cuando lo tomé por su camisa y lo acerqué más hacia mi, rozando nuestros labios, sentí como el entre abrió sus labios.

Sabía que el lo deseaba tanto como yo.

Decidí que ya era hora de romper esa separación que teníamos y unir nuestros labios, rápidamente Austin comenzó a corresponderme moviendo los suyos lentamente, sonreí para mi mismo al saber que lo que yo haba dicho en el supermercado hace un día era cierto.

Unos segundos después escuché unos pasos por las escaleras así que decidí alejarme sentándome a su lado en el sofá cuando escuché un animado grito.

—¡Austin!— gritó uno de los gemelos corriendo hacia el chico, rodé los ojos.

—Hey... — habló él cargando al niño colocándolo en su pierna.

Miré una última vez a Austin en la cual el me devolvió la mirada, e hizo una mueca. Reí y subí las escaleras hacia mi habitación.

Duré unos minutos simplemente acostado en mi cama mientras observaba el techo, cuando escuché como tocaban la puerta.

—Entra, Austin. — hablé seguro de que era el rubio, el entró y se sentó al final de la cama. —¿Y qué ocurre?— pregunté.

—Lo que pasó abajo... Fue un completo error. ¿Ok?— fruncí el ceño. —No tenía que pasar y me siento horrible por seguir tu maldito juego, Chandler, basta de tonterías, ya eres un chico grande que debería buscar a alguien que realmente te ame, porque yo ya no lo hago.

RECUPERANDO A AUSTIN; AUSDLER.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora