Capítulo 8 La visita

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Anna abrió la puerta y a quien vio fue a... ¡George! Éste entró muy agitado a la casa de Anna y cerró la puerta. Entonces George gritó adolorido cayendo al suelo:

—¡Han capturado a John!

—¡¿Cómo?! ¡¿Cuándo?! —exclamó Anna confundida, mientras miraba y atendía a George.

—¡Apenas llegamos a Liverpool decidí acompañarlo a su casa y hubo una emboscada! Logré esconderme y ver qué pasó, pero él no tuvo tanta suerte. Lo apresaron y ahora necesita de nuestra ayuda —gritó nuevamente mientras la sangre escurría de su pierna.

—Eso es imposible...

—No, no lo es.

Anna, después de oír estas palabras quedó pálida. ¿Cómo era posible que John hubiera sido capturado? "Pobre John" pensaba Anna. George se sintió terriblemente mal, tanto por dañar a Anna, como por su herida y le dijo:

—Tenemos que apresurarnos, me han perseguido.

—Está bien. Vamos —dijo Anna levantando a George y dejando que se apoyara en ella.

Entonces salieron lo más rápido que pudieron de la casa. Caminaron tan solo unas calles cuando, para llegar al muelle, tuvieron que pasar por entre dos casas. Caminaron hasta la estrecha calle y apareció un hombre que les cerró el paso. Dieron la vuelta y se presentaron dos hombres más. Estaban rodeados. George le susurró a Anna:

—¡Corre, corre hacia el puerto!

Anna no quería soltarlo pero él la empujó. En ese momento los hombres se abalanzaron sobre ellos. George tomó a Anna nuevamente y con un movimiento rápido la sacó de la pelea. George le dio un puño a uno de los hombres tumbándolo al suelo, tomó la mano de otro y se lo puso en la espalda. Al último lo agarro de un pie, cuando éste intento patearlo, y lo tiró al suelo. Después de todo esto, George caminó cojeando. Anna ya iba muy adelantada. Inesperadamente uno de los hombres se arrastró hacia él y le jaló la pierna haciéndolo caer. George fue muchas veces golpeado, pero este tomó la cabeza del hombre y la golpeó contra la pared, pero él no quedó totalmente inconsciente. Ya así corrió y llegó al puerto donde encontró a Anna. Se le estaba acercando cuando se escucho un "click" metálico ¡Le estaban apuntando a George con una pistola! Éste gritó:

—¡Sube al barco!

Y al mismo tiempo se volteó y tomó la pistola corriéndola de su objetivo, fue en ese momento que se escuchó un disparo. Anna cayó al suelo. George gritó y golpeó al hombre en la cabeza con la pistola, dejándolo inconsciente. Corrió hacia ella y la tomó en sus brazos llevándola con sus últimas fuerzas al barco, y, resbalándose, perdió el conocimiento.

Cuando despertó, se encontraba en una recámara muy bonita. Anna estaba a su lado en otra cama. Se sentía muy débil. Entonces entró un hombre de estatura media y dijo:

—¡Al fin has despertado!

—¿Dónde estoy?

—En un barco rumbo a Liverpool. —Al escuchar estas palabras, George intento levantarse. Pero el hombre lo detuvo.

—Aún estás muy débil.

—Y... ¿cómo está ella? —preguntó mirando a Anna.

—No muy bien. Le han disparado desde la espalda baja y perdió mucha sangre al igual que tú. —George cerro sus párpados y se puso muy pálido, tanto que asustó al hombre.

—No me lo va a perdonar —dijo George para sí mismo.

—Debes descansar, estarás mejor.

—Está bien.

George no se quedó dormido a voluntad sino gracias a su condición, puesto que en verdad quería cuidar de Anna. Pasaron varias horas y al despertar escuchó unas voces fuera de su recámara. Estás eran voces de dos hombres:

—¿Cómo se encuentran?

—Mejor, pero aún débiles. —George pudo reconocer la voz del hombre que le había hablado hace unas horas.

—Pobres personas. ¿Por qué cree que han saltado al barco?

—No tengo la menor idea, capitán.

—¿Puedo entrar a verlos?

—Por supuesto. —George se hizo el dormido y después actuó como si despertara.

—¡Oh, me siento muy apenado! Me retiro doctor —dijo el capitán.

—Espere —dijo George— ¿Quiénes son ustedes?

—Soy el Dr. Maurice.

—Y yo el capitán Charles.

—Un gusto. Mi nombre es George Le Bon y ella es Anna Watson.

Desde ese momento George empezó a mejorar rápidamente, aunque aún no podía caminar bien y había caído muchas veces, pero después de todo ya le dolía menos y la herida empezó a cicatrizar. Cada día espero a que Anna despertara. Una semana después ya conocía a sus salvadores, aunque no ellos a él. En realidad había sido muy discreto en no contarle mucho sobre ellos, puesto que sabía que con una simple información los podrían descubrir sus enemigos, además que en sus condiciones sería muy difícil defenderse. Dos semanas después Anna despertó.

Un rescate imprevisto (historia vieja)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora