IV

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En la fiesta Matt fue otra persona, completamente otro. Terminó bebiéndose casi dos botellas él solo y bailando sobre la mesa al ritmo de Britney Spears. La música la eligió Mike, al igual que el whiskey. Luna terminó llevando refrigerios y entre Matt y yo preparamos algo de comida picante para bajar el alcohol.

Para las diez de la noche ya todos estábamos ebrios, teníamos casi seis horas bebiendo y aún teníamos espacio para bebernos la mitad de las reservas de mi padre, aunque Mike prefirió salir corriendo a comprar algo de beber en la tienda que estaba a unos metros de mi casa. Se llevó a Luna, quien parecía ser la más sobria de los cuatro, o al menos eso intentó aparentar. Yo me quedé cuidando a Matt, quien estaba a punto de vomitar el alma y no podía mantenerse en pie, aunque yo apenas si podía hacerlo. Volvieron después de un rato y ya tenían una botella a medio beber cuando llegué con Matthew del baño, ayudándolo a sentarse junto a Mike.

Comenzaron a besarse de una manera muy salvaje, las manos de Matt se paseaban por toda la anatomía de Mike y las del gigantón hacían lo propio mientras exploraban todo el cuerpo de su novio. Yo miré a otro lado y le sonreí un poco avergonzado a Luna, del otro lado de la habitación nuestros amigos comenzaban a hacer ruidos extraños.

Matthew fue el que se separó de su novio y se paró con algo de torpeza mientras se ponía la mano en la boca, señal para mí que necesitaba ayudarlo para ir a vomitar. Me paré lo más deprisa que pude y lo tomé del brazo para llevarlo al baño y dejarlo vomitar para después limpiarle el vómito de la barbilla y mojarle la nuca y el cabello.

—Ya no más, Matt.

Él sólo se rió.

Volvimos a la sala para encontrar una escena algo extraña. El pequeño cuerpo de Luna se encontraba sobre las piernas de Mike, quien la tomaba por la cadera y se besaba con ella con la misma intensidad que habían hecho antes él y Matt. Trague saliva e hice puños mis manos. Matthew se me quedó viendo y nuevamente intentó besarme, aunque no encontraba la gracia de hacerlo en ese momento. Era yo el que necesitaba vomitar ahora, aunque no por el alcohol, iba a vomitar bilis por la ira contenida. Apagué el reproductor de discos y esperé a que Luna y Mike se separaran. Ella estaba roja y él sonreía, como el borracho que era.

—Lo si... —empezó a decir Luna, pero yo la interrumpí con una negación con la cabeza y le lancé el disco de los mejores éxitos de Britney Spears a Mike justo en la cabeza, donde lo golpeó y cayó al piso para romperse por el golpe de caer casi metro y medio.

—Vete de mi casa, Michael.

Matt estaba balanceándose al lado mío mientras miraba de un lado a otro. Tomó un florero y se lo lanzó a Mike, aunque cayó un poco muy lejos de él y se rompió de igual manera.

—Hazle caso a mnurvi noviu, udieta. —La voz de apenas se entendía, aunque yo lo supe a la perfección. Mis puños se estaban apretando con fuerza e incluso mis orejas ardían.

—Lo siento —dijo Luna mientras se ponía de pie y tomaba su abrigo y su bolsa, saliendo de la casa sin hacer más ruido.

Michael soltó una carcajada y salió de la casa, haciendo un escándalo que todos en la colonia podrían escuchar, incluso azotó la puerta. Matt se rió y negó con la cabeza mientras se acercaba a acariciar mi brazo, tratando nuevamente de besarme aunque en esa ocasión sólo me separé de él para vomitarme en el piso de la sala.

Lo último que recuerdo de ese día es que, pasada la media noche, Matthew y yo estábamos en ropa interior, abrazados debajo de las sábanas de mi cama, aunque después él me aseguró que no había pasado nada más que eso.

Nosotros y ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora