Capítulo 7 Mensajes por telégrafo

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Después de llegar a la South Boston Station, John pidió ayuda para George. Varias personas se acumularon y preguntaron por lo que había sucedido, pero John no encontraba ningún médico. Fue cuando George caminó hacia la salida con Anna que un doctor apareció al verlo. Lo sentaron en el suelo y lo tomaron del hombro suavemente. El doctor notó que la bala había salido del brazo y le limpió la herida al mismo tiempo. Por último tomó una venda de su maletín y se lo amarró.

Después de que el médico les diera las indicaciones para sanar la herida, John le preguntó a George:

—¿Por qué te perseguían unos crimínales?

—Porque están involucrados en un caso que estaba a punto de resolver y para evitar que  los descubriera intentaron asesinarme —respondió George adolorido.

—¿Acaso eres policía?

—Algo más que eso, mi querido amigo. Soy detective.

Así John entendió porque tenía tal poder deductivo. Salieron a la calle y tomaron un carruaje hacia la casa de Anna en la calle Hanover. Una vez allí bajaron del carruaje. Entonces John dijo:

—Tengo que volver a Inglaterra.

—Espero que encuentres lo que buscas —le respondió Anna, mientras se encaminaba hacia la puerta.

—Espera... —dijo John, haciendo que Anna se detuviera— necesito...decirte algo...

—Dime.

—Anna, yo...yo...espero que estés bien...

—Lo mismo te deseo John —respondió Anna. Después entró a su casa y cerró la puerta.

—No necesito ser un detective para saber que la amas —dijo George.

—No fui capaz de decírselo —susurro John como si hablara consigo mismo.

—Algún día lo harás.

Entonces caminaron hacia el puerto y buscaron un barco. Después de mucho caminar, John encontró un barco llamado la mar cuyo encargado, el capitán Rodríguez, se dirigía a Francia, pero tenía que hacer una parada por provisiones en Liverpool. John iba a subir al barco cuando le dijo a George:

—Bueno, George, creo que esta es la despedida.

—¡Claro que no! ¡Tengo que volver a Francia para resolver el caso! —respondió éste.

—¡Pero, George, no estás en condiciones para trabajar!

—Oh, John, el trabajo de un detective nunca termina.

Así que ambos subieron al barco y pasaron un largo rato hablando hasta que llegó la noche. En ese momento se fueron a dormir.

*       *      *

Tres meses después de su partida, Anna fue al telégrafo de Boston para recoger los telegramas que pudieron haberle enviado. Al llegar al lugar encontró que tan solo le habían llegado cuatro telegramas de los cuales uno le llamó la atención. Caminó hacia su casa y lo abrió una vez en ella. Este decía:

Para mi querida Anna:
¿Cómo te encuentras? ¿Qué has hecho? ¿Dónde estarás?
John Dalton.

Anna se emocionó mucho al leer estas palabras, pues ¿quién era más que John? Revisó la fecha del telegrama, que por cierto era de hace un mes, y corrió al telégrafo para responderle. Allí pidió que enviarán un telegrama a Liverpool que dijera:

Para John Dalton:
Me encuentro bien. No he hecho mucho pero la verdad es que me preocupas, dime cómo te fue al llegar a Europa.
Anna Watson.

Así empezaron una larga conversación después de tanto tiempo de estar separados. En resumen John le respondió a Anna que había tenido que esconderse para llegar a su casa, después de contarle las cosas que hizo tan solo hablaron de su vida cotidiana. Todo iba muy bien, hasta que John dijo:

Anna, tú eres mi mejor amiga.

Anna quedó muy herida después de eso. Por eso no le volvió a escribir y John tampoco le escribió más. Había algo que no podía entender, ¿acaso ella era la única que sentía algo por él? ¿Tan solo fue ella? ¿Él no la amaba? Así pasó un mes más y entonces alguien tocó la puerta.

Un rescate imprevisto (historia vieja)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora