Dos

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Era el día de Micaela.

Su profesora de literatura― tanto su preceptora -; quienes tomaban asistencia a su curso, habían faltado. No tuvo problemas, solo paso a su aula desapercibida junto con su mejor amiga, Luciana.

― ¡Chicos estamos de hora libre!― grito una de sus compañeras.

―Saben lo que significa... ¿verdad?― dijo uno de los varones.

― ¡Desmadre!― respondieron todos.

―Te unirás al alboroto, ¿Mica?― le pregunto Luciana, quien veía a los demás haciendo estupideces. Era lo más obvio al estar solos, sin un adulto renegón.

―No...― respondió con una sonrisa― No quiero después aparecer con un llamado colectivo en la libreta. Sabes que esto terminara peor que la otra vez― rio al último.

―Lo sé― sonrió― Y... ¿entonces qué hacemos?

―Hm...

― ¿Qué?

―Que tal si me ayudas a terminar la carta para... tú sabes quién.

―Para... ah, ya cache...― dijo Luciana con una sonrisa picara.

― ¡No pongas esa cara perversa Luci!

― ¡Esta bien, está bien!― dijo su amiga, aguantándose la risa.

Micaela la miro divertida. Saco la carta arrugada y una lapicera. Las dos chicas empezaron a darse ideas de que escribir en esa hoja.

En ella, estaban escritos los sentimientos de Micaela hacia la persona que más quería.

Su amada compañera desde jardín de infantes; quien empezó a gustarle...

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