- ¿Pero que cojones?
Y sí, me salió tal cual, porque no sé vosotros, pero yo si abro la puerta y me encuentro un gato agarrado la cerradura, pues no me sale otra cosa.
- ¿Tú qué haces aquí pequeño?- me declaro como una de esas personas que piensan que los animales o los bebés pueden hablar. Bueno no, pero si que les hablo, y es que yo o hablo o reviento.
El gatito comenzó a maullar y a restregarse en mi pie cuando vi una nota colgando de su collar.
La cojo y al abrirla veo, he de decir que no con una muy buena letra:
"Hola morena, espero que te guste este regalo con patitas, se llama Simón y quiero que le cuides.
Nos vemos, xx."
¡Pero será gilipollas! ¿Qué clase de persona "regala" un pequeño felino? Adoro a Simón y es justo por eso por lo que me lo voy a quedar, pero si fuese solo por esta nota, que además no está firmada, el gato se iba más lejos del quinto pino.
Le puse unas mantas dobladas en el sofá para que pudiese dormir a gusto esta noche (o lo que quede de ella) y yo me dirigí la cueva.
Me metí en la cama pensando en que por lo menos cuando mi mejor amigo estuviese por ahí de fiesta yo tendría algo de compañía. Y sin darme cuenta caí en los brazos de Morfeo...
* * *-Mmmm...
-Vamos marmota, despierta.-¿Cloe?
-Mmmm... No...
-Okay.
-¡VAMOS CERDA DEJA DE DORMIR YA!-ya está, la cagó.
-A ver, cariño, ¿a ti que mierda te pasa?
-Adoro ver cuánto echas de menos que tu hermana pequeña te despierte.
¿Y esta? La madre que la...
-Buenos días, cielo.
¿En que maldito momento se me ocurrió dejarlas a estas dos una copia de la llave de mi casa?
-Malos, gracias a vosotras. Espero que por lo menos tenga un buen desayuno esperándome en la cocina, ¿o no?
-¿Lo dudabas?
Vale, para estas cosas si que me mola que tengan las llaves de mi casa.
Me levanto, las echo de mi habitación para poder ponerme aunque sean unos pantalones y me dirijo a la ventana. Todas las mañanas tengo que mirar a través del gordo cristal que separa el frío del calorcito de nuestra humilde morada. No es obsesión, ¿de acuerdo? Simplemente es que antes vivía en un piso interior, necesito ver luz desde que me levanto y no como antes.
Agarro mi pelo con un par de lápices y salgo.
Una vez fuera, me encuentro a las locas con Mario.
Vaya tres se fueron a juntar...
Pues mi cabeza tiene razón, estos tres se llevaban demasiado bien, a veces temía que conspirasen contra mí. En fin, ya me había acostumbrado. Al llegar a la cocina viene la única cosa que de momento me ha hecho sonreír esta mañana.
-Hola Simoncín.
Un maullido es todo lo que recibo por su parte. Empiezo a engullir la tarta de chocolate que ha hecho la mamma expresamente para mi mientras veo una de mis series favoritas, American Horror Story.
Al rato llega Mario a la cocina.
-Querida, tienes que dejar de ver esas cosas tan raras. Al final te vas a convertir en un bicho raro.
-¿Pues no lo soy ya y aún así me quieres, zorrilla?
-Hmm, toda la razón.
-Lo sé, soy estupenda.
-Menos flores, morena...
Nos reímos y en eso llegan Cloe y la mamma diciéndonos que si nos apuntamos a una mañana de compras. Mario, por supuesto, acepta casi al instante pero yo paso. Soy más de sofing que de shopping.
En lo que ellos salían por la puerta, me giro y al ver a Simón me acuerdo que hay que llevarle al veterinario, al fin y al cabo no sé quién fue el que lo estuvo manteniendo antes de mí y lo mismo no le puso sus vacunas ni le hizo revisiones.
Lo que tardé en vestirme se resume en media hora. No sé qué fama tenemos las chicas, pero por mí seguro que no es. Voy a ir a llegar a Simón al veterinario. Gatonario. Suena mejor.
Según bajo al portal me encuentro con Elise, una chica de 21 años que ha venido desde Alemania para poder conocer a su padre. Es una cosa muy turbia, en otro momento ya la explicaré.
Cuando voy por la calle tan tranquila con una bolsa de tela y en ella el gato, noto como algo calentito cae sobre mi cabeza y va resbalando. Juro por mi vida que estoy haciendo plegarias porque no sea lo que estoy pensando.
Para mejorar mi día encima noto la bolsa de Simón algo mojada...
-¡Pero será posible!
Hoy a mí me da un chungo, lo prometo.
-¿Gabriella?
-¿Nacho?
-¡Joder! ¿Qué tal? Hmmm, tienes algo en la cabeza...-lo dice mirándome por encima, como si hubiese algo asqueroso (cosa que ya sé).
-Ya... No sé lo que es... Tengo un pañuelo por aquí... ¡Ah! Aquí. ¿Podrías...?
-Sí, claro. Dame.
La cara de asco que ha puesto este bendito Aitor ha sido para alarmarme, así que es normal que justo después intente tranquilizarme mirándome dulcemente.
-Era una cagada de paloma.-en ese momento empezó a reírse a lo que yo no pude evitar unirmea su risa, era realmente contagiosa.-Oye, si quieres podríamos quedar algún día y, no sé ¿dar una vuelta? Bueno, si te apetece verme otra vez, claro...
-¡SÍ! Hmm, sí, claro. Me encantaría.
-Genial pues...- y señala su móvil en señal de que le dé el mío, o eso creo.
Con una sonrisa de gilipollas le paso mi número y me despido de él con un alegre beso en la mejilla.
Genial, ahora quítate el pis del minino.
Mierda, el pis de Simón.
Una vez ya dentro del gatonario le pregunto a la chica de recepción que si tienen aseo.
Entro y me lavo las manos, después me miro el pelo. Menos mal que siempre llevo alguna goma para poder recogérmelo, porque si no, en ocasiones como ésta me busco la ruina. Al salir me siento en la sala de espera con Simón al lado. Esperamos pacientemente a que me avisen de poder entrar.
-¿Gabriella López?
-Sí, yo. ¿Entramos?
-Porque supuesto, pase.
Entramos a que le hagan una revisión, mientras tanto el doctor sigue llamando a la gente que ha llegado después que nosotros y yo tomo asiento en frente del ordenador.
En ese momento entra el doctor o gatorinario o como se llame el oficio de este hombre...
ESTÁS LEYENDO
Introducción al caos [PAUSADA]
De TodoLa vida de Gabriella nunca ha sido algo fácil, siempre ha tenido algo en el camino que la impidiese ser del todo "normal". Ahora, con su reciente mayoría de edad, acompáñala en ese caos al que esta subida desde que es bien pequeña. 6/7/2016-*/*/*