Estamos en pleno 2016, Matthew y yo podemos caminar con total calma por las calles de Nueva York puesto que los derechos de las parejas del mismo sexo son mucho mejores en comparación con nuestros tiempos de la preparatoria. Sabemos defendernos e incluso estamos comprometidos, nos vamos a casar en un año y somos felices con todo eso.
Mientras caminamos una tarde de otoño por Central Park veo que alguien nos observa mucho, lo cual me pone incómodo y decido que, como hombre de veintisiete años ya soy lo suficientemente maduro como para preguntar si alguien tiene problemas conmigo.
Camino hasta la mujer que se encuentra sentada en una de las bancas cercanas y me paro frente a ella mientras Matthew se encuentra detrás de mí: no puedo negar que después de tantos años él se ha puesto aún más guapo de antes. Se dejó crecer la barba y nunca dejó el gimnasio, aunque bajó un poco sus rutinas para no terminar siendo un monstruo deforme. Él se cruza de brazos mientras la mujer en la banca, que lleva un vestido simple, liso y de color blanco y un sombrero del mismo color en el que oculta su cabello levanta la cabeza.
Mis ojos se abren con asombro al verla; se quita el sombrero de la cabeza y me sonríe mientras sus cabellos rubios, dorados igual que el sol, caen sobre sus hombros y sus ojos se llenan de agua porque, quizá, al igual que yo, toda la historia de nuestras vidas juntos comienza a pasar como una película en su memoria.
Se pone de pie y me abraza con fuerza, después Matthew me abraza por la espalda, dejándome en el centro, de la misma manera que hicimos cuando nos perdimos toda una noche en la cabaña de sus padres.
—Luna... —le dice Matthew mientras le acaricia el cabello, pasando su brazo sobre mi hombro y yo le sonrío con sinceridad, estoy feliz por volverla a ver.
—Los extrañé. He vuelto para ser su dama de honor. —dice ella con algo de ironía en su voz, es claro que ella nunca ha olvidado nada sobre lo que pasó.
—Tú nos hiciste darnos cuenta de lo que queríamos. —digo, aunque sin pensarlo, mis palabras están llenas de verdad.
Ella se ríe.
Matthew me suelta y yo la suelto.
Nos sentamos en la banca donde ella se encontraba antes. Luna está a mi lado izquierdo y Matthew me sujeta la mano derecha mientras la miramos, sonriendo y ella nos mira a nosotros de la misma manera.
Estuvimos los tres sentados en esa banca por horas, hablando de nuevas historias, de viejas anécdotas y recordando nuestra historia juntos. Estuvimos ahí hasta el anochecer y en mi mente no había nadie más en el parque más que nosotros y ella.
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Nosotros y ella
Romance"¿Qué pasa con la vida después de que lo que más deseabas se vuelve realidad pero después desaparece como si nada hubiera pasado?" Luna vino a nuestra vida como un terremoto, a mover todo y dejarlo en ningún lugar. Fuimos mejores amigos por mucho ti...