1- Buenas noticias

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Me desperté en el sofá de la casa de Els, mi mejor amiga. El frío invernal se colaba por las ventanas.
Miré la hora en el móvil y me sorprendí al ver que todavía eran las ocho menos cuarto de la mañana. Habré dormido unas dos horas más o menos. Estuvimos hablando hasta que ya era muy tarde, o bueno, muy pronto.
Mario está en el sofá de al lado y, al fondo, en su cama, se encuentra Elena. Sus padres son millonarios y poseen la mayor agencia de modelos de España, posiblemente de Europa. Gracias a esto, Els tiene sofás, una nevera, un baño y, hasta una gran televisión en su habitación.
Sí, ella es la que más suerte tiene de nosotros. Es pelirroja, tiene pecas y unos ojos verdes envidiables.
Mario tiene un año más que nosotras, le conocemos porque repitió cuarto curso y lleva con nosotras desde entonces. Tiene el pelo castaño, algo revuelto, es alto y siempre lleva una sombra de barba de dos o tres días que le da un toque de actor que está tribueno.
Entre nosotros, tenemos un código (ya dije que no éramos normales), consiste en que cuando vemos a un chico guapo o que esté bueno nos avisamos con un ligero "Aitor+prenda de ropa que más se le vea o en el sentido de las agujas del reloj, definir en la hora en la que está", por ejemplo; Aitor de blanco, Aitor a las seis (lo sé, somos geniales).
El caso es que yo, muy fiel a mis "buenos días", bajé a la cocina y le pedí a Olga, la madre de Els, una sartén y una cuchara.
Subí y empecé a dar con todas mis fuerzas a la sartén con la cuchara y... Bueno, digamos que no les gustó del todo. Aquello fue un "habdpompomjsjd".
- ¡Me cago en la puta de oros Elli!-a mi queridísima amigaparanadacamionero, le encantó, estoy segura.
Mario se dedicó a mirarme, todavía dormido y, una vez hube acabado mi maravilloso concierto, se fue a dar media vuelta con la suerte de darse de bruces con el suelo. Eso se ve que le espabiló del todo, nosotras le miramos preocupadas y, al ver cómo se reía sin parar decidimos acompañarle. Salimos a la terraza a echarnos unos cigarros antes de bajar a desayunar, estuvimos una media hora hablando de lo mal que había dormido mientras que ellos se dedicaron a echarme en cara la hora que era.
* * *
Una vez hubimos desayunado, salimos a dar una vuelta para hacer tiempo e irnos a nuestras casas.
- ¡Aitorx8!-exclamó Mario (emm bueno, sí, por 8 es que está buenísimo, por 4 es que es guapillo y luego está por 16 a lo que comúnmente la gente llama Leonardo di Caprio).
- Elli, para tu cumpleaños te voy a regalar una fregona, ya sabes, para cuando veas a un Aitor y puedas limpiar tu baba del suelo.-ésta vez fue Els, con una mueca graciosa la que hizo el comentario.
- No es justo, no conocemos a ningún chico que sea así.-dije, con cierto tono de desagrado. Mario carraspeó.- Bueno, la verdad que yo me refería a algún chico que sea hetero, ya sabes, para que a nosotras nos sirva de algo...
Y es cierto, es el chico más guapo que conozco, todavía me cuesta pensar que es gay. De pequeño se ponía los tacones de mi madre cuando estábamos en mi casa y ya se veía por dónde iban a ir las cosas peo aún así yo no desistí en mi empeño de que pudiese darse la ocasión de que sea bisexual (cosa que, para mí gran desgracia, no ocurrió).
Él, como chico que tiene espejos en su casa y se mira en ellos, tiene una sonrisa socarrona en su cara. No desaprovecha una oportunidad para que le hinchen el ego.
- Quita esa sonrisita de tu cara o te la quito yo a hostiazos, idiota.-dije, riéndome a carcajada limpia.
Ahora, eran ellos los que me acompañaban a mí en las risas y es que siempre pasa lo mismo. Algún Aitor aparece y a Mario se le hincha el pecho de una manera que no es ni medio normal.
Me acompañaron hasta mi casa y cuando entré, me encontré con mi hermano en el salón. Solté un gritito de emoción y me lancé a él en plan plancha. Soltó un gruñido por mi ligero peso pluma (aunque muchos afirmarán que más bien parecía una morsa lanzándose al agua) y le llené la cara de besos baboseados.
Me levanté (como a los cinco minutos) y él aprovechó para decirme que estaba aquí porque tenía algo muy importante que decirnos.
En ese preciso instante entró Cloe en el salón, mi pequeña mocosa se lanzó al sofá y no fue hasta que levantó la cabeza que no se dio cuenta de la presencia de Sergio. Se le colgó del cuello, tapándole la cara con sus rizos y fue a buscar a mamá.
Mi madre entró en el salón eufórica por la visita del mayor de sus hijos, ya que yo vivía a un par de calles y nos veíamos demasiado.
- ¡Hijito mío!-su voz no podía mostrar más emoción. (Sí, hijito, habéis leído bien. Mi madre, pese a tener ya 32 años mi hermano, le sigue tratando como si tuviese 6).
Estuvimos un rato hablando un poco de todo, desde los estudios de Cloe y los míos hasta el trabajo de mi madre y mi hermano. De pronto, se me encendió la luz y le pregunté del por qué de su inesperada visita.
- Veréis, es que...-tenía cierto tono nervioso obviamente notable en su voz, tanto, que estaba sudando y parecía que le costaba continuar. Cloe y yo nos miramos, asustadas.- Tam no ha podido venir así que me toca contároslo a mí solo...
- Joder, Sergio continúa de una vez, creo que estamos lo suficientemente nerviosas para que arranques de una vez.- vale, sí, la paciencia no es lo mío.
- Pues... ¡Vamos a ser papis!
Mi madre lloraba, mientras que a Cloe y a mí nos rozaba la mandíbula con el suelo...

Introducción al caos [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora